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ENTREVISTA | Erika Irusta, pedagoga menstrual

“Necesitamos dejar la crueldad de asociar la menstruación con dolor: si duele se ha de ver qué carajo pasa”

Erika Irusta, autora de 'Yo menstrúo: un manifiesto'.

Belén Remacha

Erika Irusta (Bilbao, 1983) lleva mucho tiempo haciendo pedagogía menstrual. Esto lo entiende, entre otras cosas, como tratar de hacer comprender que la forma en que menstruamos es una cuestión política. Su último libro, tras Diario de un cuerpo –una bitácora sobre las fases del ciclo menstrual– es un Manifiesto, Yo Menstrúo, con el que trata de derribar todo lo que nos han enseñado sobre la regla porque, en realidad, “no se enseña nada, aprendemos sobre la marcha”.

La edición de Catedral incluye por primera vez en español un texto de Gloria Steinem con el que, dice, vio la luz y gracias al cual tuvo claro por dónde tirar en su investigación. Es de los 70 pero ya imaginaba con sorna cómo menstruarían los hombres: la masculinidad se podría basar, por ejemplo, en la cantidad de sangrado. “Esto no es un libro sobre menstruación, va de qué supone menstruar en esta sociedad”.

Empieza el libro hablando de esa frase que sigue diciéndosele a una niña cuando le viene la regla, “ya eres una mujer”. ¿Qué hay de erróneo y qué debería decirse en su lugar?

Es muy significativo la cara que pone una criatura cuando le sueltas eso. Es normal no querer ser mujer en esta sociedad, es una mierda. Es algo tan convulso y doloroso que quiero elegirlo yo, no que me lo impongan. Y menstruar en esta sociedad es una mierda. 

¿Qué estamos omitiendo? Que ya puedes tener hijos. Mientras un chaval tiene sus picos de testosterona y sus primeras poluciones nocturnas no se le impone una identidad. A nosotras sí, automáticamente. Diría para empezar de no mezclar churras con merinas: identidad de género –que es algo hipercomplejo–, con proceso bioquímico. Estamos en el siglo XXI, tenemos el conocimiento suficiente para explicar bien que no podemos asignar un género a la fisiología. Por otra parte, una persona, y más de 13 años, no quiere hablar de la regla: aprende más de lo que ve. Más que decirles, hay que mostrar una relación diferente con el ciclo menstrual.

Es además perversa esa asociación porque muchas mujeres no menstrúan. Además de las trans, las que por algún motivo sean infértiles.

No necesitas menstruar para ser mujer y no eres mujer porque estés menstruando. Aunque fueses una niña cisgénero que luego estará superconforme con ser mujer cisgénero, no eres mujer a partir de ese momento. Ser mujer, según mi punto político, tiene que ver con que nos unen muchas heridas. Tiene un lado oscuro: no se reduce a pintarse las uñas ni llevar tacones. Y es variopinto.

Uno de los problemas es que hemos buscado constantemente qué parte del cuerpo tiene que ver con la feminimidad y la masculinidad. Primero fue el útero, luego los ovarios y ahora estamos sexualizando las hormonas. Lo que hay que explicar es que vas a vivir un proceso bioquímico que te va a cambiar la manera en la que te relacionas con el cuerpo, como cuando te quedas embarazada. Te pasarán X cosas que van a hacer que en tu cultura lo vivas de una manera determinada.

Trata varios mitos. Uno tiene que ver con el Síndrome Premenstrual y esa frase hecha de “hoy mejor no me hables que me va a venir la regla”.

El SPM y la depresión postparto se conciben en países como China o India como síndromes culturales. No es que no te pasen cosas, pero no se consideran patológicas. Tenemos que pensar que hemos determinado culturalmente lo que es enfermedad y salud. Que una mujer tenga rabia se entiende como patológico. Personalmente estoy flipando ahora con que Garbiñe Muguruza se enfade y sea noticia. Cuando Nadal se caga en lo más grande no pasa nada.

Cuando soltamos esas frases, “no soy yo, perdona, estoy de mal humor porque estoy con la regla”... Yo soy yo todo el rato, no existe un “estado 0”. Siempre estamos tocadas por la bioquímica, por el entorno y la manera en la que lo procesamos. Cuando un tío va con su ego destruyéndolo todo no va a decir “perdona, es la testosterona”. De hecho, es muy él. A lo mejor lo que pasa cuando estoy premenstrual es que estoy tan cansada por no poder parar cuando lo necesito que no tengo tanta paciencia. Igual en ese momento es precisamente cuando se dicen más verdades.

Habla de desconocimiento sobre cómo funciona la píldora y las recetas para que regule la regla.sobre cómo funciona la píldora

La cosa es por qué se piensa. Yo si voy al doctor o doctora lo que pido es evidencia científica, no es un maestro de reiki. No puedes engañarme y decirme “tómate la píldora” para regular el ciclo. Un ciclo regular es cuando se ovula, si no es anaovulatorio y es cuando es irregular. Si tomo la píldora, y ésta inhibe la ovulación, soy todo el rato irregular.

