Dos estudiantes de cada clase sufren acoso escolar, según el estudio más completo realizado hasta la fecha sobre el tema, elaborado por la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en colaboración con la Fundación Cola Cao. La investigación, que trata de introducir algo de luz en un tema en el que falta información fiable en cuanto a la prevalencia, cifra en un 6,2% el porcentaje de víctimas del bullying, que se traduce en un total de 220.000 estudiantes (o 1,7 en cada aula). También se estima en un 2,1% el alumnado que está en el otro lado, acosando: serían 74.000 escolares en total, o lo que es lo mismo uno por cada dos clases. Casi 21.000 escolares de todas las comunidades autónomas han colaborado en la investigación.
La prevalencia del acoso, sostiene el estudio, va bajando según los estudiantes cumplen años. El 7,6% de víctimas de bullying en 4º, 5º y 6º de Primaria (entre 9-11 años), con igual afectación entre mujeres y hombres, desciende hasta un 5,3% en 4º de la ESO (15 años), donde las chicas (5,8%) lo sufren más que los chicos (4,7%).
“El acoso escolar es una de las principales barreras psicológicas, emocionales, sociales y educativas en el desarrollo de la personalidad infantil”, recuerdan los autores del informe. Las principales causas para sufrir acoso, según las víctimas, son el aspecto físico (la principal para el 52,9%), especialmente la gordura, desafiar los estereotipos sexistas en el sentido de “no comportarse como el resto de chicos y chicas” (44,2%), que les tengan envidia (42,2%) o las situaciones de aislamiento e indefensión (41,1%).
Aquí se dan diferencias entre varones y mujeres: ellos son más propensos a experimentar agresiones físicas, racistas y relacionadas con la orientación sexual; ellas tienen más opciones de ser víctimas de agresiones relacionales (exclusión, ser ignoradas) y sobre su aspecto físico.
Las agresiones más habituales, continúan quienes las sufren, son de tipo verbal y relacional: llamar por motes o burlarse, contar mentiras para que los demás le rechacen, hablar mal de su aspecto físico para hacerle sentir mal e ignorar a propósito excluyendo del grupo. El resto de las agresiones (físicas, sexuales, coacciones, contra las propiedades, racistas o xenófobas, o contra la orientación sexual) son menos frecuentes que las anteriores.
En cuanto a los lugares en los que ocurren estas agresiones, el mayoritario (57,8%) es el patio, seguido del aula (34,3%). Otros lugares habituales son el gimnasio, el comedor, donde se celebren las actividades extraescolares, los aseos y el autobús.
Un 20% de intentos de suicidio
Además, los escolares confiesan que las situaciones de acoso les han llevado a intentar quitarse la vida. El 20,4% de las víctimas y el 16,8% de los acosadores en el acoso escolar, y el 21,1% de las víctimas y el 24,9% de los acosadores en el caso del ciberacoso, declaran haber intentado quitarse la vida.
Incluso sin llegar a esos extremos, la investigación analiza las relaciones entre el acoso escolar y el ciberacoso con la salud mental y demuestra que las víctimas de acoso y ciberacoso tienen significativamente más síntomas depresivos que los acosadores o aquellos no involucrados. Quienes acosan, dice la investigación, muestran un patrón de conducta más agresivo y antisocial, mientras que las víctimas, en cambio, presentan más síntomas emocionales que reflejan sufrimiento y vulnerabilidad, aunque suelen ser más prosociales.
“Estos hallazgos subrayan la urgente necesidad de intervenir desde las escuelas en la prevención del suicidio, poniendo especial énfasis en ayudar a las víctimas de violencia y abordar las dificultades socioemocionales de quienes acosan para garantizar el bienestar de todos los estudiantes”, añade María José Díaz-Aguado, directora de la investigación y de la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid.
Las buenas noticias, según el texto, son que los centros educativos avanzan en la sensibilización en la temática e imparten formaciones de prevención. Casi el 80% de los estudiantes recuerda haber trabajado en su centro educativo la prevención del acoso y qué hacer para detenerlo. Entre los que no recuerdan dicho trabajo, el 7,9% se reconoce víctima y el 2,8% como acosador/a; cifras que bajan al 5,6% y al 1,7%, respectivamente, entre quienes recuerdan haber trabajado en el centro contra el acoso.
Javier Corominas, patrono de la Fundación ColaCao, ha valorado que “la investigación ha reflejado que el haber trabajado en la escuela contra el acoso escolar reduce significativamente tanto el riesgo de ser víctima de acoso escolar como el riesgo de ser acosador/a. Este resultado pone de manifiesto que el trabajo que estamos realizando en los centros escolares tiene un efecto positivo, pero también que debemos intensificarlo y generalizarlo a todos los centros para que las cifras de víctimas sean cada vez menores”.