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Virginia García del Pino: “¿Por qué seguimos acudiendo al amor romántico, si sabemos que no funciona?”

Aquello de que una puerta se cierra y otra se abre sirve también para el cine. Le sirvió al menos a Virgina García del Pino (Barcelona, 1966), a quien la decisión de descartar un proyecto la llevó a otro más interesante. El resultado es La estafa del amor, un filme estrenado en la última edición de la Seminci de Valladolid que ahora llega al Festival de Cine Europeo de Sevilla para abrir el debate en torno a las nuevas y viejas formas de relacionarse sentimentalmente.

Todo empezó, como tantas otras veces, con una noticia en prensa: un delincuente conocido como El estafador del amor seducía a mujeres para obtener beneficios económicos. “A partir de que salió absuelto de bastantes de los delitos de los que le acusaban, empecé a preguntarme qué lugar tenía el amor en nuestra legislación”, recuerda la directora. “Escribí un guion para una película sobre ese estafador, rodé algunas secuencias y en seguida me pareció que resultaba muy aburrido contar todo aquello sabiendo lo que iba a pasar, estaba todo demasiado mecanizado. Pero se me ocurrió que quizás podía hacer otra cosa, y surgió este otro proyecto”.

No obstante, el giro definitivo lo dio una invitación a García del Pino para impartir un taller. “Les propuse aprovecharlo para rodar una película en directo, en la que los participantes harían de público”, señala. La idea era leer el guion del proyecto fallido, mostrar secuencias y permitir que cualquiera pudiera intervenir en cualquier momento. También se decidió invitar al plató a expertos en la materia, “gente que ha investigado sobre el amor romántico, sobre las relaciones en la era digital… Un sociólogo, un antropólogo, una escritora y un filósofo, frente a 21 personas que van dando voz a sus historias personales”.

Mercantilización del amor

La primera conclusión que García del Pino extrae del experimento es que “se ve que las cosas no han cambiado tanto. La impronta del amor romántico tiene mucho peso hoy, y esto tiene consecuencias cada vez más desfavorables. A diferencia de los tiempos pasados en los que una pareja era un pacto de dos familias en el que los contrayentes no tenían nada que decir, cuando surge el amor romántico puedes elegir por fin a tu pareja, pero la cosa va desvariando, y unida al machismo ha traído algunas alegrías, pero también muchas desgracias”.

“La película”, prosigue la cineasta, “habla de por qué seguimos utilizándolo, cuando sabemos que es algo que no funciona por pura estadística. Pero se trata de una cinta esperanzadora, optimista, con mucha comedia. Todo nos lo aplicamos a nosotros mismos, especialmente preguntarnos por qué nos duele tanto cuando nos deja una pareja. Una joven espectadora, al salir de una proyección, me dio las gracias porque hacía tiempo que no salía de una sala de cine sintiéndose tan comprendida”.

García del Pino incide también en el hecho de que ese amor romántico sea objeto de mercantilización constante, “aunque creo que no le queda mucho tiempo, pero da igual: si ahora mercantiliza el amor romántico, en el futuro lo hará con otro. Hay demasiadas películas y canciones que perpetúan ese modelo”, afirma. “No obstante, creo que la gente evoluciona, y que el feminismo es un movimiento que no hay quien lo pare. Aquello que nos impusieron las novelas románticas es hoy rechazado de plano”.

Claro que quizá no baste con rechazar un modelo, como dar con la alternativa adecuada. La directora lo tiene claro: “La alternativa es un amor más tranquilo, no tan sublimado, que consista sobre todo en cuidar al otro y que el otro te cuide, o a la otra, o cuidarse entre tres o cuatro, y que no haga falta estar todo el día atontado con alguien, o pensar que si no estás con esa persona te mueres. Hay muchos amores bonitos y de verdad que no tienen nada que ver con ese modelo. Lo otro está obsoleto y hace sufrir. La cosa puede ser mucho más sana”.

Reflexión y buen humor

Para la creadora barcelonesa, la idea de relación “para toda la vida” es lo primero que habría que empezar a abolir, entre otras cosas porque la señala como una de las causas de la violencia machista que cada año se cobra tantas víctimas. “La idea de compañía vitalicia alimenta muchas fantasías, es como si fuera el hallazgo de un tesoro. Pero yo no he hecho esta película para eso, sino simplemente para ayudar a que la gente no sufra”.

Tampoco pasa desapercibido el enfoque estético de esta producción, rodada “casi como si fuera un programa de televisión, pero dentro de un cine. Lo hice así por añoranza de acudir a las salas, la sensación de formar parte de una comunidad en silencio y a oscuras, y luego comentar lo que has visto al salir”, afirma. Además, la grabación cuenta con música improvisada en directo, a cargo de Maite Arroitajauregi Aranburu (Mursego).

“No hubo segundas tomas”, concluye Virginia García del Pino, quien recuerda que aquellos cuatro días de trabajo acabaron siendo una aventura “trepidante y divertidísima”, cuyo resultado son 75 minutos de reflexión y buen humor que el público sevillano va a disfrutar estos días, y quién sabe si terminar replanteando sus ideas sobre el amor, bajo esta promesa de su directora: “Sales con ganas de más”.     

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