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El Parque Nacional de Daimiel, obligado a contratar un servicio privado para eliminar 40 toneladas de peces invasores

Vista de las Tablas de Daimiel.

Raúl Rejón

Las autoridades ambientales nacionales e internacionales repiten constantemente que las especies invasoras son una de las principales amenazas ecológicas. Pero una vez escrito esto en los documentos oficiales, ¿qué puede suponer en un paraje natural?

Pues sin ir más lejos que el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real), humedal de importancia estratégica, esté acosado por colonias invasoras. Tanto, que se ve obligado a contratar un servicio privado para deshacerse en los próximos ocho meses de 40 toneladas de peces invasores que viven en sus aguas.

El organismo Parques Nacionales adjudicó el contrato hace un mes. Había presupuestado 150.000 euros para “extraer” la mayor cantidad posible de lucios, carpas, percasoles, black bass, peces gato, carpas, carpines… Su destino es una zanja con cal viva. Estas especies son bien conocidas como trofeos de la pesca deportiva. Muchas fueron introducidas en la red fluvial española con el fin de satisfacer esos intereses. La contratista ganadora ofreció un descuento del 25% para llevarse el encargo. Parte de la factura de la invasión biológica.

Las Tablas de Daimiel nacen en la confluencia de los ríos Guadiana y Cigüela en Ciudad Real. Es de los últimos representantes de las llanuras de inundación fluvial y en su terreno se dan cinco hábitats diferentes considerados de interés por la legislación europea (dos de ellos prioritarios). Es uno de los 74 humedales que convierten a España en el tercer país del mundo con mayor número de estos biotopos reconocidos por la Convención Ramsar.

A punto de secarse en 2010 –cuando sus turberas comenzaron a arder en incendios subterráneos–, desde entonces el agua ha regresado en grandes cantidades, pero con poca calidad hídrica. Un estudio del año pasado del Real Jardín Botánico (RJB, dependiente del CSIC) concluyó que contienen “poca diversidad biológica” y padecen “un hiperdesarrollo de especies invasoras”.

El autor de estudio, Santos Cirujano, explica que las poblaciones de invasoras han crecido mucho al estar las Tablas inundadas de manera constante en los últimos años: “Buscan comida y arrasan con la vegetación sumergida”. Las plantas son la base de cualquier ecosistema, incluido el de Daimiel. “Las algas son como un césped acuático que aporta mucho oxígeno y fija el fondo. Por eso el agua era tan clara”. Son los cimientos de la pirámide alimentaria.

El daño de las variedades exóticas se glosa sin matices: “Uno de los factores que en mayor medida contribuyen a la rápida y masiva pérdida de especies de las últimas décadas”, sentencia el Ministerio de Medio Ambiente. Las poblaciones en Daimiel han crecido de tal manera que el año pasado la dirección de parque informó de que había eliminado 30 toneladas.

El investigador del CSIC aclara que “la saca de peces puede paliar, pero es algo coyuntural. Si no se repite todos los años, las poblaciones de estos animales se recuperan con mucha rapidez, así que es algo muy costoso”. En su opinión, Daimiel vive una paradoja: “Hay mucha agua, pero poca fauna de aves, que es la razón de ser del parque”. Y apunta que una solución sería “que viniera un año más seco que terminaría con mucha población de manera natural”.

El problema está extendido por las 3.000 hectáreas del espacio protegido. Según el pliego técnico del contrato, “las capturas se efectuarán en todo el parque” mediante dos equipos: uno dedicado a los peces más grandes que atraparán con redes y otro para ejemplares más reducidos, a base de trampas como “butrones o nasas”. El programa no es inocuo. Estos métodos de pesca no son selectivos. En las artes caerán individuos de las especies autóctonas protegidas. Los operarios deben identificarlos, liberarlos y, tras pasar ese trago, devolverlos al agua.

Una vez separados por especies y pesados, el contratista debe “abrir una zanja” en un prado de Parques Nacionales donde se echará 100 kilos de cal viva por tonelada de pescado. “En ningún caso podrán emplearse las capturas para consumo humano”.

Responsables de extinciones

Ente las especies señaladas por la dirección del parque para que busquen los pescadores de la contratista está el black bass, considerada por el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras como “muy voraz” y con gran impacto sobre el hábitat acuático debido a “su efecto devastador en muchos casos sobre las poblaciones de peces autóctonas, llegando a producir extinciones locales”. El pez fue introducido como trofeo de pesca y está calificado como una de las 100 especies invasoras más dañinas por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza.

Otro objetivo será el lucio, que llegó a las aguas españolas desde Francia en 1949 también para nutrir los cotos de pesca. Luego ha sido objeto de “numerosas introducciones y traslocaciones” además de conllevar un doble efecto al provocar que se soltaran “otras exóticas para servirle de alimento”, señala el catálogo.

También está incluido en el programa el percasol, cuya expansión se multiplicó a partir de los años 80 “con el incremento de la pesca deportiva”, recuerda el Ministerio. Está calificada como “muy voraz y especialmente dañino en la cuenca del Guadiana”, uno de los tributarios de Daimiel.

En la lista aparece el pez gato (uno de los siluros) que solo se detectó a partir de 2010, como sañala el estudio del RJB. Esta especie llegó a Daimiel desde el embalse de Vallermoso a través de los afluentes del Guadiana.

Su origen en España está en las sueltas para convertirlo en pieza deportiva. Su impacto viene por la depredación sobre otras poblaciones como por la alteración del hábitat que provoca. “Tiene un gran potencial invasor por su elevada fecundidad y voracidad y fácil adaptabilidad a las condiciones del medio, incluso contaminado”, concluye el análisis del Ministerio sobre la especie.

El problema de las exóticas en las Tablas ha adquirido un volumen de difícil manejo: el contrato de capturas prevé que pueda prolongarse al doble del tiempo estipulado. En palabras del investigador Cirujano, la invasión biológica “es muy fácil que entre y muy difícil sacarla”.

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