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Decenas de estudiantes y mujeres desempleadas se ofrecen voluntarias para cuidar a niños ante el cierre de colegios en Madrid

Un cartel en el ascensor de un edificio para ayudar a familias que no puedan cuidar a sus hijos en casa ante el cierre de colegios.

Gabriela Sánchez

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Cuando Camila se enteró del cierre de centros educativos en la Comunidad de Madrid por el brote de coronavirus, se le vinieron a la cabeza las dificultades a las que se enfrentarían muchas familias para hacerse cargo de sus hijos. La universitaria comentó con sus compañeras de piso cómo se las arreglarían esos vecinos con niños que viven en su edificio. El día siguiente, un cartel colocado en el ascensor de su casa anunció su intención de pasar a la acción: “Vecinos/as, si a vuestros hijos les han suspendido las clases y no tenéis con quien dejarlos para ir a trabajar, podéis dejarlos con nosotras. 5ºD”.

Sus vecinos ya habían conseguido cuidadores a través de redes familiares, no han necesitado su ayuda, pero ese cartel se suma a la iniciativa de decenas de estudiantes y trabajadoras desempleadas de la región, organizadas en distintos barrios de Madrid para ofrecer su ayuda a los padres y madres que lo requieran.

Sandra Piñón, actriz en situación de desempleo, decidió aprovechar el tiempo que tiene en estos momentos para apoyar a esas familias con pocos recursos para atender a sus hijos durante el horario escolar. “Ahora estoy en una situación complicada, no tengo ayuda en ningún tipo, pero puedo ayudar y aportar algo ante esta emergencia”, explica una de las impulsoras de un grupo de Whatsapp abierto para poner en contacto a familias con dificultades para conciliar con vecinas -la mayoría mujeres- dispuestas a cuidar de sus hijos de manera solidaria.

“Cuando me uní éramos cuatro o cinco personas y ya somos casi 200. En un día se ha sumado muchísima gente, tanto que puede cuidar, como que tiene problemas a la hora de dejar a sus hijos, como personas que intentan ayudar de otras maneras”, describe la actriz. Desde este grupo, se ha creado un formulario para gestionar las ofertas y dividirlas en función de los horarios disponibles y de sus barrios de residencia para evitar desplazamientos innecesarios en transporte público ante el riesgo de contagio. A su vez, otras ciudadanas han creado otras iniciativas dirigidas a distritos concretos, como Villa de Vallecas o Tetuán, barrios humildes donde están contactando con ellas un mayor número de familias.

Desde el colectivo Vallekanas feministas Km9, están difundiendo entre las vecinas del barrio que lo necesitan un directorio de voluntarias para que sean ellas quienes contactan con aquellas personas que cumplen con sus necesidades de horarios o localización. “Ha sido muy rápido porque desde el colectivo conocemos muchas personas y se difunde todo con velocidad”, sostiene Mónica Mercado, miembro del colectivo que también va a encargarse en estos días de los hijos de alguna compañera.

“Me acaba de llamar una madre para decirme que mañana mismo va a dejar a su hija con una voluntaria”, apunta Mercado, profesora en un centro educativo de Madrid, quien asegura que, aunque han encontrado diversidad de perfiles entre quienes se han ofrecido a participar, la gran mayoría son mujeres. “Vemos que el sesgo de género en los cuidados se mantiene”, apunta. Esta tendencia se repite en todas las iniciativas con las que ha contactado eldiario.es para la realización de este artículo.

En otros barrios, las voluntarias aún buscan acceder a aquellas familias que lo necesitan. Sofía Álvarez, estudiante de Periodismo, trata de difundir la iniciativa en el distrito donde reside, Vicálvaro, a través de asociaciones, institutos y AMPA de la zona para dar a conocer el movimiento. “Estamos haciendo lo que debería hacer el Gobierno, pero hay muchas familias que lo necesitan y había que hacer algo”, sostiene la universitaria.

“En 2018, en la huelga de educación, se tejieron redes en Vicálvaro para cuidar a los niños que se ofrecían. Queremos replicarlo, estamos hablando con el tejido social del barrio para que nos lleguen casos del boca a boca, y asegurarnos de que la gente que se ofrece para cuidar no tenga síntomas”, explica Álvarez. La estudiante sintió el impulso de ayudar cuando vio en redes sociales la foto del cartel colocado por Camila en el ascensor de su edificio. “Decidí hacer lo mismo, pero solo tengo unos vecinos con hijos, así que publiqué un tuit. Creía que no me iba an a contestar y me contestaron cerca de 10 personas que también querían hacer algo”, describe la estudiante. Fue así como entró en contacto con la red.

Piñón solicita más voluntarios para poder hacer realidad esta iniciativa en todos los distritos de Madrid, así como una mayor difusión para llegar a aquellos vecinos y vecinas que desconocen su existencia. “Creo que puede dar un poco de miedo dejar a sus hijos con desconocidos, a mí también me pasaría en esas circunstancias: no hay una referencia de por medio, no hay un salario ni una contratación por eso está costando un poco más. Pero se está haciendo un buen trabajo y creo que vamos a poder ayudar”, apunta.

Lo mismo piensa Merche Negro, vecina del barrio de Arganzuela. La periodista difundió a través de Twitter su voluntad de apoyar en la tarea de los cuidados ante las medidas activadas por la epidemia: “Aquí hay dos manos que se ofrecen a cuidar peques y/o mayores. Lo digo en serio. Por lo que sea, estos días puedo hacerlo, y digo yo que hay que ayudarse”. Ningún desconocido ha contactado con ella por el momento, y entiende que se debe a la dificultad para dejar al cuidado de un ser querido a alguien sin referencias.

Negro apuesta por “activar redes vecinales, de confianza”, por lo que ha optado por colocar un cartel en el portal de su vivienda. Horas más tarde, un par de vecinas añadieron su piso en el papel. “¡Gran iniciativa!”, escribieron. Ellas también están dispuestas a ayudar.

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