ENTREVISTA Presidente de la Asociación Española de Vacunología

Amós García Rojas: “No se puede modificar el criterio de una persona que no acepta la ciencia”

Elena Cabrera

4 de septiembre de 2021 22:54 h

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La mañana del día de su cumpleaños, el jefe de Epidemiología del Servicio Canario de Salud la ha pasado atendiendo, ininterrumpidamente hasta la hora de comer, a cinco radios, dos televisiones y a elDiario.es. El día anterior estaba casi afónico, pero Amós García-Rojas no desfallece. Como presidente de la Asociación Española de Vacunología y miembro de la Ponencia de Vacunas, el órgano que ha definido la estrategia de la vacunación contra la COVID-19, se ha convertido en una voz relevante a nivel nacional, rompiendo la barrera de la distancia científica.

Ha comentado que ha pasado dos años prácticamente sin vacaciones. ¿Qué y cuánto ha dado de su vida a esta pandemia?

Solo me he cogido cinco días porque he estado derrotado. Fíjate si he dado mi vida, que yo tendría que estar jubilado en este momento. No lo hice porque la pandemia estaba en plena primera ola y me parecía una irresponsabilidad. Hasta que no esté superada no creo que sea bueno que se prescinda de gente.

¿Cómo es pasar de ser un científico anónimo a ser relevante en el espacio público?

No tengo ni idea de cómo ha podido pasar. Yo he seguido en el puesto de trabajo de toda mi vida pero quizá el salto fue cuando decidí meterme en Twitter, porque me pareció fundamental trasladar a una ciudadanía que veía desconcertada por lo que estaba pasando un mensaje lo más adecuado a la realidad.

El salto del anonimato a un espacio de exposición tan fuerte me ha sorprendido mucho porque yo soy un hombre tranquilo, que vive en un ámbito geográfico también tranquilo como es Canarias. En Twitter me he sentido querido por muchas personas, pero también he sufrido insultos y no estoy acostumbrado. Que esos insultos se acompañen de amenazas de muerte, como desgraciadamente he recibido por email, o que paseando por una céntrica calle de Las Palmas me llamen a grito pelado “asesino” e “hijo de puta”, son cosas que me han dejado despavorido. Pero hay que seguir adelante.

Sus mensajes en Twitter comienzan siempre diciendo “calma, paciencia y prudencia”.

Eso fue lo que me llevó a iniciar la vida en las redes. Veía situaciones que me producían pavor como los brotes racistas que surgieron al inicio de la pandemia en relación a los ciudadanos de origen chino. Empezaba con esas palabras porque quería transmitir que no estábamos ante el fin del mundo. Calma porque esto se soluciona. Paciencia porque no se soluciona en dos días. Prudencia porque es el elemento clave que nos va a permitir avanzar.

Este ha sido un verano doloroso para usted ante esos ataques verbales de los que me hablaba. ¿Cuál sería su consejo sobre cómo se debe reaccionar, cómo enfrentarse a ello, cómo contestar a esas personas?

A veces no tengo ni que responder porque lo hace toda la gente que me aprecia a través de las redes. Es como una barrera defensiva de ciudadanos anónimos que me emociona. Pero ante estas cosas lo que hay que hacer es no responder. Hay gente que digas lo que digas, dirán que lo has dicho mal, por cuestiones de rechazo personal o ideológicas. Lo que les molesta es la defensa de la racionalidad. La racionalidad frente a la irracionalidad es un debate imposible en el cual no hay que caer nunca porque no puedes modificar el criterio de una persona que no acepta la ciencia. Están en el marco de las opiniones y no van a entrar nunca en el de las razones. Una vez entré en esos debates y al día siguiente me di cuenta de que había sido un error. He conseguido que no me afecte. 

La Asociación Española de Vacunología no busca influir sobre la toma de decisiones que ha de hacer la administración pública

Una de sus ocupaciones es la presidencia de la Asociación Española de Vacunología, ¿qué le exige?

Nosotros entendemos que la toma de decisiones en la política vacunal la tiene que hacer la administración. Si considera oportuno pedir asesoramiento, allí vamos a estar, pero entiendo que una sociedad científica no debe nunca hacer otra cosa salvo esa.

¿No busca una asociación como esta también influir?

No, nosotros lo rechazamos por completo. Nunca vamos a sacar unas recomendaciones vacunales al margen de lo que decida el sector público porque eso genera confusión en la gente. Aunque en ocasiones pensemos que se pueden hacer otras cosas, nunca lo vamos a exteriorizar.

Otro de sus trabajos es la representación de las Islas Canarias en la Ponencia de Vacunas. ¿En qué consiste?

En la Ponencia de Vacunas hay representantes territoriales del ámbito técnico, pero también de instituciones. Es un trabajo complejo pero muy rico. Los ejercicios de reflexión y los documentos que se hacen en la Ponencia tienen una calidad bestial. Nosotros elaboramos unos documentos, desde el punto de vista técnico y los pasamos a la Comisión de Salud Pública que es un ámbito entre técnico y político y ellos asumen o no nuestros informes. Normalmente sí lo hacen pero no siempre nos han dado el visto bueno. Si la Comisión los aprueba, los eleva al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, que es el que decide, formado por los consejeros y la ministra.

