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Cataluña afronta la desescalada con dudas sobre Barcelona y con tensión política

Varias clientas recogen sus pedidos en un restaurante de Barcelona este martes.

EFE

Barcelona —

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Cataluña, con más de 10.000 víctimas por coronavirus, afronta un complicado proceso de desescalada con incógnitas como si Barcelona podrá iniciar el lunes la fase 1 y discrepancias políticas para su ejecución, si por provincias, como propone el Ministerio de Sanidad, o por regiones sanitarias, como aboga el Govern.

El impacto de la COVID-19 no sólo ha provocado una tragedia humana, sino que ha acentuado las discrepancias entre Generalitat y Gobierno sobre cómo gestionar la crisis, los roces entre los socios del Govern (JxCat y ERC) y las penurias de parte del sistema sanitario y asistencial tras años de recortes y parálisis presupuestaria.

La consellera de Salud, Alba Vergés, aboga por el desconfinamiento por regiones sanitarias, nueve en concreto, y aún hay dudas sobre si finalmente la ciudad de Barcelona y las poblaciones de las zonas Metropolitana Norte y Metropolitana Sur llegarían a tiempo para entrar en fase 1 el próximo lunes día 11.

A esta incógnita, que podría despejar hoy mismo el Govern, se ha añadido la complejidad política, ya que ERC, que gestiona los departamentos de Salud, Economía y Trabajo, Asuntos Sociales y Familias -los más impactados por esta crisis- anunció que votaría en contra de prorrogar en el Congreso el actual estado de alarma.

Se añade así un capítulo más a una doble constante que en Cataluña ha caminado en paralelo a la emergencia sanitaria: los choques entre el Govern de Quim Torra y el de Pedro Sánchez, por un lado, y los roces entre JxCat y ERC en un clima preelectoral en la comunidad.

Estos roces fueron visibles durante el confinamiento especial de Igualada y la Conca d'Òdena a finales de marzo, cuando alcaldes de JxCat como el de Igualada, Marc Castells, cuestionaron abiertamente la gestión sanitaria y asistencial del Govern, manejadas por ERC.

Durante la fase de desescalada la Atención Primaria será “la columna vertebral” del sistema y donde se harán pruebas para detectar el coronavirus, probablemente con cita previa.

También se potenciarán las consultas médicas telemáticas, ya utilizadas durante toda la crisis, en la que se han contratado unas 4.000 personas en el sistema sanitario público y privado para afrontar la avalancha de enfermos, junto con la ayuda voluntaria de doctores y enfermeras recién jubilados.

El coronavirus en Cataluña también ha golpeado la economía, con un aumento del 12 % del paro en abril y 809.730 trabajadores que han perdido el empleo o están inmersos en Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE).

En contraste con el vértigo de estas cifras aparecen signos de lento retorno a una “nueva normalidad”, como el inicio el lunes de la preinscripción y matrículas escolares, el crecimiento del tráfico en el área de Barcelona o la tímida reapertura del pequeño comercio.

Los datos del Departamento de Salud a día de ayer martes arrojaban un total de 10.682 fallecidos a causa de la COVID-19 en Cataluña, de los que 3.131 habían muerto en residencias de mayores y el resto en hospitales, domicilios o sociosanitarios.

En este trágico balance ha habido datos especialmente reveladores, como el hecho de que casi un 30 % de las víctimas hayan sido mayores de 80 años que vivían en residencias geriátricas.

Hasta diez residencias de ancianos han sido intervenidas por el gobierno catalán, que a mediados de abril decidió traspasar las competencias asistenciales desde el departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias al de Salud, ambos en manos de ERC.

Otro crudo episodio fue la revelación de un documento interno del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) que aconsejaba no ingresar en las unidades de cuidados intensivos a los mayores de 80 años con coronavirus, una disposición que contó con el respaldo del Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña.

Para atender esta emergencia sanitaria, las ucis han triplicado su capacidad, pasando de 600 camas hasta cerca de las 2.000, un gran esfuerzo que ha recaído sobre todo en la voluntariedad y la dedicación de toda la cadena de profesionales sanitarios.

Los grandes hospitales barceloneses, Vall d'Hebron, Mar, Bellvitge, Can Ruti, Sant Pau y Clínic, se han casi convertido en espacios dedicados casi exclusivamente a pacientes de COVID-19, mientras el resto de patologías han pasado a un segundo plano y ahora, casi dos meses después, se empiezan a reprogramar visitas y operaciones.

Los hospitales han contado con camas para pacientes menos graves creadas en polideportivos u hoteles cercanos, denominados hospitales de campaña, que han supuesto pasar de las 12.000 camas convencionales a unas 20.000, según datos de Salud.

La lucha contra la pandemia en Cataluña ha sido también la de lograr medios de protección para los profesionales sanitarios y de las residencias, tener test para asegurar un correcto aislamiento de las personas positivas y mascarillas para la población.

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