Luis Barriga, director del Imserso: “Veremos en el futuro hasta qué punto los recortes han contribuido a tener un sistema peor preparado para este golpe”
Luis Barriga, director del Instituto de Mayores y Servicios Sociales, llegó al cargo en enero con un Sistema de Atención a la Dependencia en retroceso y se ha encontrado, menos de dos meses después, con la crisis del coronavirus, que lo ha desbordado todo. Las residencias y centros de mayores, de competencia regional, estuvieron en el punto de mira desde el principio, sobre todo tras los primeros brotes en Madrid, pero siguen: este martes la Comunidad confirmó 17 fallecimientos en Monte Hermoso. La institución que dirige, que depende esta legislatura de la Secretaría de Servicios Sociales de la Vicepresidencia de Pablo Iglesias, da respuesta a las necesidades de los más vulnerables de esta crisis: las personas mayores.
¿Les constaba la situación de cadena de contagios en residencias de Madrid y otras comunidades, como lo que ha sucedido en Monte Hermoso?
Desde el principio nos ha preocupado la situación de las residencias, pero los acontecimientos se han ido acelerando. Los primeros protocolos hablaban de evitar contactos, limitar visitas… y en muy poco tiempo se ha desbordado todo. Por calmar, dentro de la gravedad de la situación: en la inmensa mayoría de las residencias de España, los mayores están atendidos profesionalmente. Hay protocolos que se siguen, ya no solo para el coronavirus, sino anteriores, para evitar infecciones de carácter vírico. Lo que nos consta es que, no solo en residencias sino también en otro tipo de servicios sociales, ha habido una escasez de equipos de protección. En eso estamos, intentando gestionarlo a nivel central, con el Ministerio de Sanidad, por tierra, mar y aire.
Es verdad que ocurre en los propios hospitales, y se han priorizado, pero en el ámbito residencial la necesidad también es generalizada. Nos exponemos a que ocurran situaciones de contagio, como en todos sitios. El problema aquí es que hablamos de población muy vulnerable y un contagio tiene consecuencias más graves en estos centros.
Se intenta a toda costa que se evite propagar dentro de la residencia. Pero asumimos que puede haber ocurrido: tenemos que pensar que hace 15 días yo mismo podía visitar a mi suegra, que está en paliativos, y ahora sabemos que es un riesgo. Lamentablemente, va a haber casos de contagio. Otra cosa es que cada contagio genere contagios. Donde no hayan funcionado los protocolos, será noticia. Se está intentando contener y trabajando en más protocolos. Pero es que la situación global es muy grave.
¿Por qué se ha evitado en algunos casos, como Monte Hermoso, el traslado hospitalario?
Hay mucha más profesionalidad de la que parece. Muchas residencias tenían ya armados planes de contingencia sobre cómo actuar, muy estrictos: proceder al aislamiento, no hacer rotaciones de sanitarios para limitar los contagios… y eso, en general, ha funcionado. Pero hablamos de una situación crítica de escasez de equipos general y de desborde del sistema sanitario. Es normal que se evite el traslado en algunos casos para hacer apoyo in situ en residencias de ancianos.
Sí que hay que empezar a pensar en un tercer nivel de asistencia sanitaria, tras la atención primaria y la hospitalaria: la atención móvil. Dirigida, entre otros, a estos centros, sobre todo cuando surjan problemas de cadenas de contagio. Estamos trabajando en todo esto, colaborando mucho entre Derechos Sociales y Sanidad, pero la situación ha desbordado todo. Hay que ver cómo se articula.
¿Pueden asegurar la ayuda a domicilio a dependientes en estas circunstancias?
Hemos dado directrices en ese sentido a todas las comunidades. La situación es crítica: hay muchas personas ahora mismo en España solas, aisladas y asustadas. 450.000 dependientes reconocidos, no todos con ayuda a domicilio. En este caso no hay que cerrar servicios de atención a domicilio por precaución, sino que hay que ampliarlos. Y hace falta reconfigurar para eso todas las atenciones que se están dando, revisar todos los expedientes. Se necesitan cantidades ingentes de personas. La gente requiere, más que nunca, apoyo diario, de muchos tipos: algunos para que les hagan la compra, sin siquiera cruzar el rellano; otros que les comprueben que no les falta nada; teleasistencia…
Y las auxiliares de ayuda a domicilio, mayoritariamente mujeres, están trabajando con carencias de Equipos de Protección Individual (EPIS). Como todo el mundo. Son muy cuidadosas y son profesionales, y se están sometiendo a riesgos desplazándose y protegiendo a los más vulnerables. Se está aplaudiendo cada día al personal sanitario, pero no olvidemos a los otros cientos de miles que están dedicadas a los cuidados en servicios sociales. Que ya no es que no sean aplaudidas, sino que son señaladas en algunos casos, acusadas de generar riesgo de transmisión. Tengamos un poco de consideración en esta absoluta emergencia. Lo más importante es proteger a las personas mayores, pero dándoles una asistencia que necesitan más que nunca.
¿Cómo se van a gestionar esas necesidades para las personas mayores?
En el Real Decreto del Estado de Alarma se contempla la transferencia de 600 millones de euros a las comunidades, 300 directos a las corporaciones locales, por vía de utilización de superávit para exclusividad de servicios sociales. Es una inyección potente. Posiblemente en un Consejo Territorial del viernes, plantearemos normas para contrataciones masivas.
¿Está reforzando el Ministerio y Vicepresidencia los protocolos en residencias? ¿cómo?
