No contarlo por vergüenza. Temor a denunciar a un hombre que conoces. Miedo a que no te crean, a que tu historia no encaje son la imagen habitual de violación. Pensamientos suicidas. La última Macroencuesta de Violencia contra la Mujer publicada por el Ministerio de Igualdad constata el impacto estadístico de la violencia sexual, pero también el impacto vital y emocional. En los últimos años, las mujeres de todo el mundo han roto el silencio sobre la violencia sexual en un fenómeno que marcará un antes y un después, pero los estigmas y estereotipos son aún la norma. Solo el 8% de las mujeres que sufren agresiones sexuales fuera de la pareja acude a los juzgados, la Policía o la Guardia Civil. La mayoría de agresores —un 99,6%— son hombres y un 60% de la violencia sexual es cometida por conocidos, amigos o familiares.
Los motivos para no denunciar dan idea de hasta qué punto la violencia sexual sigue estigmatizando a las mujeres. El 40,3% de quienes sufrieron violencia sexual y el 20,6% de las mujeres que fueron violadas no denunciaron por vergüenza. El 8,4% porque sintió que no era lo suficientemente importante. “Seguimos escuchando relatos que ponen sobre la vida sexual de las mujeres una especie de honra que queda manchada si se produce una agresión. Un ataque contra la sexualidad es algo que se tiene que tapar, y esto es algo que tiene que ver con cómo situamos la sexualidad femenina en la sociedad”, explica la abogada especializada Carla Vall.
El 40,2% relata también que el hecho de ser menor las desincentivó a acudir a la justicia. El 'yo sí te creo' encuentra en esta encuesta un sentido cuantitativo: el 36,5% de las mujeres que sufrió violencia sexual y no denunció menciona el miedo a no ser creídas como factor clave.
Vall señala que hay un imaginario social perverso que sigue operando. “Parece que si sufres violencia sexual ya no puedes hacer nada. En ese sentido, los estereotipos sobre la violencia son mensajes aleccionadores”. Por ejemplo, cuando la víctima de 'la manada' fue señalada por quedar con amigas, ir a la piscina y subir fotos en una fiesta a redes sociales. “No tenemos otro delito con una tensión tan fuerte entre la norma social y la jurídica: se pone el foco sobre la víctima, se la estigmatiza y recae en ella la sanción social, cuando normalmente opera sobre el agresor”, describe la abogada.
Un dato da idea del impacto emocional que tiene para las mujeres la violencia sexual. El 27,7% de las mujeres que la sufren tienen pensamientos suicidas en algún momento de sus vidas, hasta el 38,2% de las mujeres que son violadas. “Tenemos aún un relato social muy ajeno a las violencias sexuales, cuesta a veces reconocer que eso que te ha pasado es violencia sexual, esa disociación entre el imaginario social y lo que a ti te pasa es un choque”, cuenta Montse Pineda, experta en violencia sexual y coordinadora de Creación Positiva.
La cifra se mezcla, además, con otra que indica que son muchas las mujeres que no acuden, no solo a la justicia, sino a los recursos disponibles en busca de algún tipo de ayuda. “No vas por la vergüenza pero también porque te sientes cuestionada”, añade Pineda.
Agresores conocidos
El choque puede aumentar si además el agresor es conocido: “Piensas 'qué he hecho para que me pase algo así' y si encima es tu pareja o un amigo familiar te sientes traicionada en el elemento de confianza”. La Encuesta apunta a que el 9% de las mujeres de más de 16 años han sufrido violencia sexual por parte de alguna pareja actual o pasada.
Pero más allá de las relaciones 'estables', los datos del estudio desmontan la imagen clásica de la violación solo como eso que perpetra un hombre desconocido en un callejón. El 60% de las agresiones las cometen hombres conocidos. En el caso de las violaciones, el 20% las perpetran desconocidos frente al 80% de conocidos, familiares o amigos. Además, el 44,2% de las mujeres que relatan violencia sexual cuentan que sucedió en una casa. El 32%, en zonas abiertas, el 17,8%, en bares, discotecas o restaurantes.
“Ante conocidos no sueles verte tanto en una situación de riesgo, cuesta más identificar la violencia sexual e identificar a ese hombre como tu agresor”, afirma Pineda, que se muestra preocupada por la raíz de toda esta violencia: “No estamos trabajando como deberíamos la base de todo esto ni la educación”.