36 años después de las primeras elecciones democráticas, los diputados del Congreso siguen goleando a las diputadas: 140 mujeres se sientan en el hemiciclo frente a 210 hombres. La cifra puede parecer estupenda si la comparamos con las 21 diputadas que en 1977 estrenaron por primera vez un escaño. Sin embargo, la paridad lleva un ritmo lento. “Estamos avanzando pero tenemos que seguir incidiendo en esas políticas de ‘cuotas’ que tanto rechaza Cospedal porque es la única manera de garantizar la igualdad al 50%”, afirma Purificación Causapié, secretaria de Igualdad de la Ejecutiva del PSOE.
Carlota Bustelo tiene en la actualidad 74 años y sigue siendo una activista en la defensa de los derechos de las mujeres. Fue testigo de la constitución de las primeras Cortes democráticas junto a otras 20 mujeres de diferentes ideologías, algunas de las cuales ya han fallecido. Cuando ella llegó al Congreso tenía 38 años. Conoció a Dolores Ibárruri; a Alberti, a todos los padres de la Constitución y protagonizó cambios históricos, como la “despenalización del adulterio y el amancebamiento”, aprobada en 1978.
De ese pequeño ramillete de mujeres, pioneras en llegar al Parlamento, solo la actual Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, repitió varias veces en las listas electorales, primero con la UCD y luego en las del PP, en las legislaturas I, IV,V,VII y IX. Al ser la más veterana, eldiario.es ha intentado recoger su testimonio y sus recuerdos de aquellos momentos pero Becerril hoy estaba “muy ocupada”.
Desde el 1977 ha llovido mucho. Poco a poco ese raquítico número de 21 congresistas ha ido engrosándose, aunque a paso muy lento. En la I legislatura, las mujeres pasaron a ser 24. En la II, durante el primer mandato de Felipe González (1982-1986) salieron electas 23, curiosamente una menos que tres años antes. En la III, subieron a 33; en la IV, a 54; en la V, último mandato de González, llegaron a 65, triplicando aquella primera veintena. No estaba mal pero era insuficiente.
En la VI legislatura (1996-2000), el Congreso, con el PSOE ya en la oposición, avanza un poco más en la igualdad: 98 mujeres logran sentarse en el hemiciclo. Cuatro años después, en 2004, son ya 132. Entonces, José María Aznar, elegido por segunda vez presidente del Gobierno, da un golpe de efecto y nombra a Luisa Fernanda Rudi Presidenta del Congreso, lo que la convierte en la primera mujer en ostentar ese importante cargo por el que, además, 'asciende' a tercera autoridad del Estado. Previamente, su compañera Esperanza Aguirre había conseguido también romper la tradición en el Senado al ser nombrada presidenta de la Cámara alta. Dos ‘detalles’ de los que no han dejado de presumir los populares que siempre han rechazado las ‘cuotas’ a la hora del reparto de cargos.
Aznar pierde las elecciones y comienza la VIII legislatura, la era Zapatero, con 146 mujeres en los escaños del Congreso. Cuando en marzo de 2007 la Cámara baja aprobaba, con la rotunda abstención del PP, la Ley de Igualdad -una de las promesas ‘estrellas’ de Zapatero- el líder socialista se apresuró a proclamar que era una ley para “hacer justicia a las mujeres”. Razón no le faltaba porque en términos de paridad seguía habiendo déficit de justicia. Zapatero se marchó dejando 158 diputadas sentadas en el hemiciclo, solo 12 más que en la anterior legislatura. La ley ayudó pero no fue tan ‘eficaz’ como se esperaba.
De hecho, han pasado seis años desde la entrada en vigor de aquella normativa que obliga a los partidos a que las listas electorales mantengan un equilibrio de géneros del 60%-40%, y la desigualdad entre hombres y mujeres sigue siendo patente. ¿El motivo? Pues que los partidos se las ingenian para colocar a los hombres en puestos de segura salida en detrimento de ellas. Las cifras ‘cantan’ por sí solas. En esta legislatura, la X y primera de Gobierno de Mariano Rajoy, se ha retrocedido y de aquellas 158 diputadas que poblaban el hemiciclo a finales de 2011 se ha pasado a 140. En términos de paridad, un desastre.
Para consolarse, sus señorías destacan que al menos ha habido algún avance para las diputadas, como la aprobación del llamado ‘voto telemático’, que permite a las embarazadas o a las diputadas que están en periodo de lactancia votar por correo electrónico. La conciliación de la vida familiar y laboral, como en casi todas las demás profesiones, es todavía una entelequia.