“Billy el Niño' me cambió la vida, tuve que dejar mi casa y los estudios”
Metro de Aluche, Madrid. Un grupo de estudiantes deja una pintada. 'Libertad para los presos políticos'. Mayo de 1975. El equipo policial de Billy el Niño tira de manual: detenciones, torturas, encarcelamientos. La universidad española crece antifranquista y la dictadura de Franco arremete contra el movimiento estudiantil.
Rosa García Alcón es alumna de la Facultad de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid. Cae en una de las redadas de la Brigada Político Social (BPS). Pudo ser una de las detenidas que refiere el proceso abierto en 1977 para conceder la Medalla de Plata al Mérito Policial al inspector Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño. Es plausible, aunque no está confirmado, porque a ella la detienen el 24 de agosto de 1975 y un mes después, Billy el Niño recoge una “felicitación pública, con otros, y premio de 20.000 pesetas por desarticulación de aparato de propaganda F.R.A.P.”. Ella era de la Federación Universitaria Democrática Española, enmarcada en el FRAP. Rosa tiene 18 años. Va a ser torturada durante varios días. El episodio trastoca todos los planes de futuro. Rosa abandona su ciudad, sus estudios, su vida.
¿Billy el Niño le cambia la vida?
Sí, me cambió la vida. Desde la detención ya no podía estar en casa de mis padres porque estaba expuesta a que la Policía viniera a buscarme cada vez que quisiera. Y me tuve que ir de casa de mis padres, de Madrid... me fui a la clandestinidad. Tuve que dejar los estudios.
Me detienen a finales de agosto, el día 24, y tenía pendientes exámenes de septiembre que no pude realizar. Era el año 75 y la situación se puso muy complicada para volver a la facultad.
¿Cómo acaba en manos de la Brigada Político Social?
Fue un día en un 'salto', que es como les decíamos a las manifestaciones más o menos espontáneas. Había concentraciones que sí se convocaban de forma abierta a través de carteles o panfletos, como sucedía con el 1º de Mayo, y los 'saltos' eran a nivel más controlado. Los militantes y poco más.
¿Cómo recuerda su detención?
Aparecen dos policías de paisano y me detienen. Era de noche. Yo era una joven estudiante de 18 años. Iba con un vestido de verano, corto. Y los policías me llevan a la Puerta del Sol.
¿Y qué ocurre en los calabozos de la DGS?
Me recibe Billy el Niño. A puñetazos. A golpes. Me decía puta, guarra. Era muy despectivo con las mujeres, muy machista. Y disfrutaba imponiendo el terror. Se le veía en los ojos.
¿Qué aspecto tenía Billy el Niño?
Lo que más recuerdo era su boca, muy grande, cómo la acercaba a mi cara y me gritaba… Más que temor me producía asco. Olía muy mal, era muy desagradable. No recuerdo que me preguntara nada, solo que me pegaba como un loco. Así durante seis días. Cuando me tiraban al suelo en los interrogatorios, como iba con un vestido, decían “mira, que nos lo enseña todo la guarra”, esas cosas.
Una noche me sacaron en un coche. Iba Billy el Niño y tres policías más. Decían que me iban a enseñar un piso franco que habían localizado. En el trayecto me amenazaron diciendo que me iban a llevar a la Casa de Campo, me iban a violar y me dejarían por ahí. Que mi familia nunca más sabría de mí. Imagínate, con 18 años recién cumplidos, esposada en un coche con cuatro hombres… Era una niña.
¿Llegaron al supuesto piso franco?
Al llegar me usaron como escudo humano. Billy el Niño me puso la pistola en la cabeza. Recordar es duro. Una vez a uno le daría un ataque de locura porque entró gritando (en la sala de torturas de la DGS) y me dio con una silla en la cabeza, por la espalda. Caí al suelo medio inconsciente. Le dijeron “que la vas a matar”. Todos (los agentes de la BPS) eran muy salvajes.
Después de sufrir violencia policial en la Puerta del Sol, ¿estuvo en la cárcel?
Sí, en Yeserías. Estuve desde el 30 de agosto hasta el 3 de diciembre de 1975. Era la cárcel de mujeres que estaban aún sin juzgar, o sea, 'preventivas'. Ahora aquello es el centro de reinserción social Victoria Kent.
Y, a partir de ahí, su vida cambia.
