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ENTREVISTA
Todo empezó el 31 de diciembre cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmó el primer caso de coronavirus en China. Desde entonces, son ya más de 24.500 casos confirmados (más de 24.300 solo en el país asiático) y 493 muertes. Y las cifras siguen aumentando por momentos.
La epidemia, causada por un virus como el síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés) o el coronavirus de Oriente Medio (MERS-CoV), también ha tenido la habilidad de pasar de animales a humanos.
Se compara con el virus de la gripe, que se presenta en forma de epidemia estacional cada invierno en nuestro hemisferio, un viejo conocido que se vigila desde hace mucho tiempo. Sin embargo, sobre el nuevo coronavirus aún sabemos muy poco. Amparo Larrauri, que desarrolla su labor en el Grupo de Vigilancia de Gripe y es jefa de grupo del CIBERESP en el Centro Nacional de Epidemiología-ISCIII, analiza las diferencias entre los dos virus.
Una de las cosas que más preocupa es la tasa de letalidad del virus…
Claro, saber cuántas personas fallecen entre los que han contraído la enfermedad da una idea de su gravedad. Pero esta es una de las cosas más difíciles de establecer. Se trata de un cociente entre un numerador (número de defunciones ocasionadas por ese virus) y un denominador (número de casos infectados por ese virus), y esos datos cambian cada día.
Puede ir hacia una tasa de letalidad mayor si en ese cociente el numerador (las muertes) aumenta con los días. Pero también puede ir hacia una gravedad menor, si lo que aumenta más es el denominador (casos que no acaban en muertes).
En la actualidad hay unos 90.000 casos en investigación que son sospechosos en China. Por lo tanto es muy probable que el denominador aumente mucho y la tasa de letalidad baje.
Ahora mismo, esa tasa de letalidad tiene un valor entre un 11 y un 14 %, ¿se puede comparar con otras epidemias?
Se trata solo de estimaciones, es imposible conocer la tasa con exactitud aún. Hay que tener en cuenta que ese 14 % está sacado de uno de los estudios más recientes, pero solo ha tenido en cuenta las defunciones producidas entre los casos hospitalizados más graves.
En principio, lo que sabemos es que sería bastante similar a lo que ocurrió con el SARS en 2003, que tuvo una tasa de letalidad de un 10 %, mientras que en el MERS-CoV fue mayor, del 32 %. Por su parte, la gripe posee entre un 10 y un 14 % de letalidad en los casos hospitalizados graves, la cual bajaría hasta un 6-7 % si contabilizáramos las cifras de hospitalizaciones sin esos criterios de gravedad.
¿Y sabemos la capacidad del virus de trasmitirse entre toda la población?
Depende de cómo sea de patógeno y transmisible, y esto también puede cambiar cuando se conozcan más datos. Cada día se estudian más agrupaciones de casos para observar cuántos episodios secundarios han salido a partir de uno primario, lo que se denomina Ro.
Mientras que este coronavirus tiene un Ro de aproximadamente un 2,2 (puede llegar entre 2 y 4), en el SARS teníamos unas cifras bastante parecidas: alrededor de unos 3. Sin embargo, el MERS-CoV, que era mucho más patogénico, tuvo –y tiene, porque no ha desaparecido– una transmisibilidad mucho más baja; al igual que el de la gripe, que es alrededor de 1,1-1,2.
¿Cómo se están aplicando las medidas de control?
Por el momento, el coronavirus provoca un 17 % de casos graves pero, una vez más, estas solo son estimaciones. Se le presupone una capacidad de provocar gravedad similar o algo menor que el SARS.
Hay que aclarar que la epidemia del SARS se controló totalmente y en la actualidad no hay virus en humanos. Duró 8 meses, se confirmaron 8.000 casos en el mundo y hubo 700 muertos. Ahora con el coronavirus llevamos poco más de un mes, hay confirmados más de 24.500 casos y casi 500 muertes, con apenas 200 casos fuera de China (solo 24 casos confirmados en la Unión Europea).
Es ese equilibrio entre patogenicidad del virus y capacidad de transmisión el que determina cómo se va a expandir, pero sobre todo, cómo vamos a ser capaces de aplicar dichas medidas.
¿Se recuerda algún escenario anterior como el que hemos visto estos días en el país asiático?
En China están haciendo una cosa increíble, nunca vista. Creo que la epidemia del SARS les ha enseñado mucho y es lógico que se tomen otras pautas y se hayan aprendido lecciones. El hecho de que China viera que era una situación complicada y tomara medidas para evitar una mayor propagación es excepcional. Por otra parte, quizá también se trate del único país en el que se podían haber tomado medidas de este tipo.
Lo que sí que está claro es que desde que se confirmó el primer caso el 31 de diciembre hasta ahora ha habido un gran despliegue de información que en otras ocasiones no ha habido y, sobre todo, una actuación muy rápida: se confirma un caso, y a la semana ya tenemos el genoma identificado. Eso es un éxito de la coordinación de salud pública del mundo entero.
