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El Ejército de Tierra quiere prescindir de una soldado que denunció abuso sexual en su cuartel

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Laura Galaup

El Ejército de Tierra quiere prescindir de una soldado que hace dos años denunció acoso sexual en su cuartel. Su caso llegó hasta los tribunales, pero los jueces togados absolvieron al militar acusado por falta de pruebas aunque el fiscal había pedido seis años de prisión. Ahora, las Fuerzas Armadas consideran que la soldado no es idónea para prolongar su compromiso.

Victoria denunció a un compañero en 2016 por un presunto abuso sexual al volver de fiesta para celebrar que otro miembro de su unidad había conseguido un cambio de destino. El tribunal militar no condenó al soldado porque albergaba “dudas sobre sobre si la soldado se encontraba o no en disposición de dar válidamente su consentimiento” y reseñaron que no se podía “afirmar a ciencia cierta lo que pasó” esa noche.

Ella, que estaba borracha, ha mantenido en todas sus declaraciones que no se acuerda de lo que sucedió al llegar a la unidad y que se dio cuenta esa misma madrugada de que había sido penetrada “sin su consentimiento”.

Por su parte, el soldado absuelto reconoció que mantuvieron una relación sexual pero niega que acosase a Victoria. El relato de él fue clave para determinar el fallo, tal y como reconocen en los fundamentos jurídicos del escrito. “Debemos tener en cuenta que sólo contamos con la declaración del acusado pues la victima dice no recordar nada”, apuntan. Finalmente, en el fallo terminan aplicando el principio in dubio pro reo, que supone que en caso de duda el juzgador ha de decidir a favor del acusado.

“Como yo no tengo recuerdo se quedan con su historia. Con todo el alcohol que yo había bebido ese tipo no tenía que haberme tocado”, relata la denunciante. La sentencia se dictó en noviembre de 2017, ese mismo mes, uno de sus superiores elaboró un informe en el que proponían considerar la “no idoneidad” para “concederle el compromiso de larga duración” a esta mujer.

A la espera de decisión final

Según relata la afectada, que ha pedido no publicar su nombre real para preservar su intimidad, su contrato finaliza en agosto de 2018 y en marzo de este año, el jefe de la junta de evaluación ha ratificado el dictamen elaborado en noviembre del año pasado. Aún está a la espera de un fallo definitivo del Ministerio de Defensa, ya que este informe “no es vinculante” para la decisión de una prórroga de contrato hasta que cumpla 45 años, edad en la que terminan los contratos de larga duración de los militares de tropa.

La junta realiza esta propuesta reseñando que esta soldado acumula 618 días de ausencia en la función militar por “baja médica y cese de destino”. Además, incluyen que dio dos positivos por drogas: uno en cannabis en 2013 y otro en cocaína en 2015.

La militar justifica parte de sus bajas alegando que, además de la denuncia por abuso, en estos últimos años ha hecho frente a un proceso de violencia machista fuera del Ejército y un cambio forzoso de unidad. Además asegura que en esos centenares de días también se incluyen aquellos en los que estuvo a la espera de destino.

Estos informes recogen que “sus presuntos problemas por motivos personales” le provocaron “ausencias que le impidieron seguir el ritmo de sus compañeros” o que le llegaron a aconsejar “vigilar su trayectoria y prestigio”. eldiario.es ha preguntado al Ministerio de Defensa si hay alguna relación entre la denuncia por abuso sexual y la decisión de sus superiores, sin haber recibido respuesta por el momento.

Sentencia por violencia de género

Entre la documentación que ha aportado a eldiario.es, incluye una sentencia condenatoria dictada en 2016 por unos hechos de 2014 contra su pareja. Él fue condenado por un delito de violencia de género a 70 días de trabajos en beneficio a la comunidad. Asegura que este fallo no ha sido recurrido, eldiario.es ha lanzado esta consulta al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, sin haber recibido respuesta por el momento.

En su denuncia por presunta violación en la unidad militar de Ceuta, Fiscalía y tribunal no se pusieron de acuerdo sobre los hechos sucedidos en noviembre del 2016. El Ministerio Público elaboró unas conclusiones que coincidían con el relato de Victoria. El fiscal solicitó que se condenase al soldado a seis años de cárcel al considerar que los hechos eran constitutivos de “un delito de abuso sexual sobre otro militar”.

