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Filipinas se niega a ser el vertedero del primer mundo
En medio de su “guerra de la basura” con Canadá, Filipinas ha encontrado en sus puertos más contenedores de residuos, procedentes de Australia y Hong Kong, lo que ha enfadado tanto al gobierno como a la sociedad civil, que se niegan a ser el vertedero del primer mundo.
El envío a Filipinas de un centenar de contenedores de basura de Canadá hace seis años -69 de los cuales está previsto que partan hoy de vuelta a su origen- ha desencadenado en el último mes un serio conflicto diplomático entre las dos naciones y ha encendido el debate sobre la exportación de residuos no reciclables a los países en desarrollo.
“Desafortunadamente no hay datos sobre la cantidad de basura que llega a Filipinas. Es algo que se debe investigar para impulsar una legislación que prohíba las importaciones de residuos”, declaró a Efe la coordinadora nacional de EcoWaste, Aileen Lucero.
Desde EcoWaste -una coalición de un centenar de organizaciones que abogan por un estilo de vida con menos residuos-, advierten de que empresas transportistas se aprovechan de los “débiles controles a las importaciones” y de la “escasa regulación” en Filipinas para meter en el país toneladas de basura ajena.
“Los trabajadores que manejan esos envíos de residuos contaminantes y las comunidades, generalmente pobres, que los reciben y se ocupan de buscar los desechos reciclables son las principales víctimas de la situación”, lamentó Lucero.
La organización insiste en que estos envíos fueron a todas luces “ilegales”, ya que la legislación filipina permite la importación de “plásticos reciclables sin trazas de materiales tóxicos”, mientras que lo que llegó fue una amalgama de desechos sin clasificar, que incluían residuos electrónicos, pañales usados o botellas plásticas.
Tras más de un mes de presiones por parte del Gobierno filipino de Rodrigo Duterte, el ejecutivo canadiense accedió la semana pasada a ocuparse de la repatriación de sus residuos, unas 2.450 toneladas de basura que llegaron a Filipinas entre 2013 y 2014.
Son un total de 69 contenedores que permanecen desde entonces en los puertos de Subic y Manila, desde donde está previsto que sean enviados esta noche con destino a Vancouver con escala en China, con un coste de más de 190.000 dólares asumido íntegramente por el gobierno canadiense.
Después de que varias protestas diplomáticas fueran ignoradas por Ottawa a lo largo de estos años, alegando que el envío de basura fue una “transacción privada” de la empresa Chronic Plastics, Duterte elevó el tono el mes pasado e incluso les amenazó con una guerra.
“Les declararé una guerra. Cargaremos los contenedores en un barco y avisaré a Canadá de que su basura está en camino para que preparen una gran recepción o se la coman si quieren”, advirtió.
Aunque no se ha llegado al enfrentamiento armado, Filipinas llamó a consultas a su embajador y cónsules en Ottawa, retiró parte de su personal diplomático y prohibió los viajes oficiales de altos cargos al país, una escalada de la tensión diplomática que se espera que se disipe con el retorno de la basura a Canadá.
La ofensiva no ha venido solo del gobierno, ya que cientos de filipinos han protestado frente a la embajada de Canadá en Manila en varias ocasiones en el último mes para reclamar que el país se responsabilice de sus propios desechos.
Pero no solo la basura canadiense se pudre en Filipinas: en las últimas semanas se han encontrado en el puerto de Misamis, al sur del país, nueve contenedores de residuos procedentes de Australia y otro de Hong Kong, que se cree que era un primer “envío piloto” de un total de 70 contenedores de basura electrónica.
Allí también languidecen desde el año pasado 6.500 toneladas de desechos de Corea del Sur, cuyo gobierno se ha comprometido a llevarse esa basura a raíz de la disputa con Canadá.
Precisamente China, que ahora exporta su propia basura, prohibió en 2018 la importación de residuos no reciclables a su territorio, un tráfico bautizado como “colonialismo tóxico” que se desvió a países vecinos como Malasia, Filipinas o Indonesia.
“Esa basura es inaceptable, reprobable y deplorable. Nos negamos a ser el basurero de los países ricos”, denunció la directora de Greenpeace en Filipinas, Abigail Aguilar.
“Para Australia, Corea del Sur, Canadá y otros países que ven al Sudeste Asiático como vertedero, es el momento de reducir sus desechos. El reciclaje es un mito que ha fallado”, añadió Aguilar.
Filipinas no ha sido el único país de la región que ha declarado la guerra a la basura de países ricos. Malasia anunció esta misma semana que repatriará 3.000 toneladas de residuos importados ilegalmente a países como EEUU, China, Australia o Japón.
El mes pasado Malasia ya envió cinco contenedores de basura a España, la primera devolución a un país de origen de estos residuos ilegales que parece haber sentado un importante precedente.
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