¿Cómo se puede valorar el nivel de alarma de la epidemia?
No es una cuestión ni de alarmarse ni de darle poca importancia. Si viene un caso, los sistemas de vigilancia tienen que funcionar estrictamente, identificar lo antes posible los contactos potenciales y realizar un seguimiento.
En estos momentos el riesgo de que se siga extendiendo la enfermedad en el mundo, sobre todo en China, es alto. El riesgo de que se identifiquen casos confirmados en Europa es relativamente medio, ya que todavía pueden venir muchos importados. Ahora, el riesgo de que se produzcan en Europa si las condiciones de control y prevención de la enfermedad se siguen adecuadamente, es bajo.
Por ejemplo, en España, si se aplican estrictamente las condiciones establecidas en los protocolos consensuados por el tipo de alerta e intervienen todas las comunidades autónomas y el centro de emergencias del Ministerio de Sanidad –coordinador de todo el brote–, el riesgo de que se siga transmitiendo el virus es bajo.
¿Qué pasa con los casos confirmados que no son graves? ¿Cuándo se acaba su periodo de infectividad?
Cualquier caso sospechoso o confirmado se sigue durante 14 días por prevención. Además, el coronavirus parece ser infeccioso antes de que se inicien síntomas, aunque todavía no se ha establecido con seguridad. Esto que está alarmando a la gente ocurre en casi todos los virus, como el de la gripe, que se transmite entre 24 y 48 horas antes de los síntomas y hasta 4-5 días después; o el virus del sarampión, que se transmite 4 días antes de tener el exantema.
La capacidad de contención de una epidemia va ligada a la capacidad patogénica del agente, es decir, a la capacidad de que todos los infectados manifiesten síntomas. Porque cuantos más casos se puedan identificar, más medidas de contacto podemos poner y delimitar más la situación. Si no es así, habrá más gente que ni siquiera vaya al médico y esté transmitiéndola. Por eso ahora se afirma que las medidas tienen que ser muy estrictas.
Además, estos virus también tienen la capacidad de generar grandes transmisores o supercontagiadores. No es exclusivo del coronavirus, con el SARS en un vuelo transoceánico se establecieron más de 160 contagios.
¿Estamos inflando el riesgo del coronavirus con respecto a la gripe?
Son más de 25.000 casos confirmados de coronavirus y 493 muertes. Eso es lo que hay. Pero es lógico que la gente compare con lo más próximo, como la gripe estacional. El problema es que la visión general de la gripe del grueso de la población es errónea, no se trata de una enfermedad leve.
En nuestro informe semanal de vigilancia de gripe se puede ver cómo en la mayoría de los casos produce sintomatología leve. Sin embargo, se producen otros casos verdaderamente graves que dan lugar a complicaciones que provocan la muerte cada temporada de invierno (entre 6.000 y 15.000).
Esas muertes se concentran en las personas que tiene alto riesgo de complicaciones. Y entre los casos graves, el 80 % tenían enfermedad de base, y entre las defunciones por gripe, más del 90 % tenían enfermedad de base. Igualmente, es difícil estimar el número de muertes que produce la gripe ya que hay muchas personas mayores que se mueren en sus casas y no van al hospital, como está pasando también en China.
¿Qué es lo más preocupa a los epidemiólogos del coronavirus?
Lo que más inquieta del coronavirus no es el número de muertes, sino que en apenas un mes tenemos 25.000 casos. Esto te da la idea de que la transmisibilidad es bastante grande. Y a lo mejor el problema no es la gravedad, sino el posible colapso del sistema sanitario.
En China han hecho un hospital con 2.000 camas en ochos días, y podrían volver a hacerlo, pero sería difícil en otro país.
¿Vamos a llegar a pandemia con este virus?
Una pandemia sucede cuando un determinado agente se distribuye por todo el mundo y hay una transmisión sostenida. Ahora mismo con el coronavirus no es el caso, pero no se puede predecir qué pasará. Desde la gripe H1N1 de 2009 no ha habido ninguna.
En Europa hay 24 casos, pero no existe transmisión sostenida. Hay un caso en Francia que se ha dado a través de un agrupamiento familiar y, de los 12 casos de Alemania, al menos 6 también están relacionados.
La clave está en la contención. Mientras el virus no tenga una capacidad de transmisión interhumana brutal y podamos contenerlo, pasará como con el SARS, que fue un gran problema sanitario pero se controló. De hecho, ya no hay este virus en el ser humano.
¿Habrá más casos en España?
Posiblemente, entra dentro de lo esperable. Lo importante es poder explicar su origen y controlarlo. Eso da tranquilidad, aunque es normal que los sistemas de salud y la sociedad se estresen ante una situación así. El punto de imprevisibilidad y la novedad son los puntos que marcan una epidemia.
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