Entre esas conclusiones, la Fiscalía reseñó que “pese al evidente estado de profunda embriaguez en la [sic] que se encontraba la soldado, [el denunciado] aprovechó para mantener relaciones sexuales con ella y sin contar con su consentimiento, habida cuenta de que ésta no se encontraba en condiciones de poder prestarlo”.

Sobre estos hechos, el Ministerio Público determinó que él “le levantó el vestido hasta la cintura, le bajó las bragas hasta los pies”, posteriormente la penetró y eyaculó dentro. Previamente ella vomitó, mientras él “la tenía agarrada por la cintura, toda vez que ésta se tambaleaba y le era imposible mantenerse en pie sin caerse”, explicó en este escrito.

“Es imposible que si yo hubiese estado consciente le dejase correrse dentro. ¿Me arriesgo a embarazarme? Tengo la sensación de que por haber estado borracha no tengo derechos”, incide Victoria. En la sentencia que ha puesto fin a este procedimiento hacen un recorrido previo a los hechos denunciados.

Victoria comenzó esa noche bebiendo en el regimiento junto a tres compañeros, posteriormente se unió el soldado absuelto. Todos juntos salieron a un par de locales en Ceuta. En el escrito se realiza una explicación detallada del número de copas que se tomó la soldado en la unidad y en los bares.

En un momento de la noche, un compañero que también se encontraba “bastante bebido” y la soldado le plantearon al militar absuelto que se marchaban. Éste se ofreció “para llevarlos en su coche”. Desde entonces esta mujer asegura que no recuerda nada. Se quedó dormida en la parte posterior del coche y, a partir de ahí, estos jueces incluyen como hechos que “resultan probados” que el denunciado “se ofreció a acompañar a la soldado” hasta la habitación de ella.

Continúan relatando como sucesos probados que fue la denunciante la que “invitó al soldado a entrar en la camareta” de ella, que él la acompañó a vomitar “mientras la sujetaba por detrás, por la cintura”. Además, reseñan que en esa posición ella “empezó a tocarle las piernas y los genitales al soldado”, insisten en que fue ella la que se subió el vestido y él “le bajó las bragas”.

La sentencia determina que no se refirió a él

Tras finalizar la penetración, “la soldado se dio la vuelta y empezó a llamar al soldado” por otro nombre “a lo que éste le respondió diciéndole” que no era esa persona “y que lo sentía si ella se había confundido”, apuntan.

Sobre este caso, los jueces determinan ya en los fundamentos jurídicos que “la esencia a dilucidar estriba en si ha existido o no consentimiento”. Para ello, explican que solo cuentan “con la declaración del acusado” así que para verificar el relato lo contrastan con “elementos periféricos”.

“Así vemos, que éste mantiene haber sido invitado a entrar en la habitación por la soldado para terminar de beber el cubata que aún llevaba en la mano, hecho que este coincide con lo declarado por el [tercer] soldado, quien reconoce que [el militar denunciado] iba conduciendo con un cubata en la mano”. Este es uno de los ejemplos con los que corroboran parte de su versión de los hechos.

La militar considera “humillante” la relación que se elabora en la sentencia entre ella y el alcohol. En el escrito judicial se plantea que, según las declaraciones de sus compañeros, “tenía una alta tolerancia al alcohol” y que solía consumirlo “con frecuencia”. “Se ha escuchado en Sala que normalmente los viernes cenaba con una botella de lambrusco, que no era la primera vez que la veían así”, inciden en la sentencia.

Al despertarse esa madrugada y darse cuenta de que había sido penetrada llamó a varios compañeros en shock. “Cada mujer reacciona de manera distinta. Cuestionan cómo lo afrontamos. No quería que nadie me tocase, solo quería que viesen si me había hecho algo”, explica, Según cuenta los días posteriores “estaba hundida”. “Me duchaba siete u ocho veces al día, me sentía sucia”, añade.

Entre 2004 y 2015 se presentaron 174 denuncias por acoso sexual o laboral dentro de las Fuerzas Armadas. El 76% acabó en nada: la Justicia militar archivó 110 casos durante la fase de diligencias previas y otros 24 no acabaron con sentencia condenatoria contra los acusados. Sólo se han producido 22 condenas, mientras que el resto de casos se dejó en manos de mandos militares u otros órganos internos.

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