En la coordinadora de la huelga del 8M de Barcelona se han preparado lo que llaman “huchas” de resistencia. Algunas activistas, muchas mayores de 80 años, han decidido donar parte de su pensión para la causa y hacer ese sacrificio ante la imposibilidad de renunciar a un día de sueldo. “Entendiendo que hay mujeres en situaciones muy precarias, a las que se les recomendaba colaborar de otra manera”, explica Marta Prados, secretaria de Igualdad de CGT y parte de la organización.
Esas mujeres están especialmente comprometidas, pero existen tantos perfiles y trayectorias vitales como mujeres mayores de 65 pensionistas, jubiladas o sin derecho a subsidio en nuestro país. Todas están también llamadas a parar el 8 de marzo. “En las huelgas en general cuesta seducir a ese sector”, señala Prados. “Creo que en esta se sienten más interpeladas que en las generales, porque cambia algo la visión de la huelga tradicional. Se ha logrado llegar a ellas hablando de los cuidados, de cómo se puede hacer o no: hablando mucho de la responsabilidad de las mujeres en el cuidado de la familia han podido sentir que iba por ellas”, defiende.
Que la llamada a la huelga de cuidados es un guiño directo a las mujeres que han llevado sobre sí esa carga sin ninguna retribución es una conclusión general, así como que junto a la participación en las manifestaciones es la forma más efectiva y visible para ellas de ejercer la protesta. También que “las mujeres mayores han estado en ocasiones olvidadas por el feminismo. Se han encontrado otros temas prioritarios para cada momento”, señala la gerontóloga y autora del reciente Sin Reglas Anna Freixas. “No se ha puesto la mirada sobre el envejecimiento. Siempre había problemáticas más centrales: el empleo, el voto, el cuerpo… Ahora es cuando se está despertando un interés desde otros puntos del feminismo”, añade Mónica Ramos, directora del Instituto de Formación en Gerontología y Servicios Sociales.
El estudio de las condiciones y bienestar de las mujeres en este periodo de la vida desde un punto de vista feminista se ha ampliado en los últimos tiempos. Entre otras cosas, porque muchas feministas que lucharon mucho hace décadas se han ido haciendo mayores. Algo que también ha influido sobre esta huelga: “Las mujeres mayores, tejiendo nuestras propias redes, somos cada vez más visibles. Y eso también arrastra a otras mujeres, de todo tipo, que pensaban que el feminismo no las interpelaba”, relaciona Freixas.
Las redes sociales e internet han seguido siendo el cauce más importante de comunicación para este 8M, pero como explica Ramos “se ha movido bastante en los distritos, los foros locales, los ámbitos asociativos, las casas de cultura. Depende mucho de la difusión que le quieran dar los medios también: si sale en la radio o en la tele tiene mucha más garantía de llegar a esa parte de la población”. El papel de esos vínculos es esencial: “No todas están en un ámbito participativo, pero cuando una o dos se enteran ya es más fácil porque siguen tejiendo vínculos poderosos entre ellas”.
Las pensiones, de moda
A Ramos le llama la atención que se hable de una “media” en lo que cobran los pensionistas cuando generalmente a lo que nos referimos es solo a la media entre los varones. Según el último informe de UGT, solo el 36,1% de las personas con derecho a prestación son mujeres. De ellas, su media está en los 768 euros al mes, frente a los 1.220 euros de los hombres.
“Las personas que se están movilizando ahora mismo son pensionistas y mujeres”, alude la investigadora del Instituto de Estudios Fiscales María Pazos, “y la confluencia de todo está en el desmantelamiento del Estado de Bienestar”. Para Pazos hay otros aspectos relacionados con la brecha en las pensiones sobre los que protestar este 8 de marzo, como la sobrerrepresentación de no retributivas (muchas por debajo del umbral de la pobreza) dentro de las mujeres sí incluidas y, “sobre todo, que esto va en aumento”. “La situación es desastrosa”, resume.