Lo que se tiene es un sangrado por deprivación. No hace mi menstruación mejor, sino que no la tenga. Como explico en el libro, uno de los creadores de la píldora quería que la Iglesia Católica aceptase este método anticonceptivo. Si eliminabas a una mujer, encima católica, la menstruación, no te quedaba mujer. Así que hizo ese sangrado fake, aunque la Iglesia no se lo tragó. Hay médicos que dicen que les da inseguridad los métodos que producen no menstruar mientras recetan las otras, ¡y es la misma!

Se receta por ejemplo como cura para los ovarios poliquísticos, cuando en muchas ocasiones simplemente tapa los síntomas.

Una de las cosas que pretendo con el libro es que nos podamos sentir con la capacidad de pedir que se investigue. No hay apenas estudios sobre el ciclo menstrual como algo saludable, por ejemplo. No nos podemos conformar con seguir con ese “me lo tomo porque es lo único que hay para mi problema”. Puedo, por ejemplo, utilizarla durante un tiempo mientras me analizas. Llegar a consensos, no que mi cuerpo no importe.

Otro mito que trata: entender la menstruación como síntoma de salud, nada de “estar mala”.

Menstruar es el resultado de un proceso de nuestro cuerpo que indica que estamos sanas. Una alerta de que no lo estamos es que se altere el ciclo. Tras muchas luchas de activistas menstruales y ginecólogas, por fin en EEUU se ha reconocido como el quinto signo de salud, como la presión arterial o el peso. Si no la tienes algo está pasando, no solo a nivel de ovarios sino de hipófosis o glándulas suprarrenales.

Necesitamos dejar la crueldad de asociar menstruar con dolor, y de vivirla como una enfermedad. Eso es dismenorrea y se ha de ver qué carajo pasa. Si mantenemos esto mantenemos, por ejemplo, que los diagnósticos de endometriosis tarden entre 5 y 8 años, o que haya tratamientos que llegan tarde. Tampoco sabemos exactamente cómo es nuestra regla, vemos su color en productos de celulosa y no sabemos cómo es cuando estamos sanas.

Y falta, además de investigación, comprender que la menstruación es un proceso biopsicosocial. Una mujer afroamericana vive su menstruación diferente a una de origen anglosajón en el mismo EEUU. Eso es porque la cultura y ser un cuerpo racializado atraviesa, porque en la consulta no son tratadas igual.

¿Tenemos que exigir el derecho a baja por tener reglas dolorosas?

Es una espada de Damocles: por un lado, cada vez tenemos menos derechos laborales y hay que exigirlos. Pero si una regla cursa con dolor, esa persona debe ir al médico y cuidarse. Como no se entiende como enfermedad, únicamente lo cronificas dando 3 días para descansar, cuando lo que quiere es dejar de sufrir cada mes durante 30 años, lo cual es inhumano.

Nuestro problema no es la menstruación, es el techo de cristal y el suelo pegajoso. Cómo se ordenan los tiempos productivos y reproductivos. Y la solución no es quedarse en casa descansando –que alguien me explique qué es una mujer en casa descansando–. Esto se sigue planteando desde la mirada misógina que ordena el mundo. Es lo que se ha utilizado siempre de manera política para dejarnos en casa y sacarnos de ella. El sistema ya lo tiene claro, pero nosotras seguimos creyendo que es individual y que te hacen el favor a ti. Necesitamos políticas menstruales.

Últimamente hay sobre la mesa varios temas relacionados con los productos de higiene para la regla: la reducción del IVA, la pobreza menstrual, y el uso de copas menstruales o compresas de tela no contaminantes ¿Cuál es su posición?.la reducción del IVA la pobreza menstrual,

Creo que tenemos que hacer un análisis importante desde los privilegios. Por un lado se supone que con los nuevos presupuestos, si salen en algún momento, se reduce el IVA al 4%. Es normal que hasta ahora fuera un bien de lujo: para el cuerpo que genera el orden una compresa es un lujo, jamás la va a utilizar. Por otra parte tenemos la pobreza menstrual, que es donde entra esa revisión de privilegios. Solemos dar por hecho muchas cosas. En España hay muchas mujeres en situación de calle que utilizan papel higiénico o ropas sucias, además de la vergüenza añadida o riesgo de violación. Igual que las refugiadas.

Así que debemos luchar por el porcentaje de IVA, pero no olvidemos a quienes están aun más jodidas. Claro que hay contaminación evitable con la copa menstrual, pero para las mujeres indigentes eso es un cúmulo de bacterias. Pasó en una start up de Sillicon Valley: donaron copas a mujeres en las calles y luego tuvieron infecciones. Ellas necesitan desechables. A veces pensamos que nuestras reivindicaciones son Las Reivindicaciones, pero tenemos que ver siempre con qué jugamos.

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