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España suspende en educación sexual: “Los jóvenes buscan información y si no se la das, irán a Internet y al porno”

Jóvenes aprender a poner un condón durante un talller sobre sexualidad.

Belén Remacha / Miguel M. Ariztegi

13 de febrero de 2019 21:36 h

La educación sexual no está regulada en España: los ministerios de Educación y Sanidad trabajan en conjunto para incluirla en la futura Ley que derogaría la Lomce, pero todavía ese proyecto está en una fase inicial y a expensas de tramitación parlamentaria y de una eventual convocatoria de elecciones. Lo que hay ahora es “deficiente”, según todos los docentes consultados por eldiario.es. Cuando estaba vigente la Ley de Educación del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, se cursaba frecuentemente dentro de la asignatura Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos que el PP eliminó, aunque su temario no se centraba en ello e impartirlo o no dependía del profesor.

Raquel Hurtado, coordinadora del Área de Intervención Social de la Federación Estatal de Planificación Familiar y educadora en talleres en institutos y colegios, explica que, actualmente, que se dé o no obedece al criterio “y compromiso” de cada centro, con una materia que la ONU define como “esencial para la salud y el bienestar de los niños y jóvenes”. Alba Povedano, también psicóloga, sexóloga y formadora de La Otra Educación, sintetiza la necesidad de enseñarla en que “los jóvenes van a buscar información. Si no se la facilitas, irán a internet, al porno, o sencillamente se retroalimentarán entre ellos”.

En ocasiones no se habla de educación sexual sino de afectivo-sexual, pero a Raquel Hurtado el término no le convence “porque entonces parece que va separado, cuando la educación sexual lo engloba todo”. Ese “todo” incluye: comunicación, habilidades sociales, autoestima, afectos, placer, deseo, amor, distintos tipos de parejas, relaciones, orientaciones e identidades o establecimiento de límites. “Si no tienen todas esas herramientas, van a tomar decisiones sin información. Van a ser jóvenes menos libres, menos autónomos, menos felices. Cómo se pone un preservativo es casi anecdótico, lo que buscamos es abrir la mente”, resume Hurtado. Alba Povedano pone un ejemplo: “Se puede dar el caso de que un chaval se masturbe por presión de grupo y luego se sienta culpable. ¿Cómo vas a gestionar eso separando lo afectivo? Es imposible”.

La limitación de tiempo para abordar todo lo implicado es para Hurtado una contrariedad importante que presenta esta ausencia en el currículum escolar: “Como se suele decir, la educación sexual en España se limita, con suerte, a una charla en algún momento la ESO. De forma puntual, desordenada y sin continuidad”. También entran en juego las edades: “Nos llaman casi siempre en el primer ciclo de la ESO, cuando sospechan que los chicos y chicas pueden tener relaciones en breve. O cuando ya ha ocurrido algo en el centro, como un embarazo no deseado. Debería hacerse antes, desde los 0 años, entre familia, profesionales y centros. Si vas a hablar de la menstruación en 2º de la ESO, la mayor parte de las chicas la han tenido, llegas tarde a resolver dudas que tuvieron hace un par de años”.

Otro vacío en la falta de legislación que menciona Hurtado es que, tal y como están las cosas, cualquier entidad puede dar una clase de educación sexual: “Así que también pueden hacerlo, por ejemplo, organizaciones religiosas o empresas de productos de higiene femenina. Un error, porque las respuestas han de darse, siempre desde el sistema de valores de cada uno, pero científicamente”. Aquí Alba Povedano, aunque a favor “de todo lo que sea integrar la educación sexual desde que se nace”, sí plantea una duda sobre cómo se gestionaría la implantación en las aulas. Además de a estudiantes, da talleres a profesores y padres, y comprueba que las carencias entre adultos: “¿Quién se va a encargar? Familias y maestros vienen a nosotros porque no saben cómo dar respuesta a los jóvenes. Hace falta un trabajo de base, de enseñar también cómo se enseña esto. En la universidad no se da”.

El precedente, Skolae, y los conflictos

Un proyecto sí oficial y pionero es Skolae, del Gobierno de Navarra, basado en la coeducación y “en todas las etapas”, como declaran desde el Ministerio de Educación que quieren para toda España. Ha sido defendido por los expertos –entre ellos la Federación Estatal de Planificación Familiar– y por la propia ministra Isabel Celaá. Y atacado por sectores conservadores, que aducen que se inmiscuye en las “creencias y valores” de las familias. 