Por los mismos motivos la Coordinadora Estatal de Pensionistas ha decidido sumarse a la huelga. “Aunque no es el primer año, lo que pasa que ahora estamos de moda”, apunta su portavoz, Victoria Portas. “El 8 de marzo no es solamente por la clase trabajadora actual, sino por la brecha de las pensiones, que hay que intentar ir reduciéndola en la actualidad pero también retomarla desde la reforma laboral para el futuro”.
Califica de “trampa” el alto coste que supone un parón de dos años durante la vida laboral, o una reducción de jornada, de cara a la jubilación: “Estamos ante una legislación totalmente patriarcal. Y estamos dejando a la gente mayor empobrecida por ser mujer. Tenemos a mujeres con pensiones de viudedad bajísimas sin derecho a otro tipo de prestación, o que tienen a su marido con una de 800 euros y directamente no tienen derecho a ella”. El 8 de marzo ellos llaman a la movilización en las calles y también a la huelga de cuidados.
Mariqueta Vázquez, presidenta de la Asociación de Mujeres para un Envejecimiento Saludable, recuerda otros motivos de las mujeres mayores para hacer huelga, como la el incumplimiento de la Ley de Dependencia: “Yo quiero ser cuidada por derecho, no por obligación o suponiendo un sacrificio a alguien”. También lo tanto luchado durante los últimos años de dictadura y la Transición: “Pensabas que después de todo tus hijas iban a estudiar y tener trabajo, y de repente, resulta que no les pagan lo mismo y necesitan ayuda económica. O que no hay escuelas infantiles, ni protección para las familias, y te tienes que hacer cargo de los nietos”.
“Estamos viendo cómo hasta ese pacto intergeneracional, por el cual mucho dinero que nos descontaban iba a parar a la hucha de las pensiones, nos lo han robado”, continúa. “Somos la generación a la que no se nos regaló nada. Las que logramos cotizar conseguimos una pensión, pero la mayoría, por los cuidados a otras personas, tan relacionados con el género, se tuvieron que quedar en casa. Ahora está en mano de las jóvenes, pero nosotras nos vamos a dejar hasta la última suela de la zapatilla”.
Movilizaciones y contextos
La de Vázquez, que también se va a movilizar en la calle y en actos durante toda la semana, es una de las pocas asociaciones de mujeres mayores con perspectiva feminista explícita en España. “Es menos habitual que haya asociaciones de mayores feministas. Por su trayectoria, a veces han estado menos implicadas”, confirma Mónica Ramos. “Pero no hace falta ser una teórica o pensadora”, prosigue Freixas. “Hay muchas mujeres que desde su vida cotidiana, como trabajadoras, como abuelas, amas de casa, amigas, están sosteniendo el mundo, y cuando se paren ellas se notará mucho”. Como Ana, de 79 años, que sentenciaba aquello de que “la casa y la crianza de los chiquillos es de los dos y se terminó”.
Dentro de las que se organizan también hay distintos contextos: en Barcelona o Madrid decenas participan en asambleas, tienen mucha experiencia política y saben cómo hacerlo. En el área rural es diferente pero también son estas mujeres las que llevan el mayor peso de las redes y actividades: Carmen Goñi, de la Asociación de Mujeres de Marcilla, cuenta que efectivamente la gran mayoría de socias son jubiladas. Solo ellas están también apuntadas para acudir a la gran manifestación de Pamplona.
“Al movimiento feminista siempre se le ha acusado de elitismo o insolidaridad: aunque lo lideren obreras de fábrica. Como a las sufragistas de burguesas”, reivindica Pazos. “Ahora también ocurre, pero no sé de dónde lo sacan; veo cantidad de vídeos y actos con muchísimas mujeres, también mayores o en absoluta precariedad. No es una huelga elitista, estamos desmontando ese mito y sí, somos todas y vamos a por todas”.