“Es un terremoto, un huracán, un tsunami (…) cuando ves estas cifras, es tan condenable que nadie puede seguir negándolo, ni la Iglesia católica ni la sociedad en su conjunto”. Olivier Savignac sufrió abusos sexuales por parte de un sacerdote en 1993, cuando tenía 13 años. 28 años más tarde, ha sido uno de los supervivientes que han colaborado para realizar un informe, elaborado por una comisión independiente, y cuyos primeros resultados dan buena muestra del horror vivido en la Iglesia francesa, al menos, desde 1950.
El texto calcula que en este periodo ha habido entre 2.900 y 3.200 curas pederastas (el 2% del clero a lo largo de estos 70 años), que llegaron a abusar de 216.000 personas. Si sumamos los abusos en colegios o instituciones católicas, el drama se eleva a las 330.000 víctimas.
El presidente de la comisión de investigación, Jean-Marc Sauvé, explicó algunos de los detalles de la misma, para la que la Iglesia francesa (que todavía no ha emitido un comunicado oficial sobre las cifras) ordenó la apertura de todos sus archivos. Algo que, en España o Italia, aún no se ha hecho, siendo los únicos países de nuestro entorno cuyo episcopado no quiere hacer recuento de las víctimas de la pederastia entre sus filas. A lo largo de 17 meses, los investigadores pudieron bucear en archivos eclesiásticos, judiciales y policiales, y recibieron 6.500 llamadas o contactos de víctimas o familiares.
El autor del informe, Sauvé, denunció la “cruel indiferencia” de la Iglesia católica hacia las víctimas hasta principios de 2000. Por esta razón, la comisión propone “reconocer la responsabilidad de la Iglesia”. Una responsabilidad que implica una “reparación” económica. “Hay que compensar el perjuicio sufrido por las víctimas, incluso sin ninguna falta identificada y caracterizada por parte de la Iglesia”, señaló el responsable del informe.
Nada más conocer el texto, la Conferencia Episcopal francesa y la Conferencia de Religiosos del país emitieron un comunicado conjunto en el que se muestran “avergonzados e indignados” ante “tantas vidas destrozadas y a menudo destruidas”.
“Los resultados son tremendamente pesados, y muestran una realidad atroz que no podíamos imaginar en cuanto al número de víctimas, el porcentaje de sacerdotes y religiosos que cometieron estos delitos y las carencias que hicieron posible que algunos de ellos pudieran actuar durante décadas y que tan pocos fueran perseguidos”, lamenta oficialmente la Iglesia gala, que se dirige a las víctimas, “a las que pudieron hablar, a las que aún no han podido hacerlo o no podrán hacerlo nunca, y a las que han muerto”.
“Nada puede justificar que no se les haya escuchado, creído y apoyado, ni que la mayoría de los culpables no hayan sido denunciados y juzgados”, admiten obispos y religiosos, quienes agradecen “la valentía de las víctimas que se atrevieron a hablar”.
“Reiteramos solemnemente nuestra determinación de aplicar las directrices y decisiones necesarias para que un escándalo así no pueda repetirse”, añade el comunicado, que apunta que “queda mucho camino por recorrer para ganarnos el perdón de las víctimas”, para lo que “estudiarán cada recomendación del informe”, entre ellas, la de las indemnizaciones, aunque sin concretar.
“Cruel indiferencia” de la Iglesia
Los datos son demoledores. De los 115.000 sacerdotes o religiosos censados en los últimos 70 años en Francia, hubo “entre 2.900 y 3.200 pederastas”, señaló Sauvé, precisando que es una “estimación mínima”. Respecto a las víctimas, la cifra resulta escandalosa, y supera, con mucho, la estimación preliminar avanzada en marzo, que hablaba de 10.000 casos. Ahora el estudio calcula 330.000 víctimas en la Iglesia gala. El presidente de la comisión, católico practicante, precisó atención psicológica durante la investigación, según reveló a Afp.
Las conclusiones del informe muestran cómo la Iglesia francesa es el tercer lugar donde más abusos sexuales sobre menores se producen en el país, solo por detrás de la familia o los círculos de amistad.
El escándalo en Francia es el último en afectar a la Iglesia Católica Romana, que se ha visto sacudida por escándalos de abuso sexual en todo el mundo –que a menudo involucran a niños– durante los últimos 20 años. En la mayoría de los casos, los hechos están hoy prescritos y los autores de los abusos fallecidos, con lo que es improbable un recurso a la justicia.
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