Agua procedente de escorrentías fluviales, de tratamientos industriales, de actividades mineras o del desagüe doméstico; todas forman el conjunto de las aguas residuales, un elemento altamente nocivo para personas y medio ambiente, pero cuyo correcto tratamiento convierte en oportunidad.
Si las aguas residuales no fueran sometidas a los pertinentes procesos de tratamiento y depuración para su posterior vertido al medio o para su reutilización, no sólo estaría en riesgo la salud pública, también los sistemas acuosos dulces y salados del planeta.
Y es que la materia orgánica y los nutrientes presentes en las aguas residuales hacen a éstas total o parcialmente inútiles para su aprovechamiento e incompatibles con la biodiversidad.
Los avances tecnológicos han permitido alcanzar niveles óptimos de depuración de las aguas residuales para ambos escenarios y la mayoría de plantas depuradoras logran efluentes libres de contaminantes para su uso en agricultura o para su retorno al medio.
Pero la investigación va más allá, y las empresas buscan ahora cumplir esos parámetros con la mayor eficiencia, tanto en el consumo energético como en las emisiones de gases de efecto invernadero, con la ayuda de los instrumentos financieros de la Unión Europea.
El programa Life ha permitido por ejemplo el desarrollo a pequeña escala de una tecnología capaz de aprovechar el clima cálido de zonas de España como la Región de Murcia para su implantación en otros países del arco Mediterráneo, África o América Latina.
La planta experimental Life Celsius, instalada por Acciona Agua en la Estación Depuradora de Aguas Residuales de Archena, se basa en un tipo de bacterias para la eliminación de la materia orgánica y de los compuestos nitrogenados que no precisan oxígeno y se benefician de las temperaturas suaves de la zona para realizar su metabolismo.
Ello se traduce en un importante ahorro, debido a que estos microorganismos pueden prescindir de la aireación -que consume la mayor parte de la energía en una depuradora convencional- y de aporte de calor externo.
Según María del Mar Micó, directora del proyecto, para el que Acciona Agua ha contado con la Agencia EFE como socio entre los años 2015 y 2018, esta tecnología permitiría ahorrar con la combinación de ambos procesos hasta un 60 por ciento en el consumo energético total de una depuradora frente a tratamientos convencionales.
Todo ello con hasta el 90 por ciento de eliminación de materia orgánica y compuestos de nitrógeno; “una oportunidad” para una empresa como Acciona Agua, al poder aplicar una tecnología “que ya tenía trabajada” a la línea principal de una depuradora real con un influente realista, ha señalado Micó.
En concreto, la planta Celsius se centró en la eliminación de nutrientes en dos fases, que en su conjunto arrojaron un resultado “muy robusto” perfectamente aplicable a lugares de clima similar.
Y es que la etapa de eliminación de nutrientes es, según esta experta, “crucial”, porque la presencia de estos contaminantes favorece el desarrollo de especies invasoras oportunistas que consumen el oxígeno de las masas acuosas y perjudican el desarrollo de fauna y flora autóctonas.
En este sentido, Mico ha valorado las iniciativas de depuración de aguas residuales enfocadas a evitar que esos nutrientes lleguen al medio ambiente, “bien eliminándolo definitivamente bien reutilizándolo como abono en el campo, por ejemplo”.
Esta es la línea de trabajo de CircRural4.0, impulsado por el Centro de Estudios e Investigaciones Técnicas de Guipúzcoa (Ceit) e instituciones de Francia y Portugal para la conversión de pequeñas y medianas estaciones depuradoras ubicadas en zonas rurales en instalaciones orientadas a la recuperación de recursos.
Luis Larrea, uno de los promotores de este proyecto financiado por el programa europeo Interreg Sudoe, ha explicado a EFEverde que “España en los últimos 30 años ha dado un salto cualitativo a nivel tecnológico, y en el campo del tratamiento de aguas ha habido un avance enorme”.
“Tenemos un gran potencial para competir con los países más avanzados, pero hay que apostar por nuestros investigadores, para que desarrollen tecnologías competitivas que generen el cambio de modelo productivo del que tanto se habla”, ha subrayado.
Desde 1991, todos los países de la Unión Europea están obligados a recoger y tratar las aguas residuales procedentes de poblaciones de al menos 2.000 personas, garantizar el mantenimiento de las instalaciones y adoptar medidas para limitar la contaminación de las aguas receptoras.
Cristina Yuste