Estamos en constante renovación y refuerzo de los protocolos. Hemos pasado en muy pocos días de un escenario de contención a contención reforzada, y ahora generalización. Los protocolos que hemos ido escribiendo se desfasaban, algunos antes de salir. El Sistema de Dependencia ya contaba con algunos dirigidos a la gripe estacional, que tiene una problemática específica con personas mayores. Pero está claro que estamos en una fase que requiere apoyo extra para todo el sistema residencial español, que no solo incluye a personas mayores sino también a personas con discapacidad o con enfermedades mentales.
¿Están en conversaciones también con los consejeros de Políticas Sociales de Madrid y otras comunidades, además de con Sanidad?
Constantes. Solo la semana pasada tuvimos tres reuniones virtuales con Madrid. El viernes está planteado el Consejo Interterritorial con todas las comunidades.
¿Se puede achacar a algo una falta de previsión? ¿podía haber más medidas en las residencias?
La ha podido haber. Hace 15 días, efectivamente, no teníamos una proyección de esta situación. Hay que trabajar entre lo ideal y lo posible. ¿Qué falta ahora? Principalmente mascarillas, no hay mascarillas. Llegan 1 millón el viernes de China. Si llegan 6 millones luego, a ver dónde van, ojalá vayan cayendo ya en servicios sociales. Pero se entiende también que la prioridad sean las UCIS. Hay que acostumbrarse a que estamos gestionando una situación muy compleja. ¿Que ha pillado a determinados servicios infradotados o con falta de previsión? Puede ser. Habrá lecciones aprendidas. Pero ahora toca lo que toca: atender a la gente y gestionar la situación.
¿Podrían ser considerados los trabajadores de servicios sociales de Nivel 1, es decir, que se les realicen las pruebas como a los sanitarios de manera prioritaria, como reclaman algunas asociaciones?
Vamos hablar de ello en el Consejo. Eso es positivo en la medida en que sea posible y disminuya los riesgos de atención a las personas. Pero siempre eso, en la medida en la que sea posible. Y ¿se han hecho diagnósticos masivos sobre coronavirus en España? Hasta ahora, no. Masivos, es inviable. Me parece bien, por supuesto, pero que me parezca bien no resuelve nada. La visión es proteger a las personas hacia las que trabajamos, eso lo tengo claro. Es gravísimo que no se proteja a trabajadores en la medida que puedan ser transmisores, y es justo reivindicarlo, pero ahora estamos en un escenario que hay que gestionar, y no es solo reivindicativo.
La vulnerabilidad viene dada por la capacidad de absorción de un riesgo. La letalidad de esta enfermedad hace que lo sean las personas de edad avanzada o con enfermedades previas. Las personas que están trabajando tienen riesgos, también las cajeras de supermercados. Si un trabajador es de grupo vulnerable, sí debe abstenerse de trabajar, por supuesto.
¿Se podrá recuperar el sistema de atención a la dependencia de este golpe, que ya estaba sufriendo un retroceso?
No se puede saber todavía. Yo llevaba 15 días en el cargo, estábamos trabajando desde el minuto 0 en inyectar financiación para reiniciar el sistema de la dependencia y cambiarle el enfoque. Y llega esto. Veremos en los próximos días hasta qué punto no haber invertido en la dependencia y haber recortado ha podido contribuir a tener un sistema peor preparado, o no lo suficientemente preparado, que quizá hubiera podido tener más energía y fortaleza para recuperarse de este golpe.
¿Se va a poder devolver el dinero de las cancelaciones de los viajes del Imserso, como se decidió hace una semana en Consejo de Ministros, que afecta a unas 200.000 personas?
Eso tiene dos aspectos. El primero: en el momento en el que se decide había 45.000 en sus destinos o viajando. Se ha hecho una operación brutal durante estos días de regreso al hogar. El miércoles a las 3 de la tarde solo quedaban 300 por volver a casa, en dos vuelos. Es una operación logística estratosférica, las adjudicatarias lo han hecho excelentemente. Ha sido un éxito porque además se les mantuvo en tránsito en vez de hacer que volvieran de inmediato, evitando así que pasaran por Madrid, por entornos masificados como aeropuertos y estaciones.
El segundo aspecto son las reclamaciones. No es el momento, pero pido que nadie se agobie. El sistema de reclamación habitual con la propia compañía continúa. Se verá en su momento, que no es ahora, con las compañías aseguradoras, cuando pase la urgencia.
¿Y cómo gestionaremos el impacto emocional de todo esto, todo el impacto en las residencias y para las personas mayores?
Es tremendo. Es terrible. Hablamos de personas mayores, algunas con enfermedades neurodegenerativas, que no pueden comprender qué pasa, por qué sus familiares no pueden ir a visitarles, por qué se les acercan con mascarillas, se asustan… esta atención no es siempre como la del hospital, en la que el paciente por lo general entiende que se tiene que quedar en la habitación. Hay buenas prácticas: centros en los que se están haciendo conexiones por Skype entre residentes y familias para que se vean las caras. Eso es fantástico. La profesionalidad llega hasta ahí, hasta idear esas fórmulas. Son las cosas bonitas de esta crisis que no se cuentan.
El impacto emocional es muy fuerte para todos, estas personas necesitan delicadeza y cada situación individual es distinta. No hablamos solo de seguridad, hay muchas más cosas en cuestión. Y esto no ha hecho más que empezar en términos de aislamiento: llevamos desde el domingo, en la mayoría de residencias más. Para los trabajadores de servicios sociales, como para los sanitarios, es muy duro. Se merecen todo el apoyo y el aplauso. Es de quitarse el sombrero.
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