Los adolescentes con cáncer piensan si podrán tener hijos tras el tratamiento: “Me afectó, pero ahora tengo a mi bebé”

Deva Mar Escobedo

15 de diciembre de 2023 22:05 h

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Amanda tenía 8 años cuando le diagnosticaron una leucemia linfoblástica aguda tipo B. Tras unas sesiones de quimioterapia llegó la recuperación, pero el cáncer volvió unos años después. Y, entre los temores habituales ante un diagnóstico de este tipo, Amanda tenía otra preocupación: la fertilidad. Su caso no es único. Más allá de la recuperación, el efecto en la vida social o la caída del cabello, los problemas para concebir en el futuro preocupan al 65% de los adolescentes al enterarse de que tienen un cáncer, según una encuesta interna del Hospital Infantil Niño Jesús de Madrid.

“La quimio había matado a mis ovarios y me dijeron que no había manera de ser mamá. Me chafaron mi sueño. Me afectó mucho psicológicamente pero no me rendí, hace dos años me trasplanté óvulos y hoy tengo a mi bebé y estoy súper contenta. Toda lucha merece la pena”, recuerda ahora Amanda, recuperada y con 23 años, sobre aquellas consultas.

Esta infertilidad no afecta a todos los pacientes. Algunos factores que condicionan son la edad, el estadio puberal, la reserva gonadal, si la enfermedad afecta o no al sistema reproductor o la dosis de quimio o radioterapia, explica Maitane Andión, oncóloga coordinadora de la Unidad de Oncología del Adolescente del hospital infantojuvenil madrileño. El mayor riesgo, explican desde la institución, son los pacientes que reciben algunos tipos de quimioterapia, un trasplante de progenitores hematopoyéticos o radioterapia.

En la adolescencia no se han llegado a plantear todavía el tema de tener descendencia y puede ser una causa extra de estrés, pero a medida que pasa el tiempo los propios pacientes lo ven como algo importante

“Hemos percibido que es un problema que preocupa a los pacientes: el riesgo que puede suponer el tratamiento contra el cáncer a nivel de fertilidad y de sexualidad”, ha explicado la doctora en el marco de las jornadas 'El cáncer durante la adolescencia: efectos sobre la fertilidad', organizadas en el centro hospitalario.

Por ello, informan en consulta a los pacientes del diagnóstico de cáncer inicial y de la toxicidad que puede suponer para su fertilidad. “En la adolescencia no se han llegado a plantear todavía el tema de tener descendencia y puede ser una causa extra de estrés, pero a medida que pasa el tiempo los propios pacientes lo ven como algo importante. Solo el hecho de informarles sobre las medidas que tienen de preservación mejora cómo sobrellevan las secuelas que puedan tener a medio plazo”, declara la oncóloga.

De hecho, la sanidad pública ofrece varias opciones para que los más jóvenes puedan conservar sus gametos y optar a ser padres más adelante. El circuito de oncofertilidad del Hospital Niño Jesús da la posibilidad de recurrir a la técnica de vitrificación de ovocitos, que consiste en la congelación de ovocitos maduros para uso a través de técnicas de reproducción asistida en la edad adulta. En las niñas que no han tenido la primera menstruación se puede realizar la criopreservación de corteza ovárica, es decir, la congelación de un fragmento del tejido ovárico que será reimplantable en la edad adulta para recuperar la facultad reproductiva.

En el caso de los varones adolescentes puede realizarse la crioprerservación seminal, que les permitirá utilizar su propio esperma para técnicas de reproducción asistida en el momento que consideren. Además, a lo largo del próximo año la Unidad de Oncología del Adolescente del Niño Jesús incorporará un nuevo proyecto experimental de criopreservación de tejido testicular que supone actualmente la única opción para los varones que no han alcanzado aún la pubertad.

Águeda es una de las adolescentes que se ha beneficiado de estos tratamientos. Ingresó con 17 años en el hospital madrileño un 4 de febrero, Día Mundial contra el Cáncer. “La oncóloga me habló de quimioterapia, de Pet-tac, de inmunodepresión y un montón de palabras que no había oído en mi vida pero que empezarían a ser muy importantes para mí. Y de repente se da la vuelta y saca unos folletos que ponen ‘cáncer y fertilidad’”, explica la chica, ya en remisión.

Al principio no le dio mucha importancia, pero acabó agradeciendo y aceptando la oportunidad. El tratamiento no fue efectivo porque su reserva ovárica era demasiado baja, pero ahora está haciéndose pruebas para averiguar cuán extensamente ha afectado el cáncer a su fertilidad.

Aunque le dé importancia, Águeda no está agobiada. Ha empezado este año el grado en Medicina, toca la flauta, es monitora en voluntariados o, como lo resume ella: “¡Hago muchas cosas!”. Y, a la espera de las respuestas sobre su fertilidad, tiene presente que la adopción “es una posibilidad igual de válida”.