Pero, ¿qué enseña Skolae en las aulas? ¿Qué recomiendan las más de 210 fichas que lo componen a las profesoras? La escuela pública infantil Amalur de Villava es uno de los 16 centros que han testado el programa, y su directora, Ainhoa Ibarrola Hernandorena, lo considera un éxito. Las medidas a edades tan tempranas pasan por fomentar la corresponsabilidad en las familias, e introducir modificaciones en la biblioteca, las playslists de canciones o los dibujos animados.

Ibarrola también considera muy importante “tener las respuestas correctas, científicas” para explicar a un niño tan pequeño por qué, por ejemplo, su cuerpo no es igual que el de sus compañeras. Mamen del Río, maestra en el colegio de infantil y primaria Miranda de Arga, otro centro pionero desde el curso pasado, cuenta algo parecido de lo que se da de 3 a 6 años: les muestran que, como de hecho ya ocurre entre los compañeros, hay niñas que tienen pene y niños que tienen vulva, tienen el “rincón del cariño” para abrazarse y trabajan las emociones. De 6 a 12 años en lo que se centran es en el “buen trato entre chicas y chicos”. No lo hacen en tutorías ni asignaturas sino que “esto se convierte en una forma de educar. Todo lo hacemos con esa perspectiva”.

Del Río asegura que no han tenido polémicas con padres ni madres. Lo achacan a que todos conocen el programa y “cuando las familias ven lo que hacemos, no hay dificultades porque no hay incertidumbre”. Pero a veces sí surgen conflictos. Alba Povedano detalla que, sobre todo en los colegios concertados, antes de empezar se pacta de qué se va a hablar: “Los temas e incluso el vocabulario. Depende de cómo lo reciba el centro, pero no es lo mismo tratar la prevención del acoso sexual que el sexting”. En otros, también en públicos, sí han tenido enfados de padres “porque creen que hablar de cosas como sexo oral o anal es incitar a ello, cuando nuestra labor también es por ejemplo hablar de enfermedades de transmisión sexual (ETS) en esas prácticas. Además, las van a conocer igual”. Raquel Hurtado también ha vivido que pidan autorización para asistir y esa división entre niños a los que dejan y niños que no genere inconvenientes.

Cómo es una clase de educación sexual en España

Las charla que imparten Raquel Hurtado o Alba Povedano duran una o dos horas y tienen dos partes más o menos diferenciadas: una con los contenidos que seleccionan y otra con dudas anónimas de los chicos y chicas. Las dos observan que el porno está cada vez está más presente en todo el debate, sobre todo por parte de los chicos, y “el principal problema de eso es que les ofrece un retrato muy unificado: cómo tienen que ser los genitales, los roles, los cuerpos, el deseo… si no encajan en eso, se sienten fuera de lugar. Ocurre aun más con los alumnos LGTBI, porque todo lo que encuentran mayoritariamente es heteronormativo y coitocentrista”, relata Hurtado. 

“La sensación general que nos queda”, concluye Hurtado sobre esas conversaciones con los chavales, “es que tienen una idea muy sesgada de lo que es la sexualidad: la reducen mucho a determinadas prácticas, siempre con la penetración vaginal como eje y casi esquematizado: ‘¿cómo hay que masturbarse?’¿cuál es la mejor postura? ¿a qué edad es normal tener la primera relación? En realidad, nos están preguntando qué está bien o mal, eso es lo que les preocupa y ese es el esquema que tenemos que romper”.

Ambas detectan además que siguen presentes los mitos: “Que es imposible quedarse embarazada con la regla, que a alguien con una ETS se le nota a simple vista, que los celos son señal inequívoca de amor...”. Entre chicos y chicas encuentra diferencias. Ellos son más explícitos y “lanzados”, dice Povedano: mientras unos pueden preguntar en serio o en broma por “bukkakes”, a ellas aún les cuesta hablar de masturbación. Además, observa Hurtado que son las alumnas las que preguntan por la anticoncepción: “Lo que nos da pistas de que lo siguen concibiendo como una responsabilidad solo suya”.

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