La amenaza de la riada: lluvias cada vez más violentas causan inundaciones súbitas en un territorio 'superurbanizado'
Las precipitaciones violentas de la borrasca Boris han inundado Europa del este y central. Han causado más de 25 muertes repartidas por Rumanía, Polonia, Austria y Alemania. Al llegar a Italia ha causado dos desparecidos y otros 1.000 evacuados. España sabe bien cómo golpean las inundaciones. Sin ir más lejos, es el desastre natural más costoso y mortal –si no se cuentan las olas de calor–. La realidad climática obliga a España a adaptar su territorio, especialmente vulnerable por estar superurbanizado, al incremento de inundaciones súbitas que causan las lluvias cada vez más fuertes generadas por el calentamiento global.
El punto de partida es que “el aumento de las tormentas intensas y las superficies selladas debido al exceso de urbanización ha llevado a un incremento de las áreas urbanas afectadas por inundaciones”. Especialmente en el sureste de España, esta dinámica ha provocado “una mayor exposición y vulnerabilidad de la población a nuevos riesgos”, como recoge un grupo de estudio de la Universidad de Alicante.
¿Cómo parar o, al menos aliviar, una avenida de agua a toda velocidad y cargada de lodos o restos? ¿Cómo minimizar los daños?
El Centro Conjunto de Investigación de la UE (JRC) señala cuatro maneras: las áreas de retención, los diques, la edificación a prueba de inundaciones y la recolocación de personas.
- Las áreas de retención cerca de los cursos pueden ser inundadas de manera controlada cuando el caudal del río llega a niveles críticos –así evita la avenida enloquecida cuando se desborda–. Así un parque fluvial amplio, más o menos diáfano y llano amansa la inundación. Los técnicos del JRC calculan que cada euro invertido en esta infraestructura ahorra entre 2 y 3 euros en daños. “Entre un 41% y un 68% en destrucción económica” y entre un 41% y 65% de población expuesta al peligro.
Además, unos Sistemas Urbanos de Drenaje (como pavimentos permeables, jardines de lluvia y sumideros filtrantes) pueden captar las aguas pluviales para evitar la escorrentía, que es esa agua de lluvia que no absorbe el terreno y forma esos ríos en las calzadas que arrastran coches y personas en episodios de tormentas violentas.
Reforzar los diques, aumentando su altura, “puede resultar eficiente”, explican las conclusiones del JRC, aunque el beneficio difiere bastante por países y en España, señalan, ronda solo el 6% (en Luxemburgo supera el 80%). “Hay que tener en consideración –añaden– que elevar los diques puede tener consecuencias negativas ambientales y sociales ya que puede elevar la magnitud de la corriente aguas abajo, con lo que se incrementa el peligro y los riesgos en esas zonas. En Hungría han levantado 754 kilómetros de diques esta semana para frenar la ”riada de la década“, consecuencia del paso de Boris.
Además, “favorece la pérdida de memoria de inundación”. Esto quiere decir que al rebajarse la frecuencia de avenidas se genera una sensación de seguridad que “si fallan las defensas, desemboque en consecuencias catastróficas”. En este sentido, el análisis de la catedrática de la Universidad de Barcelona María del Carmen Llasat Botija apunta al efecto de la paradoja del desarrollo que “atrae nuevos asentamientos y bienes en áreas aparentemente protegidas, aumentando la exposición y creando una sensación de falsa seguridad”.
Respecto a los edificios, se recomienda que las construcciones sean bastante impermeables o, al menos, impermeables hasta la altura esperada del agua en caso de inundación. La idea abarca, también, que el líquido pueda entrar y salir fácilmente y que haya elevación para “bienes importantes”.
En este sentido, el ingeniero especialista en Hidrogeología de la Universidad de Alicante, Javier Valdés, aclaraba a elDiario.es que, si bien el daño de las inundaciones aumenta con el calado, “es mucho mayor a partir de los 70 u 80 centímetros, más o menos la altura de las mesas, porque hasta esa altura pueden salvarse muchos bienes, pero desde ahí el daño se dispara”.
Relocalizar a la población es una medida de “último recurso, ya que genera altos costes [hay que proporcionar a los afectados nuevas viviendas] y tiene una baja aceptación social”. Con todo, el estudio marca que entre los pocos países en los que esta relocalización puede ser económicamente efectiva está España, lo que indica, subrayan, “que los costes de las inundaciones pueden llegar a ser igual de altos que construir nuevas casas”.
Aunque parezca una solución lejana, esto ya se ha aplicado en España. En la localidad valenciana de Ontinyent se reubicó la barriada de Canterería ante los episodios destructores de avenidas del río Clariano. En esa zona se planea construir un parque fluvial, es decir, un área de retención.
Conocimiento
Las inundaciones mediterráneas suelen ser más “súbitas”, causadas por fuertes lluvias que pueden ser locales produciendo inundaciones repentinas “como parte del marco de un evento de inundación importante”, describe el trabajo de la catedrática María del Carmen Llasat Botija. Estos eventos meteorológicos extremos están aumentando en España. Con ellos sube la peligrosidad al concentrarse una gran cantidad de agua en poco tiempo. Y en un terreno más vulnerable porque las zonas inundables están cada vez más ocupadas con viviendas e infraestructuras, lo que multiplica las probabilidades de que haya daños, ya sean materiales o personales.
Con todo, el análisis de la catedrática de Física Atmosférica añade como elementos para la adaptación los planes de emergencia y la “mejora en la percepción del riesgo de la sociedad”.
En este sentido un mejor conocimiento y sensibilización “debería mejorar la percepción del riesgo y el empoderamiento individual y social”, describe. Eso implica “enseñar a las personas cómo comportarse en caso de inundación y evitar situaciones de riesgo, como conducir a través de las aguas de la inundación o nadar en un río inundado. De hecho, la física subraya en su trabajo que lo que más ha aumentado son inundaciones con una o dos víctimas [más que las altamente mortales] ”por comportamientos imprudentes favorecidos por el desconocimiento del peligro y la creciente confianza en la tecnología.
País expuesto
España es un territorio muy expuesto a las inundaciones. Los tramos que muestran riesgo evidente suman casi 12.000 km, según las últimas mediciones del Ministerio de Transición Ecológica. El peligro alcanza a más de 2,3 millones de personas en las cuencas gestionadas por Transición Ecológica, según reflejan los últimos planes de gestión de riesgo aprobados por el Gobierno –quedan los de competencia exclusiva de las comunidades autónomas–.
“Las estrategias adecuadas de reducción del riesgo de inundaciones pueden minimizar el peligro”, advierten los expertos del JRC. Entre las conclusiones del Joint Research Center se destaca que para reducir ese riesgo, “la combinación de diferentes medidas que funcionen conjuntamente en las cuencas fluviales es probablemente la mejor estrategia para maximizar los beneficios de estas medidas”.
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