“¡Viva la Virgen de la Esperanza!”: cómo Queipo se hizo 'macareno' tras el golpe del 36 en Sevilla
La Hermandad de la Macarena, la más numerosa de España con unos 16.500 miembros, no sólo trasladó su sede a la basílica que promovió el general franquista, y de la que tiene que salir por la Ley de Memoria, sino que también cambió su estilo y espíritu “popular”
“¡Viva la Virgen de la Esperanza!”, logró decir “en un grito” Gonzalo Queipo de Llano “con lágrimas en los ojos y todo emocionado” el 18 de octubre de 1936 cuando le fue entregada la corona de la virgen, refrendado por los 1.200 hermanos, con un solo voto en contra, que integraban entonces la corporación macarena. Así consta en el libro editado por la Editorial Guadalquivir, monográfico acerca de la Hermandad de la Macarena, con motivo del XXV Aniversario de su Coronación Canónica, editado en 1989. Hermano Mayor Honorario, como Franco, es conocido que el general golpista ordenó construir la basílica donde, por ahora, reposan sus restos mortales. Queipo de Llano, cuenta aquella publicación, no quiso disponer de la corona y “en un acto íntimo, pero solemne, el 27 de febrero de 1937, efectuó la devolución de la preciada joya”, que volvió a ser colocada en la imagen de la virgen.
Aquella entrega de la corona de oro se produjo apenas unos meses después del golpe de Estado “para que se utilizara como fondo y fuera provechoso para la causa”, apunta el historiador Francisco Espinosa, autor de 'La justicia de Queipo', entre otras muchas publicaciones, quien alude a un posible “trasfondo económico” en aquella operación. Pero más allá de la corona de ida y vuelta, y de las cuentas pendientes del último responsable de más de 45.000 muertes en Andalucía, ¿qué relación hubo entre lo que era “una hermandad de barrio”, como apunta el historiador José Villa, y uno de los principales cabecillas del golpe de estado del 36 cuya tumba tiene las horas contadas en la capilla del Santo Cristo de la Salvación de 'su' basílica?
Una hermandad con 400 años
La Hermandad de la Macarena, fundada en 1535, es la más numerosa de España, con unos 16.500 hermanos, cifran fuentes de la misma. Pese a que la hermandad ha asegurado recientemente que ya está “trabajando” en la exhumación y que cumplirá “escrupulosamente” con la ley, es decir, que procederá exhumar los restos de Queipo, apenas unas horas antes, mientras esperaba a que le dijeran “qué tenía que hacer”, sostenía que la cuestión tiene “divididos” a sus hermanos, lo cual no evitó que en 2009 se eliminaran todas las referencias militares y políticas a Queipo, al igual que el fajín de gala del militar que solía vestir la virgen.
Según consta en el citado libro de la hermandad, Queipo donó casi 75.000 pesetas para la pavimentación de la basílica, además de impulsar la iniciativa de escribir a los gobernadores civiles y ayuntamientos de España para pedir donativos, si bien el proyecto “no dio el resultado apetecido”. Francisco Bohórquez “había prometido que en 1948 la Virgen de la Esperanza saldría de un nuevo templo y no lo pudo cumplir”, siendo bendecida e inaugurada al año siguiente. El nuevo templo alberga desde entonces a las imágenes titulares de la Hermandad de la Macarena, que hasta entonces se veneraban en su capilla de la Parroquia de San Gil, incendiada en 1936.
Recuerda José Villa y también Carlos Arenas, profesor de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Sevilla hasta 2011, que el templo lo levantó “simbólicamente” sobre los cimientos de lo que había sido Casa Cornelio, un lugar de encuentro de anarquistas, comunistas y colectivos de izquierda que fue bombardeado en el verano de 1931 durante la II República. Queipo había montado “una colecta para construir una basílica” pero lo hizo “de espaldas al barrio”, apunta el historiador Francisco Espinosa. Según Villa, actuó así “para combatir un barrio que estaba en manos de anarquistas y comunistas, al que luego se le sometió a una verdadera crueldad absoluta de abandono y que se convirtió en el barrio de los marginales”, dice acerca de las zonas del Pumarejo, San Julián, Feria o San Gil, que quedó convertido “en un gueto social” y fue bombardeado “en represalia”.
Aquella cuestación que arrancó en plena Guerra Civil, indica el historiador Espinosa, se hizo a través de la llamada 'Junta Recaudadora de la Suscripción Queipo de Llano para la Virgen de la Macarena'. En una de sus alocuciones radiofónicas en Unión Radio Sevilla, el 30 de junio de 1938, decía así Queipo: “La Virgen de la Esperanza, la Macarena hermosa, se quedó sin casa porque fue destruida por el furor de la canalla marxista. Lleva dos años errante, alojada en la Universidad [...] pero alejada de los macarenos que la adoran, que anhelan tenerla entre ellos para contarles sus cuitas...”, se indica en la web 'El túnel del tiempo', de la historia de Zalamea la Real (Huelva), uno de los pueblos a los que se dirigió aquella cuestación promovida por Queipo para levantar el templo que hoy alberga sus restos “en un sitio privilegiado de la basílica junto a su señora”, señala Espinosa.