Claro, estudiaba Medicina en la Complutense, en Madrid, y me vi obligada a abandonar. Mis compañeras me matricularon otra vez porque yo no salía en un tiempo de la cárcel y siempre creí que el juez militar me había impedido hacer los exámenes de aquellas fechas, pero al recoger los papeles para poner la denuncia (en la Querella Argentina), comprobé que sí está la autorización del juez. No sé quién se negó, pero el caso es que no pude hacer los exámenes. Así que me tuve que ir y ponerme a trabajar. Y pasó la vida.
¿Recuperó los estudios en algún momento?
Después de muchos años. Recuperé los estudios con 47 años e hice otra carrera, Nutrición Humana y Dietética. Me gustaba mucho y fui a la misma facultad donde hacía Medicina.
¿Y cómo vivió entrar años después en ese mismo edificio?
Entrar por esos mismos pasillos fue muy emocionante. Estar en ese mismo edificio después de tantos años… Estudiar esa carrera, esa segunda vez, fueron de los mejores de mis últimos años. Hice muy buenas amigas, muy jóvenes, de 18 años.
La misma edad que cuando acaba detenida en el 75 por luchar contra la dictadura de Franco. ¿Sabían algo de su historia?
Nunca les conté nada a las chicas de la facultad. Muchas se han enterado ahora. Y se han puesto en contacto conmigo y me han dicho “¡Esa eres tú!”, muy contentas y muy orgullosas de mí. Entonces solo les dije que no había podido seguir y que la vida me había llevado por otros derroteros. Me integré muy bien con ellas aunque a veces parecía un bicho raro porque era una señora en medio de tanta gente joven. Pero aprendí mucho. Terminé la carrera y de eso vivo.
¿A qué organización pertenecía en 1975?
Militaba en la Federación Universitaria Democrática Española (FUDE), que pertenecía al Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP).
¿Cómo era la resistencia estudiantil antifranquista?
Lo que hacíamos era propaganda, luchar contra la dictadura haciendo propaganda. Poniendo carteles, denunciando torturas, los presos políticos, la situación política. O mítines relámpago, jornadas de lucha que preparábamos con otras organizaciones y esos ‘saltos’, como llamábamos a las manifestaciones espontáneas.
Hacíamos pintadas, como una que recuerdo que hicimos en el metro de Aluche, porque se había convocado una concentración ante la cárcel de Carabanchel. Era mayo de 1975. La pintada decía 'Libertad para los presos políticos'. Un chivato nos denunció a un policía que estaba vigilando en las inmediaciones, ya él nos había visto, y nos dio el alto y comenzó a disparar. Oí el silbido de las balas. Salimos huyendo a todo correr.
Y los 'saltos'... ¿cómo eran?
Estaban organizados: dónde se hacían, la hora, el recorrido y los sitios por los que escapar. Se llevaba un piquete de 'salto', los que comenzaban a gritar y cortaban la calle, y un piquete de defensa, los más fuertes y atrevidos que se encargaban de proteger a los demás. Eran los últimos en quitarse de en medio. Para hacer los 'saltos' se buscaban recorridos céntricos y salidas contra la dirección de los coches, en dirección prohibida, para dificultar la persecución policial.
¿Qué sucedía en una jornada de lucha en la universidad?
Se hacían piquetes. Éramos bastantes organizaciones. El FRAP, La Liga, el PC… todas las de la izquierda. La idea era llenar la avenida Complutense, que es grande y atraviesa todo el recinto universitario. Se iba atrayendo a la gente, de algunas facultades salían muchos y de otras casi nadie.
¿Cuántos estudiantes participaban en la lucha contra la dictadura?
La universidad era antifranquista. Pero era muy peligroso y la participación no era masiva. Calculo que podíamos ser entre el 15 o el 20% de los estudiantes. Dependía de las facultades. En las ingenierías había poco, en filosofía más, en periodismo era tremendo, en políticas había bastante movimiento… Entré en la universidad en un año de muchísima conflictividad. El decano permitía que la policía entrara todas las tardes para que se nos desalojara y evitar que hiciéramos asambleas. El franquismo tenía policías infiltrados como alumnos e incluso un plantel de chivatos que les permitía tener controlada a la población. Conserjes, taxistas, incluso policías infiltrados como alumnos… se sabía quiénes eran. Con esta gente que vivía de chivato pudieron mantener ese nivel de represión.
Y el régimen de Franco activaba el aparato represor contra el movimiento estudiantil…
Aparecían los grises en tromba. A caballo. Cuando aparecía la policía tocaba correr y quitarse de en medio. Estamos hablando de la dictadura, tiempos muy peligrosos. Todo se planteaba como una lucha contra la dictadura y por las libertades democráticas.