El Gobierno municipal de Ana Botella ha notificado a organizadores de las fiestas del Orgullo Gay celebradas el pasado mes de julio en el centro de Madrid la imposición de sanciones por un importe total de casi 160.000 euros por superar los niveles máximos de ruido permitidos. Según han informado a Efe fuentes municipales, se trata de quince infracciones en distintos grados cuyo expediente suma en total 159.809 euros.
Diez de ellas son infracciones muy graves del artículo 59.3.a de la Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica y Térmica por superar en más de 7 decibelios en periodo nocturno, y en más de 10 en períodos diurno y vespertino, los límites de niveles sonoros permitidos en esa norma. Otras dos son por infracciones graves por superar en más de 4 decibelios y hasta en 7 en periodo nocturno o hasta en 10 en periodo diurno o vespertino los límites sonoros autorizados y tres son leves por superar hasta en 4 decibelios el máximo de ruido permitido.
Las sanciones han sido notificadas ya a los organizadores de la fiesta, la asociación de comerciantes y empresarios de ocio Aegal, que disponen de un plazo de 15 días hábiles para aportar cuantas alegaciones, documentos o informaciones estime convenientes.
Las organizaciones convocantes de las fiestas del Orgullo, Aegal y las organizaciones de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales COGAM y FELGTB, habían denunciado antes de que tuviera lugar la fiesta que el Ayuntamiento de Madrid intentaba “boicotear” las celebraciones de estos días por querer “minimizar al máximo” la incidencia y la visibilidad de los eventos programados. Estos colectivos llevan desde hace años enfrentándose a Ana Botella, primero como delegada de Medio Ambiente y después como alcaldesa, para que las quejas de los vecinos por el ruido no fueran tenidos en cuenta, argumentando que se trata de una celebración popular que genera una intensa actividad económica y turística en la ciudad.
Una fiesta “ruidosa”
La que se denominó “marea arcoíris” inundó el 3 de julio la plaza madrileña de Chueca para ver y escuchar a la cantante Paloma San Basilio leer el pregón que dio el pistoletazo de salida a las fiestas de Madrid Orgullo (MADO) 2013. Como los años anteriores, y a pesar de que cada año ha habido sanciones, aunque nunca tan altas, todo el barrio se volvió a llenar de barras de bar y música durante el día y hasta bien entrada la noche.
Aquella primera noche había tanta gente que las calles quedaron completamente colapsadas e incluso Metro de Madrid, a petición de la Policía Municipal, decidió que los trenes no pararan en la estación de Chueca debido a la aglomeración en el exterior. El Ayuntamiento, como ha hecho siempre en este asunto, fue escueto en su respuesta pública y su portavoz, Enrique Núñez, se limitó a decir que la Junta Municipal del distrito Centro estaba trabajando con los distintos colectivos “para encontrar un punto de equilibrio” en la celebración de la fiesta.
El otro elemento de ese equilibrio, los vecinos del barrio, habían denunciado días antes que la organización de conciertos y el uso de amplificación acústica “van contra la ordenanza del ruido y contra la propia autorización del área de Medio Ambiente del Ayuntamiento”, algo con lo que, al menos en 15 casos, se ha mostrado de acuerdo el gobierno de Ana Botella.