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ENTREVISTA | Estefania Acién, profesora de Antropología Social

“Es doloroso que hablen de proxenetismo cuando el fin de la jornada era escuchar las voces de las trabajadoras sexuales”

Estefanía Acién

Marta Borraz

Tras días de polémica, la Universidad de A Coruña ha suspendido finalmente las jornadas sobre “trabajo sexual” que iba a celebrar la próxima semana. La decisión responde a las fuertes críticas que desde un sector del feminismo se han lanzado contra el encuentro, en el que estaba previsto que participaran varias prostitutas y dos docentes e investigadoras. Una de ellas, Estefanía Acién, profesora de Antropología Social de la Universidad de Almería y miembro de la ONG Acción en Red lamenta que el centro haya dado este paso y apuesta por un debate “sosegado y tranquilo” sobre una realidad, la de la prostitución, que define como compleja.

¿Cómo calificaría la decisión de la Universidad de A Coruña de cancelar la jornada?

Me parece sorprendente porque unos días antes había publicado un comunicado diciendo que a pesar de que no compartía del todo ideológicamente el contenido o la orientación de la jornada, la Universidad era una institución democrática donde se celebra la libertad de expresión. Es entonces cuando fueron pasando las horas y veíamos que la presión desde el sector abolicionista no cesaba. Es sorprendente, pero también muy desagradable y decepcionante.

La decisión es una muy mala noticia para la democracia y para la institución universitaria en general. Yo, como profesora y perteneciente a este ámbito desde hace más de diez años, siempre he considerado que se trataba de un espacio seguro en el que debatir y exponer ideas. Que haya sido posible que a partir de presiones de un sector ideológico, una universidad pública cancele una jornada por la no orientación abolicionista de la misma es muy grave. Es un atentado contra la libertad de expresión. Y es muy peligroso porque abre la puerta, y más en los tiempos que corren, a que cualquier debate que resulte ofensivo para un grupo poderoso, sea censurado.

Las voces feministas que han pedido la cancelación parten de la idea de que este tema no debe ser objeto de discusión. ¿Todo es debatible?

La cuestión aquí es que con este tema hay un debate abierto y es innegable que hay que intercambiar puntos de vista para, al menos, llegar a un acuerdo de mínimos, porque de alguna manera tendremos socialmente que afrontar el fenómeno de la prostitución. Hay un sector del abolicionismo que parte de la idea de que es en sí una violación de los derechos humanos y por eso no es debatible, pero esta premisa de partida no está en absoluto clara para casi nadie. Es una cuestión que lleva debatiéndose desde el siglo XIX y todavía no hemos llegado a un acuerdo ni dentro del feminismo ni en la sociedad. El consenso sí es en contra de forzar y obligar, está claro, pero la prostitución es en sí tan diversa que es necesario tener un debate teniendo en cuenta su complejidad y, sobre todo, la voz de las personas que están inmersas en esta realidad.

Una parte importante del cartel lo forman prostitutas que se consideran trabajadoras sexuales...

Sí. Por eso también es incomprensible que no se permita que haya una jornada donde la mayoría de la gente que va a hablar lo va a hacer en primera persona, sobre sus problemas. Los títulos de las ponencias están centrados en problemas concretos que sufren las trabajadoras sexuales y que irremediablemente tenemos que abordar en esta sociedad y ver cómo le damos solución: sobre las particularidades de las mujeres migrantes, sobre la salud mental, sobre el estigma y la violencia institucional que viven las prostitutas o sobre las posibilidades de autorganización de las propias mujeres.

Se ha llegado a calificar el encuentro de estrategia del “lobby proxeneta”, pero ¿cuál es su objetivo? ¿de qué se iba a hablar allí?

De lo que he comentado. Por eso es especialmente doloroso que hagan esas acusaciones, que hablen de proxenetismo, que son directamente difamaciones. Se ha llegado incluso a decir que vamos allí a captar jóvenes para los clubs. Es muy grave, porque la intención era escuchar las voces de las propias trabajadoras sexuales y hablar de los problemas que sufren y viven y que como sociedad hay que abordar.

También se ha especulado con la financiación y la organización de la jornada. ¿Cómo surge?

La idea emerge de María Martínez, una estudiante de la Universidad de A Coruña que también es trabajadora sexual, y que tuvo la iniciativa de pedir una subvención en el marco de una convocatoria pública de la Facultad de Sociología. Le concedieron 500 euros y allá por primavera de este año nos llamó a las personas que quería que participáramos en el encuentro. Para mí fue un honor y me pareció súper interesante desde el principio. Se nos ha acusado de todo, pero incluso hemos puesto de nuestro bolsillo dinero para contribuir con las ponentes que tienen más dificultades económicas. Y luego escuchas que la jornada la paga el proxenetismo internacional y te sientes muy violentada.

¿Qué iba a exponer usted en concreto?

Bueno, debo matizar que las jornadas van a celebrarse, pero no en la Universidad de A Coruña. Se harán en otro espacio y, de hecho, ya hay varias iniciativas privadas, entre ellas una librería o un espacio activista alternativo, ofreciéndose solidariamente a albergarlas. Eso es muy buena noticia. Así que el tema en el que yo me voy a centrar, porque así me lo pidieron, es en lo que ya investigué en mi tesis: la situación y los problemas de las trabajadoras sexuales nigerianas en el Poniente Almeriense. Estuve diez años trabajando con ellas y lo que vi es que era una realidad mucho más diversa y compleja de lo que se muestra y muy pocas veces se aborda desde la perspectiva de derechos humanos, es decir, qué circunstancias políticas, sociales y jurídicas hacen que sean tan vulnerables que la única opción que tengan en nuestra sociedad sea el trabajo sexual.

Antes comentaba que el abordaje de la prostitución debe ser algo sobre lo que debatir, pero el encuentro no cuenta con voces abolicionistas, otra de las críticas más reiteradas de estos días.

Sí, se nos ha acusado de ello, sobre todo a la organizadora. La idea del encuentro era exponer ideas en un espacio seguro, pero de todas formas es muy curioso porque cuando el abolicionismo organiza jornadas, tampoco cuenta con otros puntos de vista y no se cuestiona. Afortunadamente estamos en un país en el que se pueden organizar encuentros en libertad, que pueden resultar o no interesantes, pero que están abiertos al público para que en la parte de debate se puedan exponer posturas y lo que sea necesario. Así es como funciona una universidad democrática. Yo he estado en jornadas sobre prostitución con todos los puntos de vista y está fenomenal, pero ¿por qué hay que boicotear o limitar un evento porque la gente que habla no va a decir lo que tú quieres escuchar? Es que es tremendo.

¿Cuál es la solución a este encontronazo tan profundo que vivimos en el movimiento feminista?

Hablar, hablar y hablar. Y leer lo que escriben unas y otras. Debatir y discutir los pormenores del asunto y, para mí, la clave está en poner en el centro la realidad que viven las propias mujeres que ejercen la prostitución. Debemos hacer un análisis complejo de la realidad, pero sosegado y tranquilo. Tenemos que ir viendo cómo generamos una sociedad más igualitaria y más justa, donde las personas tengamos cada vez más acceso a la libertad de elección. Si caminamos en este sentido seguramente vamos a avanzar mucho más que con esta situación tan polarizada.

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