La Fundación ANAR, de ayuda a niños y adolescentes en riesgo, ha atendido desde el 23 de marzo 1.441 peticiones de ayuda de menores, la mitad por situaciones de violencia, que, según alerta, está aumentado durante el confinamiento, al igual que los casos de jóvenes con ideas de suicidio.
El balance presentado este martes por la fundación señala que las ideas e intentos de suicidio por parte de menores es uno de los problemas que más se ha incrementado, pasando del 1,9 % de media el último año a un 8,3 % durante estos días.
A pesar de estar en un entorno supuestamente “seguro”, los casos de maltrato intrafamiliar son los más frecuentes, sobre todo violencia doméstica (maltrato físico y psicológico), seguido de violencia de género que se produce en presencia de los menores de edad, casos muy graves de abuso sexual y abandono.
Pero los menores también siguen padeciendo, aunque en mucha menor medida, agresiones fuera del ámbito familiar, como ciberacoso en las redes sociales, tal y como han manifestado en el Chat-ANAR, un servicio silencioso que se puso en marcha durante el estado de alarma que borra automáticamente la conversación de la víctima.
Según el informe, esos casos de violencia hacia los niños, niñas y adolescentes denunciados no ha dejado de crecer desde que se inició el confinamiento; han pasado de ser el 36,1 % el 23 de marzo al 47,7 % un mes y medio después, el 3 de mayo.
Los problemas psicológicos representan el 23,5 % de las consultas realizadas, muchas de ellas casos de ansiedad, tristeza o con ideas o por intentos de suicidio y autolesiones.
“Sin duda estos problemas psicológicos nos deben hacer pensar en el grado de desesperación con el que muchos niños/as y adolescentes están viviendo la violencia y la tensión padecida que, por desgracia, sienten sin posibilidad de escape o huida, por eso el Chat-ANAR es un aliado silencioso que nos está permitiendo llevar soluciones y esperanza a los que más lo necesitan”, describe Benjamín Ballesteros, doctor en Psicología y director de Programas de la Fundación ANAR.
Entre las causas más probables del aumento de la violencia en los hogares durante el confinamiento están la frustración que produce el encierro, que se trasforma en agresividad sobre todo en personalidades violentas que vuelcan su ira sobre los más débiles (los menores de edad).
También la presión laboral y la incertidumbre económica produce que muchas familias sientan amenazadas sus necesidades básicas de alimento o vivienda produciendo miedo, ansiedad y tensión en el ambiente familiar, apuntan los expertos.
Además, los problemas de relación familiar se agravan durante estos días en los que el roce es mayor y no hay posibilidad de relación física con otras personas que enriquecen las relaciones y generan un desahogo.
No ayuda tampoco que “el espacio físico es reducido y está invadido por otros miembros produciendo malestar y mayor conflictividad”, lo que provoca en ocasiones la pérdida de equilibrio de la relación entre mente y cuerpo, que es otro problema importante porque no se canaliza la tensión, ansiedad y frustración producidas durante el día a través del hábito saludable de hacer ejercicio físico.
Otras de las causas que elevan ese nivel de tensión familiar son las situaciones en las que los padres se ven superados al tener que atender el teletrabajo y cuidar de los hijos, y el fallecimiento de familiares o la preocupación y el miedo de que puedan contagiarse.
El informe apunta también como desencadenante de esa violencia el aumento del consumo de alcohol con la intención de buscar calma, pero que acaba aumentando la impulsividad y la agresividad en personalidades violentas.