El papa Francisco abre la puerta a ordenar curas casados para frenar la crisis de vocaciones
Tras las mujeres diaconisas, el Papa Francisco abre otro debate para solucionar la crisis de vocaciones: ordenar a hombres casados. En una entrevista concedida al semanario alemán Die Zeit, que verá la luz este domingo, Bergoglio afirma que “debemos analizar si los 'viri probati' –hombres casados– son una posibilidad” para paliar la falta de sacerdotes, especialmente en las pequeñas comunidades.
Pero, ¿qué son los “viri probati”? Una figura que existió en la Iglesia primitiva, al igual que las diaconisas, y que consistía en ordenar sacerdotes a hombres casados “de probada virtud”, o lo que hoy conoceríamos como “líderes de la comunidad”. De hecho, se calcula que hay unos 8.000 curas casados en España, en una situación excepcional tras ordenarse curas y con la que muchas diócesis hacen la vista gorda.
“El celibato no es la solución”
Sea como fuere, lo cierto es que Bergoglio asume que es preciso un debate abierto en la Iglesia acerca del sacerdocio y la corresponsabilidad de los creyentes. Eso sí: en la entrevista, el Papa incide en que “el celibato no es la solución”, y anima a la teología a “investigar sin miedos”, pues la Iglesia “debe reconocer” qué se le pide en cada momento.
Durante la conversación de Die Zeit, Bergoglio afirma: “No me considero un hombre excepcional”, sino “una persona normal que hace lo que puede”. “Soy pecador, no soy infalible. Siento que no me hacen justicia con las expectativas, exageran”, añade el Papa. “No se olvide – precisa al periodista – que la idealización de una persona es una forma sutil de agresión. Cuando me idealizan, me siento agredido”.
Respecto a los ataques vertidos desde algunos sectores de la curia contra sus reformas, el Papa niega que le afecten. “Desde el momento en que he sido elegido Papa no he perdido la paz. Comprendo que a alguien no le guste mi modo de actuar, pero lo justifico; hay tantos modos de pensar, es legítimo y también es humano, es una riqueza”.
El Papa también alude a los carteles que inundaron Roma acusándole de falta de misericordia, y los ataques recibidos por parte del cardenal ultraconservador Leo Burke. “No los han escrito uno de la calle, sino una persona culta”. Respecto a Burke, Francisco insiste en que “tal vez el cardenal no ha sido capaz de gestionar los problemas”. “Las críticas enriquecen”, culmina Francisco, que ha mandado al cardenal a una isla del Pacífico a investigar un caso de pederastia.
Ante la pregunta sobre los populismos de hoy, el Pontífice responde que se siente preocupado, al menos por los que se ven en Europa. Y subraya que detrás del populismo siempre hay “un mesianismo. Siempre. Y también una justificación”, la de preservar la identidad de un pueblo. En cambio, los grandes políticos de la posguerra en el Viejo Continente “se han imaginado la unidad europea”. “Y estos son los grandes líderes”. “Sin ser un mesías: el populismo es malo, y al final termina mal, como nos lo demuestra el siglo pasado”.