Hace solo un año, Estados Unidos y la Unión Europea pusieron el foco en el metano. Había que reducirlo drásticamente para luchar contra el cambio climático. Y convencieron a 130 países para comprometerse a que las emisiones de CH4 cayeran un 30%. Sin embargo, la actividad de 15 grandes empresas cárnicas y lácteas basta para emitir al año casi tanto metano como toda la UE junta.
Las emisiones combinadas de estas compañías suman unos 15,5 millones de toneladas de CH4 al año, según el cálculo que han realizado el Instituto de Política Agrícola y Comercial (IATP) junto a la Changing Markets Foundation. Este volumen, prosiguen, equivale al 83% de lo que emiten los países de la Unión Europea juntos y supera a Rusia –dos grandes emisores globales de gases de efecto invernadero–.
Estos 15 gigantes de la carne y los lácteos se reparten por todo el mundo. Las número uno del ránking son dos corporaciones de Brasil: JBS, a la que le atribuyen 4,9 millones de toneladas de CH4 al año, y Marfrig (1,9 millones). “Las emisiones de metano de JBS superan las causadas por los sectores ganaderos de Alemania, Francia, Canadá y Nueva Zelanda juntos”, ilustra este estudio.
Por encima del millón de toneladas de metano también está la estadounidense Tyson, pero grandes emisores se distribuyen por Europa (Danone, Nestlé, Danish Crown...), Norteamérica (Saputo, DFA), Asia (Yili, WH) y Nueva Zelanda (Fonterra).
“Esto demuestra que no se está en el camino para el objetivo del Compromiso del metano, ya que se centró más el foco en las tecnologías como nuevos aditivos para el pienso de los animales por encima de la reducción de cabezas de ganado”, concluye el trabajo.
El metano es uno de los componentes principales del cóctel de gases de efecto invernadero. Aunque persiste menos que el CO2, su acción es más potente, por lo que es el responsable de la mitad de la subida de la temperatura global del planeta desde la era preindustrial.
¿Por qué es importante recortar metano? Por su propia naturaleza de vida más corta y efecto invernadero más potente, “permite conseguir ganancias a corto plazo en el esfuerzo para recortar emisiones en esta década”, describen desde Compromiso Metano. La década que los cálculos matemáticos han dibujado como “decisiva” si se quiere tener posibilidades de limitar el calentamiento extra de la Tierra en 1,5ºC para final de siglo.
En 2021, al lanzar este Compromiso –impulsado por EEUU y la UE– se afirmó que era “el año del metano”. Y suponía “la oportunidad para cambiar la trayectoria climática de los próximos 20 años”. La promesa consistía en reducir las emisiones globales de este gas de efecto invernadero un 30% al acabar la década.
Por el momento, el año pasado, la concentración de metano en la atmósfera experimentó la mayor subida interanual desde que hay mediciones. Creció un 1% hasta las 1.908 partes por millón, según los datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). “Parece ser el resultado de procesos tanto biológicos como provocados por las actividades humanas”. Actualmente hay un 262% más metano en la atmósfera que durante la época preindustrial.
El informe sobre metano de la ONU incluía unas conclusiones en las que explicaba que la reducción de un 34% en el consumo de carne de vaca y lácteos en la Unión Europea “llevaría a la rebaja de seis millones de toneladas de metano al año”. Si la reducción era más amplia (del 50%) la caída podría llegar a los 14 millones de toneladas al año.
La directora en Europa del IATP, Shefali Sharma, cuenta que “aunque las emisiones de estas grandes compañías rivalizan con las de Estados enteros, ellas no harán lo suficiente de manera voluntaria: los gobiernos deben regular y apoyar a los ganaderos en una transición fuera de la ganadería industrial”.
La ganadería a gran escala es el origen del 32% de las emisiones globales de metano y casi el 15% de todos los gases de efecto invernadero. El ganado, ya sea para carne o leche, supone dos de cada tres toneladas de gases lanzados por el sector, según recuenta la FAO.
Hace tres años, el Panel de expertos en cambio climático de la ONU llamó a realizar cambios en la dieta para frenar el calentamiento global debido al impacto en forma de emisiones de gases que supone la fórmula intensiva de producción de alimentos. Y apuntó a utilizar más vegetales y carne obtenida con métodos poco demandantes de energía.
“Los gobiernos deberían exigir a este puñado de empresas –que son responsables de una de cada 10 toneladas de metano lanzadas por la ganadería– que reporten y recorten sus emisiones”, remata Nusa Ubranic, directora de la Fundación Cambio de Mercados.