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España lleva 15 años sin completar el inventario obligatorio sobre el estado de salud de los humedales

Un flamenco en l'Albufera valenciana.

Raúl Rejón

España acumula 15 años de retraso para completar el Inventario Nacional de Zonas Húmedas, una herramienta establecida por ley para “conocer su evolución y, en su caso, indicar las medidas de protección”, según el decreto de 2004 que lo desarrolla. La importancia de los humedales se ha acrecentado en los últimos años por revelarse como barrera capital ante los efectos de la crisis climática: protegen las costas, alivian las sequías e inundaciones y absorben gran cantidad de CO.

Los humedales son ecosistemas de transición entre sistemas acuáticos y terrestres. Extensiones cubiertas de agua ya sea de forma permanente o temporal, dulce, salada o salobre. Abarcan una multitud de variedades: pueden ser marismas, pantanos, turberas, riberas o deltas. Incluyen parajes como Doñana, l'Alfubera de Valencia o Adra, la desembocadura del Ebro, las Tablas de Daimiel ... Su inventario está padeciendo un desarrollo “poco ágil, ya que las inclusiones de nuevos sitios en el mismo deben ser obligatoriamente solicitadas por las comunidades autónomas”, explica el último Informe sobre el Estado del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad en España (culminado en diciembre de 2018).

Hasta ahora han cumplido siete: Andalucía, La Rioja, Madrid, Comunitat Valenciana, País Vasco, Principado de Asturias “y más recientemente Castilla-La Mancha, una de las que más espacios tiene”, indican fuentes del Ministerio de Transición Ecológica. Suman 681 espacios. “La Región de Murcia está a punto”, añaden en el Ministerio. ¿Son muchas? ¿Son pocas? Hasta este momento, la recopilación más exhaustiva la realizó la Dirección General de Ordenación Hidrológica en 1991 con más de 1.400 zonas húmedas mayores de 0,5 hectáreas.

Necesidades de agua

El retraso provoca que no se culmine “la determinación de los requerimientos hídricos de los humedales” [las necesidades de agua], al tiempo que lastra el cumplimiento de objetivos oficiales sobre biodiversidad y “la aplicación del Convenio Ramsar –de humedales de importancia internacional– por parte de España”, según indica el documento de seguimiento del Plan Estratégico de Patrimonio Natural. Los técnicos dejan por escrito que se da “escasa cooperación interadministrativa”. Con todo, en el Ministerio de Transición Ecológica insisten en que la falta del Inventario no implica que no se proteja el espacio natural.

Esta herramienta tiene como objetivo reconocido “el seguimiento del número y estado de conservación de estos ecosistemas y, en su caso, facilitar información relacionada con posibles medidas de conservación o restauración”. Conocer cuántos hay y cómo están. La ley estableció la necesidad de inventariar las zonas húmedas en España en 1985. Cuatro años después, en 1989, la ley de Conservación de los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres especificó que “se elaborará y se mantendrá permanentemente actualizado un Inventario Nacional de Zonas Húmedas, a fin de conocer su evolución y, en su caso, indicar las medidas de protección que deben recoger los planes hidrológicos de cuencas”. El decreto que desarrolló esa obligación se publicó en 2004.

Algunos ejemplos de humedales que todavía esperan: el embalse de Orellana (Extremadura), las marismas de Santoña (Cantabria), las rías de Ortigueira (Galicia), Aigüa Molls de l'Empordá y el delta del Ebro (Catalunya) o la laguna de la Nava de las Fuentes (Castilla y León).

Con todo, el informe anual sobre biodiversidad del Gobierno considera que el 49% de estos ecosistemas está conservado, el 32% bien conservado, el 16% alterado y el 3% muy alterado. Sin embargo, la organización SEO-Birdlife ha calculado que, de los 74 humedales clasificados como de relevancia internacional, el 54% presenta un estado “pobre o muy pobre”.

Agentes contra el cambio climático

La riqueza de humedales en España se despliega tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo. Algunos humedales “son únicos en cuanto a su funcionamiento y a la presencia de numerosas especies animales y plantas raros, endémicos o amenazados, o son lugares clave dentro de las rutas migratorias de numerosas aves”, pondera el Plan Español para la Conservación y Uso Racional de los Humedales. España es el tercer país con más espacios naturales incorporados a la Convención Ramsar con esos 74. Solo Reino Unido (170) y México (142) están por delante en esta lista de la aristocracia ecológica.

Esta riqueza hace que los ecosistemas húmedos sean especialmente relevantes para España debido a su rol en el freno al cambio climático. La Convención Ramsar ha subrayado que “protegen las costas de los fenómenos meteorológicos extremos”. Los temporales con olas y vientos extremos son un efecto del cambio climático especialmente preocupante para España.

Los responsables de la Convención explican que los humedales continentales reducen las inundaciones y alivian las sequías. Ambos fenómenos golpean España. Las inundaciones son el desastre natural más mortífero y la escasez de agua se repite periódicamente. “Funcionan como esponjas absorbiendo el exceso de agua de la lluvias” y durante las épocas de sequía en climas áridos “liberan el agua almacenada reduciendo la escasez de agua”, detallan. La desertificación en las tierras áridas es uno de los principales problemas que afronta España por la crisis climática. Además son grandes sumideros de carbono proveniente de las emisiones de CO. Por ejemplo, las turberas (que cubren el 3% de la superficie terrestre) absorben el 30% del carbono del planeta, más que todos los bosques. “Son los sumideros de carbono mas eficaces”, subrayan.

La evaluación de SEO-Birdlife explica que la principal presión y amenaza de los humedales es la gestión del agua. Después le siguen, a partes iguales, el urbanismo, la contaminación, la agricultura y la climatología. Casi todas relacionadas con la acción humana.

El secretario de Estado de Medio Ambiente en funciones, Hugo Morán, admitió en mayo de 2019 que España necesita a los humedales como “una solución de la naturaleza” para frenar la pérdida de biodiversidad y mitigar el cambio climático. Morán reconoció que hace falta una nueva estrategia para estos ecosistemas que complete su conversación y los destaque en las nuevas planificaciones hidrológicas. Al fin y al cabo, el plan aún hoy en vigor es de 1999. Hace 20 años.

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