España no ha vigilado bien la contaminación que los residuos agrícolas y ganaderos filtran a los acuíferos hasta el punto de que la Comisión Europea abrió un expediente sancionador por esto en noviembre pasado. La consecuencia es que hasta el 46% de las masas de agua subterránea padecen la contaminación por nitratos que provocan la utilización de fertilizantes y el estiércol de las granjas ganaderas, según el listado recién elaborado por el Ministerio de Transición Ecológica.
“Las prácticas agrarias son el factor principal de alteración de la calidad de las aguas subterráneas”, según explican en el Instituto Geológico y Minero. Y continúan que “la contaminación por nitratos es el origen de la existencia de acuíferos afectados”. La agroindustria española utiliza un millón de toneladas de fertilizantes a base de nitrógeno cada año, según la estadística del Ministerio de Agricultura. Las granjas ganaderas producen no menos de 80 millones de toneladas de estiércol. La mala gestión y control de estos focos de tóxicos hizo que Bruselas urgiera hace ocho meses a España para que cumpliera con la normativa sobre nitratos “una de las piezas clave de la legislación sobre agua”, explicaron.
Transición Ecológica prepara ahora una orden para determinar las aguas subterráneas y superficiales “afectadas por la contaminación, o en riesgo, por la aportación de nitratos de origen agrario”. Es el primer paso para que las comunidades autónomas determinen las zonas vulnerables donde se originan los focos de contaminación que afectan al agua. Y les apliquen un plan de actuación para que el sector agrícola rebaje el uso de nitratos y el ganadero maneje mejor los desechos de sus cabañas.
El ciclo tóxico funciona del siguiente modo: en los campos, el excedente de fertilizante aplicado a cultivos que no han absorbido las plantas se filtra hacia los acuíferos. En las explotaciones intensivas de cerdos o vacas, los fluidos que originan los desechos de los animales “por acumulación e incorrecta eliminación”, terminan por correr hasta las masas hídricas bajo tierra. Casi dos terceras partes del estiércol son “líquidas o semi-pastosas”, según lo califican los expertos. El IGME describe que “el gran volumen de estiércol líquido, sobre todo el de porcino, generada en zonas de agricultura intensiva está dando problemas importantes de contaminación por nitratos de las aguas subterránea”.
Todas las cuencas
La lista de estaciones de control incluidas en esta orden se extiende por 199 de las 478 masas de agua subterráneas de las cuencas interterritoriales peninsulares –también hay 199 masas superficiales como arroyos, tramos fluviales o lagunas–. Son más de mil puntos donde las mediciones han revelado que el acuífero está afecto o en riesgo de estarlo debido a estas filtraciones. Hay masas con contaminación elevada en prácticamente todas las cuencas. A eso se añaden, las 66 masas de las Islas Baleares, las 14 canarias, 24 de las cuencas catalanas y 75 andaluzas que presentan “mal estado químico”, según sus últimos datos hidrológicos.
Con todo, según la relación recopilada por el Ministerio, la zona con peores datos es la Confederación del Guadiana con el 75% de sus masas con una situación preocupante. El Duero, el Tajo y el Guadalquivir están por encima del 40%. En las confederaciones del Júcar y el Ebro, un tercio de sus acuíferos tienen puntos con contaminación por nitratos. Las cuencas insulares tienen su propia idiosincrasia, pero, en Baleares, el último Plan Hidrológico explica que el 74% de las masas tienen problemas con los nitratos.
La reglamentación del Ejecutivo, ahora en borrador, incide directamente sobre la manera de producir del sector agrícola. Una zona declarada vulnerable implica una serie de condiciones y buenas prácticas como las recogidas por la Comunidad de Madrid: utilizar el abono en épocas adecuadas, es decir, en el periodo en el que la planta lo absorbe. Contar con un plan de abonado y un registro de aplicación donde se especifique qué compuestos, volúmenes y fechas se han empleado.
En explotaciones ganaderas, el código se refiere a la forma de manejar los desechos de los animales que representan un peligro ambiental. De hecho, la gran cantidad de deposiciones de la enorme cabaña de porcino en régimen intensivo hace que España incumpla los límites permitidos de emisiones de amoniaco desde que entraron en vigor en 2010.
Respecto a los nitratos, las buenas prácticas para las granjas incluyen mantener impermeables las áreas accesibles a los animales, aplicar pendientes en el terreno que permitan la evacuación de los efluentes, disponer de cierta capacidad de almacenaje o recoger por separado las aguas de las lluvias para que no se mezclen y formen riachuelos tóxicos que terminen contaminando los acuíferos.