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En el 20% de las denuncias por delitos contra la libertad sexual la víctima era menor de 13 años

Cada día de 2022 se denunciaron en España 23 delitos contra la libertad sexual que tenían como víctima una persona menor de edad, la inmensa mayoría de ellas (82%) mujeres. Una de cada cinco de estas personas tenía menos de 13 años. Dicho de otro modo: cada día se denuncian cuatro agresiones contra niñas (3,6 en concreto, de media), según el informe Silenciadas, un análisis sobre agresiones sexuales en la adolescencia, elaborado por Save the Children, que recuerda además que estos son los casos conocidos. “Ser niña vuelve a ser un factor de riesgo determinante para poder sufrir una agresión de este tipo”, advierte la organización. Las denuncias contra menores de edad suponen algo menos de una de cada dos (un 44%) de las 18.731 que se presentaron hace dos años en total en España.

“Las niñas y adolescentes están condicionadas por los roles y estereotipos de género que van encaminados a que el amor sea el centro, a un canon de belleza difícil de cumplir, a agradar sexualmente y al mismo tiempo vivir la sexualidad de forma reservada. Esto se va construyendo desde la primera infancia con las muñecas, los dibujos animados, los vídeos y programas de televisión, las redes sociales... todos encaminados a conseguir un modelo femenino de belleza y corporal que nunca se acaba de conseguir”, ha explicado Catalina Perazzo, directora de Incidencia Política y Social de Save the Children.

En cuanto a los agresores, los datos de delitos sexuales cometidos tanto por personas adultas como por personas entre los 14 y los 17 años (edades en las cuales ya hay responsabilidad penal aunque sigan siendo menores de edad) reflejan que en el 97% de los casos el agresor es un hombre. “La masculinidad también está condicionada por la exigencia de los roles y estereotipos de género desde la primera infancia con los propios juguetes y espacios de socialización como el recreo: fuertes físicamente, activos sexualmente, vivir situaciones de riesgo, alejarse de las emociones y con actitudes de control y dominación, que se confunden con protección o incluso con afecto”, señala Perazzo.

Más agresiones grupales

Save the Children también denuncia en su informe que las agresiones sexuales grupales, cometidas por más de una persona, han aumentado en los últimos cinco años un 64%, según datos del Ministerio del Interior. Aún suponen una pequeña parte del total, apenas un 4,2%, pero sumaron un total de 632 casos en 2022, casi dos por día.

Respecto a este tipo de agresión, la ONG señala dos preocupaciones específicas más allá del hecho en sí: el perfil de la víctima y la (cierta) tendencia a dejar constancia de la agresión. La persona que sufre una agresión grupal tiene de media 15 años y los agresores una edad similar, explica Save the Children. Es habitual que ambas partes se conozcan previamente y que el delito incluya penetración y violencia. Además, explica la directora Perazzo, “más de un 10% de las agresiones sexuales múltiples son grabadas o fotografiadas como señal de dominio y a la espera de un reconocimiento del grupo de iguales, lo que muestra de forma clara cómo afectan las nuevas tecnologías e Internet a la forma de relacionarse de niños, niñas y adolescentes”.

Internet y, específicamente, la pornografía, otra de las cuestiones que preocupan a las expertas de Save the Children, que consideran “necesario” que el Gobierno desarrolle una legislación específica que despliegue medidas de prevención que contempla la ley como la educación afectivo-sexual o en un uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías.

“La pornografía no puede ser la profesora de sexualidad de niños, niñas y adolescentes porque estamos hablando de ficción, no es real. Es como si enseñáramos a conducir a adolescentes con videojuegos de carreras de coches. Por tanto, es fundamental implantar una educación afectivo-sexual desde edades tempranas para que niños y niñas puedan establecer relaciones más sanas y más igualitarias, así como dotarlos de herramientas para que puedan hacer un uso seguro de Internet y las redes sociales”, señala Perazzo.

La educación sexual reglada, en la escuela, es uno de los debes del sistema. La ley la contempla, pero no le reserva espacios específicos, por lo que docentes y profesionales externos que imparten formación específica deben buscarle huecos, lo que no siempre se cumple. Que existan actores –léase Vox– que niegan que el fenómeno exista, califiquen de “adoctrinadora” este tipo de educación y trabajen para vetarla tampoco ayuda, sostiene la organización.

Ser mujer es factor de riesgo

Save the Children concluye su informe señalando factores de riesgo y recomendando buenas prácticas para reducir este fenómeno. En cuanto a lo primero, ser mujer (o niña) incrementa por sí mismo las posibilidades de sufrir violencia sexual, sostiene la ONG. Las tecnologías –que normalizan la violencia y llaman a ser relevante en redes y a exponerse–, la infancia privada de cuidado parental –por ejemplo la que vive en centros de protección–, la cultura machista, el modelo familiar –familias desestructuradas, con rupturas complicadas o en las que se vive violencia–, ciertos perfiles sociales –con menor capacidad de gestión emocional y de conflictos–, la hipersexualización o los discursos negacionistas son algunos de los factores que identifica Save the Children que pueden influir a la hora de sufrir una agresión.

Con el objetivo de minimizar las agresiones y proteger a las víctimas, la ONG propone una serie de acciones, como mejorar en la educación afectivo-sexual desde edades tempranas, con todas sus derivadas: educación digital y con perspectiva de género, información y sensibilización permanentes, etc. También son importantes las figuras de referencia para las adolescentes, la formación de profesionales que trabajen con la infancia o dotar de herramientas a las familias.