Un 30% más de barcos se lanzan a un Ártico deshelado y quebradizo para explotar sus recursos naturales
Hay quienes miran a un polo norte deshelado y quebradizo por el calentamiento global no como una catástrofe planetaria, sino como una oportunidad de negocio. En solo diez años, el tráfico marítimo por las aguas cada vez más calientes del océano Ártico ha crecido un 37%. De 1.298 buques que lo navegaron en 2013 se pasó a 1.782 en 2023, según el recuento del Consejo del Ártico (AC).
“El incremento en la navegación coincide con la disminución del hielo marino”, concluye el informe del AC. “El descenso en la extensión y la pérdida de hielo antiguo y denso implican temporadas de navegación más largas y acceso a zonas antes difíciles”.
Ese panorama ha hecho que casi todos los sectores que pueden sacar beneficio del derretimiento ártico se hayan lanzado sobre el casquete polar. Los pesqueros, los cargueros, los petroleros y los metaneros han incrementado su presencia en la zona, de acuerdo a los datos de seguimiento por satélite de buques recopilados por el Consejo. También los buques de suministros para las extracciones de hidrocarburos y los cruceros turísticos. Curiosamente, los barcos de investigación han disminuido.
La distancia sumada que han recorrido todos esos barcos por el Ártico da idea de cuánto se ha intensificado el tráfico marítimo en la zona a medida que el calentamiento global causado por las emisiones de gases de efecto invernadero funde el océano helado. En esos diez años la distancia se ha más que doblado: de 6,1 millones de millas náuticas –11 millones de km– hasta los 12,9 millones (23,8 millones de km). Un salto del 111%.
Hielo más joven = más tráfico
El Ártico helado acaba de alcanzar su máxima extensión anual de 2024. A partir de este momento, el hielo se funde durante meses y multiplica el paso de barcos, cuyo pico se da cada septiembre. El dato máximo de 15 millones de km2 de hielo a 14 de marzo de este año no es bajísimo, pero en realidad no sirve para saber si el deshielo que se viene será más o menos grave. “Eso está condicionado por el hielo más delgado que domina la capa y por el tiempo en primavera y verano”, detalla el investigador del Centro de la Nieve y el Hielo de EEUU (Nsidc), Walt Meier.
El Nsidc explica que “el hielo más viejo, con varios años, (que ha sobrevivido al menos a una temporada de deshielo) es normalmente más grueso y resistente a fundirse”. Y será la base desde la que arrancará la nueva capa congelada en invierno. Sin embargo ahora “el hielo de un año de antigüedad es el dominante”. Y es una tendencia consolidada: “El hielo muy viejo, de más de cuatro años, está en niveles muy bajos desde 2012”. Por eso este océano polar es más quebradizo.
Sacar los recursos
Según el director del programa de protección del Ártico del AC, Hjalti Hreinsson, “una de las principales razones detrás del aumento del tráfico marítimo es el incremento de la extracción de recursos naturales”.
A pesar de que en 2021 se alcanzó una moratoria que estará vigente hasta 2036 para no pescar en las aguas internacionales del Ártico –que abarcan una superficie similar al mar Mediterráneo en el centro del polo norte–, la mayoría de los barcos que entran en aguas árticas son pesqueros (cuatro de cada diez en 2023). En la última década se ha sumado un tercio más de pesqueros faenando a esas latitudes. Se ha pasado de 533 a 723. El cambio climático está convirtiendo las aguas territoriales árticas de Rusia, Canadá, Noruega, Dinamarca y Estados Unidos en cada vez más pescables.
La Organización Internacional Eurofish (dedicada al desarrollo de la pesca y la acuicultura en Europa) escribía ya en 2019: “Como resultado del cambio climático, grandes áreas del Ártico pueden convertirse, al menos temporalmente, en accesibles para la pesca. Las especies ya están avanzando hacia aguas árticas llevadas por el aumento de la temperaturas”.
Con todo, quizá lo que más llama la atención es cómo se han disparado los buques que llegan y atraviesan esta zona para sostener el comercio de combustibles fósiles. Unos combustibles fósiles que, al quemarse, aceleran el deshielo que les abre el camino a esos mismos barcos.
Una de las principales razones detrás del aumento del tráfico marítimo es el incremento de la extracción de recursos naturales
“La extracción es uno de las principales causas de que haya más tráfico”, expone el análisis del AC. Los datos son clarísimos. Los petroleros que transportan crudo han pasado de 12 en 2013 a 31. Los barcos con suministros para las plataformas offshore de hidrocarburos, de 24 a 44. Y los metaneros (cargueros de gas) de uno hace diez años a 31 en 2023. “Casi no había antes de 2018”, ha matizado Hjalti Hreinsson. De 2013 a 2017 navegaron allí un total de seis metaneros.
De hecho, la fuerte demanda china por el crudo ruso provocó que el año pasado se batiera el récord de travesías completas del océano Ártico. Los petroleros llevaron 1,5 millones de toneladas desde el Báltico a China atravesando el círculo polar.
En total se contabilizaron 75 travesías completas que transportaron 2,1 millones de toneladas de mercancías. El máximo volumen en este tipo de singladuras completas. La mayoría fue petróleo, seguido de hierro, gas y carbón. El 95% de ese cargamento fue para China.
Y los planes de Rusia, uno de los principales contaminadores de la atmósfera –que genera el cambio climático y a su vez, redunda en un Ártico menos helado y más libre para la actividades comerciales–, son apretar el acelerador. El jefe de la entidad responsable de la ruta del norte en Rusia, Rosatom, Alexei Lijachev, ha asegurado que en 2024 se iniciaría la navegación todo el año en el tramo Este de la ruta del Ártico.
Y no es el único sector que no para de aprovecharse del fundimiento del norte helado. Los cargueros “cuyo tráfico diez años atrás era muy bajo”, ha crecido “sustancialmente”, avisa el informe del Consejo Ártico. ¿Cuánto? Un 200%. Lo llamativo es que si los cargueros han pasado de 71 a 114, la distancia acumulada que han recorrido es mucho mayor: si en 2013 fueron 139.000 millas, el curso pasado llegaron a 424.000.
Para rematar el panorama, la industria del turismo tampoco ha dejado escapar la oportunidad. Los cruceros árticos casi se han doblado. De hecho, en 2019 se estrenaron las travesías completas entre Alaska y Noruega. No son muchos estos buques –siempre calificados de “ultralujo”–, pero el año pasado sumaron 96 cruceros cuando diez años atrás habían sido 58.
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