José Villa, quien recuerda que hasta el año del golpe, Queipo no sabía nada de Sevilla, reconoce que “no hay mucha documentación concreta” acerca de cómo surgió la relación de la hermandad y Queipo, que yace junto a su esposa, Genoveva Martí, muy cerca de Francisco Bohórquez, que era el jefe de la auditoría de guerra de Sevilla bajo la dirección del general y cuyos restos también serán exhumados. “Muy probablemente” su acercamiento al mundo cofrade se produce “a través del propio Bohórquez, que ya era 'macareno', y de esa poderosa sociedad sevillana muy vinculada a la Iglesia, que está con los golpistas”, explica el historiador. “Esa conjunción hizo que Queipo se montara en el 'carro' de la Macarena”, añade. “Tenía un tirón popular que le resultó beneficioso”, y se valió también con su “habilidad demagógica” y “la reacción social sevillana, que se une al golpe”.
Un cambio en la hermandad
Espinosa también reconoce la “influencia” de Bohórquez, que fue “hermano mayor durante veinte años”, para que Queipo se acercara a la Macarena, una hermandad que “a partir de 1936 se convirtió en otra cosa, que todavía llega hasta nuestros días y que cambió el estilo y el espíritu”, dice el historiador. “Se metió gente que no tenía absolutamente nada que ver con el barrio”, añade el historiador en consonancia con Villa, quien recuerda además que la Macarena era hasta entonces “una hermandad muy popular”. Espinosa comenta que, tras el golpe y el inicio de la construcción de la basílica, “las personas que estaban alrededor de la cofradía tuvieron que cambiar después de todo lo que pasó en el barrio” y “muchos emigraron” a otras zonas de Sevilla, teniendo en cuenta “la huella que dejó la entrada a saco de los militares” en aquellos días y que afectó también a la hermandad tras más de cuatro siglos de historia.
Como ejemplo de ello, Villa resalta que “en 1932 los 'macarenos' apoyan que salga en procesión en aquella Semana Santa”, pero “no ocurrió lo mismo durante todo el periodo republicano con las hermandades 'serias', que estaban en manos de la oligarquía económica y social sevillana de los 'grandes nombres', cuyos herederos siguen siendo hermanos mayores de esas cofradías y que entonces no quisieron tener mucha relación con Queipo”. Eso sí, la Hermandad de San Gonzalo, llamada así por el militar, fue fundada en 1942, mientras que Santa Genoveva, en honor a su esposa, se fundó en 1945.
Las pesquisas que historiadores como Villa o Espinosa han desarrollado durante muchos años acerca de la trayectoria de Queipo de Llano no les llevan a pensar, como alaba el movimiento memorialista en conjunto, que sus restos mortales tengan que salir de la basílica de la Macarena. Espinosa reconoce que ha discutido mucho de la cuestión con conocidos y amigos memorialistas, sin que él manifieste esa inquietud, mientras que Villa se muestra contundente y opina que la carta del Gobierno a la hermandad es “una mala noticia para el laicismo”. “El poder político no puede intervenir en el funcionamiento de una hermandad o religión. En todo caso sería un problema de ellos, pero no un problema público. Es un tema privado. Se trata de una comunidad religiosa y no se le puede decir qué tiene que hacer en su casa”.
En ese sentido, Villa añade que “desde un Estado laico es lo coherente, que se completa con no conceder ningún beneficio económico, jurídico, social, ni de cualquier otro tipo a las iglesias y confesiones religiosas existentes en su territorio”. “Esa posición lleva, lógicamente, a mantener que las inmatriculaciones llevadas a cabo por la Iglesia católica son inconstitucionales”, concluye.
Acerca de la relación del conocido como 'Virrey de Andalucía' y la hermandad también se refiere Rosa Baras, de la Asociación Andaluza Memoria Histórica y Justicia, en uno de los pasajes de 'Lugares de la memoria. Golpe militar, resistencia y represión en Sevilla', recopilación de textos editada en 2014 por la Junta de Andalucía: “Es innegable el decisivo papel que tuvo Queipo en el resurgimiento de la hermandad desde la misma guerra civil y en la edificación del templo que la alberga. Gracias a sus gestiones, que incluyeron la organización de colectas públicas, se consiguió el dinero para financiar la construcción”.
“Aunque Queipo no salía de nazareno, en números ocasiones presidió el paso de la virgen en los desfiles procesionales, vestido con su uniforme de teniente general”, recordaba Baras, quien decía que “es un afán imposible el pretender que sus méritos como 'macareno' puedan hacer olvidar su condición de militar golpista y de máximo responsable de los múltiples asesinatos, violaciones y toda clase de vejaciones que se produjeron en la Andalucía sometida por los sublevados”. “Además de por otras consideraciones de carácter moral, porque es de esa condición de máximo jefe militar entre los fascistas de donde le vino a Queipo el poder que le permitió contribuir de forma tan decisiva en la construcción de la basílica”, indicaba Baras.
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