Se necesitará mucho trabajo de coordinación ahí.

Sí. Las competencias de salud pública en este país están en manos de las comunidades autónomas y cada una podría establecer lo que tenga oportuno, pero en el contexto de una pandemia sería un absoluto disparate. Ese ejercicio de coordinación en la pandemia lo lleva la Ponencia de Vacunas, que se ha ampliado con un grupo de trabajo al que se ha incorporado gente que no está en la Ponencia, como es el presidente del Comité de Bioética, sociólogos o representantes de sociedades científicas.

¿Cómo es su rutina diaria para estar informado de la evolución de la pandemia?

Salgo pronto de casa y normalmente llego al despacho a las ocho menos cuarto. Lo primero que hago es ver cómo están los indicadores y cómo va la cobertura vacunal, lo que me lleva una hora y media. Después, atiendo las cuestiones que surgen a lo largo del día. Entre ellas, dedico mucho tiempo a atender a los medios. Pero me parece que es un tiempo ganado, la información es clave en un contexto de pandemia, por eso nunca digo que no a los medios porque la ciudadanía necesita recibir mensajes en relación a la pandemia. 

No siempre la Comisión de Salud Pública nos ha dado el visto bueno a lo que proponemos en la Ponencia de Vacunas

¿Cómo ha sido su trabajo en epidemias previas?

El típico de un epidemiólogo que no se cansaba de reclamar más recursos porque Salud Pública es una de las estructuras más debilitadas dentro del sistema sanitario. Trabajar en salud pública significa ver las contradicciones que tiene el sistema social, eso te hace ser sensible a determinados problemas que siempre acaban afectando a los mismos. Tenía momentos de trabajo muy intensos cuando abordaba brotes o estrategias vacunales, pero no tiene nada que ver con lo que tenemos ahora. 

Hace unos meses, los epidemiólogos nos decían “no somos pitonisos” porque siempre queríamos saber qué nos depararía el futuro. Creo que nos preocupaba más explicar el futuro que explicar el presente.

Y yo siempre decía que en el contexto de una pandemia lo que hay que explicar es el presente, que es lo que nos permite entender lo que pueda pasar en el futuro. Nosotros no somos adivinos, no tenemos una bola de cristal que nos permita saber qué puede pasar de aquí a una semana. A esto a mí me gusta añadir que mi nombre es Amós. Amós era un profeta menor, por lo que yo decía que mi capacidad de profetizar en función a mi nombre está muy deteriorada con los años.

¿Qué particularidades tiene trabajar en epidemiología en unas islas?

Se dice que trabajar en epidemiología es mucho más fácil en una isla que en un continente, tiene lógica porque tienes a la población más controlada pero en este caso es más complejo porque es una isla que soporta visitas de personas de todos los países del mundo y con un peso tan tremendo de aquellas que, escapando de la hambruna, llegan a nuestras costas exhaustos. Me suelen preguntar si debido a la inmigración irregular podemos temer un repunte del sarampión y no, en absoluto, porque seguramente ellos han pasado ya la enfermedad en su país de origen, además, llegan los más fuertes. En cambio, me preocupa la migración lúdica, que son los turistas, y muchos proceden de países donde ha habido una bajada de la cobertura vacunal respecto a la triple vírica absolutamente espectacular.

La música es fundamental en mi vida. Es importantísimo tener una banda sonora y la mía ha sido la del rocanrol

¿Qué hará cuando acabe esta crisis?

Estaré yendo a todos los conciertos de rock and roll que pueda, esa es mi máxima ambición.

Usted se define como viejo rockero en su biografía de Twitter. En su despacho, tiene pósteres de los Beatles, los Rolling y los Who. Hace un programa de radio titulado La posada del blues y su hijo toca en un grupo bastante célebre como es Cupido. ¿Qué lugar ocupa la música en su vida?

Es fundamental. Cuando uno echa a andar en la vida es importantísimo tener una banda sonora y la mía ha sido la del rock and roll. Tuve la fortuna de que mi padre era un fanático del jazz, imagínate un señor de Canarias aficionado al jazz en la década de los 50 y los 60. Mi primer disco me lo regalaron cuando cumplí siete años, un EP del grupo Los Pick Ups que se llamaba Despeinada. Cuando aprobé el ingreso en Bachillerato, con diez años, el regalo que solicité fue un LP y me regalaron dos: el Beatles For Sale y el Dance with The Shadows, que era un grupo muy bueno instrumental.

¿En su colección de discos los EP (discos de vinilo de un tamaño de 7'' que se reproducen a 45 RPM) de los años 60 son su fetiche?

Sí, tengo una colección bastante buena de EP, que tuvieron una época dorada que acabó cuando llegó el single. Tengo muchos incunables: los Kinks, los Animals, los Beatles, Manfred Mann, los Rolling que es mi grupo bandera… Estoy apenado con la muerte de Charlie Watts pero me digo a mí mismo ¡adelante! ¡Vamos a seguir con ritmo!