Decenas de muertos. Decenas de miles de desplazados. Vastas áreas devastadas por el agua o por las llamas. Es lo que está ocurriendo durante esta semana a un lado y otro de Europa. Mientras las inundaciones anegan el centro y este del continente, los incendios carbonizan Portugal. Detrás, lluvias torrenciales de récord y condiciones ambientales de máximo riesgo para el fuego. Ambos extremos alimentados por el calentamiento global.
La tenaza climática que aprieta el continente por ambas vertientes al mismo tiempo está conformada por un lado por unas temperaturas de récord en los mares Negro y Mediterráneo –que le han dado combustible a las precipitaciones de la tormenta Boris–; y por el otro un calor, sequedad y viento que han llevado el Índice de Riesgo Meteorológico de Incendio (Fire Weather Index) a niveles poco vistos en Portugal.
Alta temperatura en el mar: combustible para la lluvia
En la franja que va de Rumanía a Polonia pasando por Hungría, Eslovaquia, Austria, República Checa y Alemania, las lluvias torrenciales de la borrasca Boris han concentrado en cuatro días cinco veces más agua que el promedio para septiembre. Los grandes ríos de las llanuras europeas se han desbordado.
Las avenidas han dejado más de 22 muertos. El alcalde de Breslavia, la tercera ciudad de Polonia, a orillas del río Oder, ha preparado un plan para evacuar a toda la población, más de medio millón de habitantes. La Federación Internacional de la Cruz y Media Luna Roja ha explicado que la emergencia “puede ser la peor desde 2002”.
En estos días, el Mar Negro está muy caliente: con áreas en las que el agua va más allá de 4ºC por encima de la media y otras con incluso 5 o 6 grados extra, según confirma la Agencia Estatal de Meteorología. A la par, el Mediterráneo oriental está mostrando valores entre 2 y 3 grados por encima del promedio para esta época del año. Se mueve en los 26ºC y 28ºC. “Incluso hay zonas con más de 28ºC que es el umbral que se le exige a una depresión para ser huracán”, dice el meteorólogo de la AEMET, Luis Bañón.
La humedad para las precipitaciones viene del mar. El viento la toma de la superficie marina. Así que cuanto más caliente está el agua, más caliente sale el aire. Y un aire más cálido admite más vapor lo que deriva en mayores precipitaciones
Bañón explica que “la humedad para las precipitaciones viene del mar. El viento la toma de la superficie marina. Así que cuanto más caliente está el agua, más caliente sale el aire. Y un aire más cálido admite más vapor lo que deriva en mayores precipitaciones”.
El meteorólogo añade que “el mar caliente viene a sumar, pero lo más determinante es que luego haya una borrasca, es decir, aire frío para que esa carga de humedad llegue a ser lluvia”. En el caso de Boris, la borrasca además se ha quedado bloqueada en la misma zona mientras no paraba de descargar.
La relación general entre lluvias extremas (que son las que terminan por ocasionar avenidas e inundaciones) y el cambio climático no para de afianzarse. Por cada grado extra que recalienta de manera global el planeta, “las tormentas descargan entre un 15% y un 21% más”, explicaban en un reciente investigación científicos de las universidades de Sydney, Exeter y Adelaida. “Una atmósfera más caliente es capaz de contener más humedad”, argumentaban.
Y daban más explicaciones sobre cómo el calentamiento global ceba las tormentas: “A medida que el vapor de agua se condensa en gotas, produce más calor que supercarga las tormentas”. Los registros en España reflejan esta tendencia: el cambio climático ha multiplicado por cuatro la intensidad de las lluvias torrenciales.
“24 horas muy complicadas”
Mientras en esa parte de Europa la población se está ahogando literalmente, en la otra punta se asfixian por el humo de cientos de miles de árboles ardiendo en más de un centenar de incendios forestales que queman el centro y norte de Portugal desde hace días. Siete personas han muerto desde el domingo y el Gobierno mantendrá el estado de alarma, al menos, hasta el viernes. El humo de los incendios llega a Galicia y vela la luz del Sol.
“Las próximas 24 horas van a ser muy complicadas”, ha advertido este miércoles el Servicio de Protección Civil de Portugal.
La información de la que disponemos dice que estábamos muy cerca del riesgo máximo de incendios en varios distritos de Portugal, algo que no se había verificado anteriormente
El profesor especialista en ecología del fuego del Instituto Politécnico de Coimbra, Joaquim Sande Silva, explica a elDiario.es que “se han combinado la baja humedad y sequedad de la vegetación con un viento fuerte y la realización de muchas actividades de riesgo”, informa Sofía Pérez Mendoza.
Este experto, que participó en la comisión independiente que investigó los dos grandes incendios de hace siete años por encargo de la Asamblea de la República, admite que es “difícil relacionar un solo evento con tendencias que se comprueban a largo plazo”. “Sin embargo, la información de la que disponemos dice que estábamos muy cerca del riesgo máximo de incendios en varios distritos de Portugal, algo que no se había verificado anteriormente”, afirma.
La conexión entre incendios forestales y cambio climático también se refuerza con cada ronda de investigaciones. El incremento del calor, la expansión de sequías más severas y prolongadas –que secan la flora– y la atmósfera sedienta “han sido un factor clave en el incremento del riesgo de incendios forestales”, analiza la Agencia Atmosférica de EEUU.
En España, el índice que mide el riesgo meteorológico de fuego ha crecido un 23% en 40 años: conlleva temperaturas altas y poca lluvia que influyen en la sequedad de las plantas que hacen así las veces de combustible para que los bosques ardan.
Desde que comenzara esta batería de incendios en Portugal (han sido cientos de focos), han ardido unas 70.000 hectáreas y se ha detenido a 29 personas sospechosas de haber participado en el inicio de los fuegos. El Gobierno ha declarado “zona catastrófica” los municipios afectados por la llamas.