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La afectada por la polio desalojada del Congreso: “Nos han jodido la infancia, la juventud y ahora también la vejez”

“Estamos hartos de llamar a puertas y que no nos haga caso nadie. Teníamos que hacer algo para que todos se enteraran”. Son palabras de Rosa Hernanz, la mujer afectada por el síndrome post-polio que este martes irrumpió en el Congreso tras una de las intervenciones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Lo hizo desde la tribuna de público, donde únicamente alcanzó a decir “solo les pido un minuto de atención”. La presidenta de la Cámara Baja, Ana Pastor, pidió a los servicios de seguridad que desalojaran este espacio, algo habitual cuando se producen situaciones similares.

Pero Rosa consiguió llamar la atención de la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, que salió del hemiciclo para hablar con ella. “Nos ha dicho que los facultativos están preparados, y no digo que no, pero la gran mayoría no tiene ni idea sobre la polio”, lamenta en conversación con eldiario.es, aunque agradece el gesto y entiende que “acaba de entrar al cargo”: “Cuando se lo he comentado a otros compañeros, han alucinado con que dijera que los médicos sabían sobre esto. Vas al médico y no sabe nada de que esto ocurre”.

“Estamos padeciendo el síndrome post-polio, que produce problemas respiratorios o artrosis generalizada, entre otros”, explica esta afectada, que ya solo puede moverse con el uso de silla de ruedas. “Los que íbamos con bastones hemos necesitado la silla de ruedas con el paso de los años”, comenta al otro lado del teléfono: “Después de este día y el viaje para acudir al Congreso, estoy destrozada. No aguantamos nada”.

Esta afectada es integrante del colectivo 'Niñ@s de la polio', formado por personas que contrajeron el virus durante su infancia, en la España de los años 50 y 60, en plena dictadura. “En el franquismo no nos vacunaron, pese a que existía una vacuna desde 1955”, cuenta Rosa, que recuerda que “en España se negó que hubiera epidemia”.

“Ahora ya sabemos que en Estados Unidos se consiguió erradicar la epidemia a mediados de los años 50”, critica la afectada y añade: “No empezaron a aplicar la vacuna hasta finales de 1963. El 25 julio de ese año yo caí. Había ido pocos meses antes a la consulta para que me vacunaran, pero el médico dijo que eso no existía”.

Los centros sanitarios no eran los únicos que rechazaban la existencia de la polio: también se hacía lo propio en los medios de comunicación. “Tenemos artículos de la prensa de la época en la que se negaba la epidemia”, subraya Rosa: “Supongo que necesitaban no asustar para que vinieran turistas... Y ahorrar un montón de dinero para construir el Valle de los Caídos”.

En aquel entonces, recuerda, en Madrid solo había dos centros para tratar la polio: uno para chicas y otro para chicos, pero ambos bajo el amparo de la Iglesia. “Eran centros de beneficencia y nosotros los niños marginados a los que se dejaba en manos de la Iglesia franquista”, apunta sobre estos lugares: “Ensayaban con nosotros, eramos conejillos de Indias para ellos y nos hacían una especie de operaciones que no servían para nada”.

“Nunca nos han dado nada. Todo lo tenían que pagar nuestros padres, que tuvieron que esforzarse mucho para conseguir dinero para comprar aparatos con los que sus hijos pudieran andar”, añade.

En Niñ@s de la Polio lamentan la poca repercusión y reconocimiento que han tenido –y siguen teniendo– estas personas en España. Por ello, han decidido interponer una querella a través de la Justicia argentina con la que se pretende que se les reconozca como víctimas del franquismo: “Aquí no hay justicia de ningún tipo y tenemos que acudir a otros países para que nos hagan caso”.

Los cálculos de este colectivo apuntan a que en España hay entre 30.000 y 40.000 afectados, “más todos los que no sobrevivieron”. “Nos tendrían que incapacitar, no dar un certificado de minusvalía que no vale para nada”, explica Rosa, enfatizando que “muchos afectados están trabajando y no les dan la incapacidad porque la polio fue anterior a la edad laboral y no es suficiente. Y, encima, les presionan en los trabajos porque no rinden”.

En este sentido, también apunta a la escasez de las pensiones y otro tipo de ayudas: “Parece que lo único que han investigado es que la rehabilitación es buena para nosotros, y tampoco conceden mucha. A mí, por ejemplo, solo me dan 25 días de rehabilitación al año”.

“Nos han jodido la infancia, la juventud y ahora también la vejez”, concluye Rosa, que espera que después de su visita al Congreso mejoren las condiciones de los afectados por la polio: “Nos queda poco pero queremos que haya un reconocimiento y que tengamos algo de calidad de vida. Queremos que se sepa qué ocurrió”.