Años y años de discurso negacionista y retardista del cambio climático le han estallado al PP en la devastación causada por una DANA hija precisamente de la crisis del clima. Un periplo que abarca desde la burla sobre el “apocalipsis climático” de José María Aznar a la supresión de la Agencia Valenciana del Cambio Climático y los impuestos para recabar recursos con los que mitigar y adaptarse a la emergencia climática que este mismo año ha llevado a cabo el president de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón. Porque adheridas al discurso van seguidas medidas concretas de acción o inacción.
Un punto de inicio en esta postura de los dirigentes del Partido Popular sobre la crisis climática puede situarse cuando un Mariano Rajoy, escogido como sucesor de José María Aznar, habló del tema en 2007: “¿Cómo alguien puede decir lo que va a pasar en el mundo dentro de 300 años? No lo sé. Es un asunto al que hay que estar muy atentos”, decía. Y la frase que pronunció a continuación marcó la línea: “Tampoco lo podemos convertir en el primer problema mundial”.
Lo cierto es que en ese mismo año 2007, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) lanzó su informe de situación que decía –entre muchas conclusiones– que se esperaba “un mayor riesgo de defunciones y de lesiones por ahogamiento debido a las crecidas”. “La alteración de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos, sumada al aumento del nivel del mar, tendrán previsiblemente efectos extremadamente adversos sobre los sistemas naturales y humanos”, destacaba el documento.
Existe una disidencia, una negación organizada en torno a intereses mayormente económicos o planteamientos políticos ideológicos que generan confusión, desinforman y rechazan o ralentizan las medidas
“Existe una disidencia de la acción climática”, explica el profesor de la Universidad de Sevilla, Rogelio Fernández Reyes. “Por un lado, una reacción psicológica normal de rechazo a los grandes cambios que supone, pero también una negación organizada en torno a intereses mayormente económicos o planteamientos políticos ideológicos que generan confusión, desinforman y rechazan o ralentizan las medidas”. Según se han asentado el consenso científico y el reconocimiento social sobre la crisis climática, ese negacionismo “ha evolucionado hacia otras posiciones. Una de ellas es el retardismo, que admite los resultados científicos y la gravedad del reto climático, pero retrasa las medidas”, analiza el investigador.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha afirmado este martes al anunciar un paquete de ayudas a los damnificados por la DANA que “el cambio climático mata. Tenemos que adaptarnos a esa realidad”.
Ilustra la evolución negacionista el expresidente del Gobierno, José María Aznar, cuando solo un año después de Mariano Rajoy, se zambulló en el denominado escepticismo climático a pesar de que en una recordada intervención en la fundación FAES aseguró: “No soy lo que algunos llaman un negacionista del cambio climático”. El caso es que, acto seguido, añadió: “No sé si hay un cambio climático en el que es –o no– determinante la acción del hombre. No lo sé porque no soy un científico experto en estos temas”.
Después afeó que quisieran dedicarse recursos a la lucha contra el cambio climático: clamó contra lo que llamó “abanderados del apocalipsis climático” porque “exigen dedicar cientos de miles de millones de euros para destinarlos a cuestiones tan científicamente cuestionables en su viabilidad como ser capaces de mantener la temperatura del planeta Tierra dentro de unos límites en un centenar de años. Y resolver un problema que quizá –o quizá no– tengan nuestros tataranietos”.
El retardismo impregna los debates sobre acción climática: apuesta por acciones mínimas o descargan en otros la responsabilidad. Sitúan el foco en los efectos socieconómicos de las políticas climáticas centrando la atención en las desventajas a corto plazo y las amenazas a formas de ganarse la vida
Precisamente, contener el calentamiento del planeta en menos de 1,5 °C extra es el principal objetivo del Acuerdo de París de 2015 ratificado por 195 de las 198 partes que participan en la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
El presidente Sánchez ha insistido, en medio de la tragedia creada por esta DANA, en que hay que guiarse por la ciencia. “Porque nos da los elementos para comprender el planeta y anticipar políticas públicas que aumenten la seguridad”. “Me gustaría que el resto de administraciones regionales y locales hiciera lo propio y no se abonaran a discursos irresponsables por negacionistas de la emergencia climática”, ha señalado Sánchez. Desde el comienzo de esta emergencia causada por las inundaciones, parte de la derecha se ha dedicado a difundir bulos y desinformación.
El retardismo
“Los discursos del retardismo impregnan los debates sobre acción climática”, explica una investigación específica coordinada por William F. Lamb del Instituto Mercator de Investigación del Cambio Climático. “Los retardistas apuestan por acciones mínimas o descargan en otros la responsabilidad. Sitúan el foco en los efectos socieconómicos de las políticas climáticas centrando la atención en las desventajas a corto plazo” al tiempo que afirman que esas medidas “amenazan formas de ganarse la vida”, concluía.
Ejemplo: al llegar a la presidencia del Gobierno, Mariano Rajoy anunció hasta tres veces una ley de cambio climático. Una en la Cumbre del Clima de París, otra en la siguiente COP de 2016 en Marrakech y una tercera en un encuentro de líderes políticos en 2017. Esa ley nunca llegó.
Al mismo tiempo, el ministro de Energía de Rajoy, Álvaro Nadal, afirmaba que no tenía previsto un calendario para desligarse de las centrales térmicas: “Cierre decretado como tal no se contempla”. De hecho, Nadal redactó un decreto para impedir que las eléctricas pudieran cerrar sus centrales térmicas (y con ellas las emisiones de CO2 que provoca la quema del carbón).
Con el nuevo PP post Rajoy, se ha constatado una evolución en el mismo sentido. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, bramó en el parlamento madrileño: “Desde que la Tierra existe, desde el origen, ha habido siempre cambio climático, ha habido ciclos. No pueden seguir contra la evidencia científica porque siempre tienen en su cabeza lo que se llama comunismo”. También aireó una idea sobre poner una planta en cada balcón como medida climática.
Fuera los impuestos verdes y la Agencia climática en Valencia
Precisamente, la evidencia científica es la que ya ha constatado cómo el calentamiento global ha hecho que las lluvias extremas (como esta DANA) hayan multiplicado por cuatro su intensidad en España. Además, el cambio climático, muy probablemente, ha provocado que esta tormenta en particular haya sido dos veces más probable, según los científicos del World Weather Attibution.
Hace solo unos meses, en marzo de 2024, el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, anunciaba ante la patronal Foment del Treball que iba a eliminar antes de nacer tres impuestos incluidos en la ley de Cambio Climático y Transición Ecológica de la Comunitat Valenciana pensados para “gravar las actuaciones que degraden, vulneren, produzcan efectos nocivos o incrementen las emisiones de gases de efecto invernadero o hagan aumentar la vulnerabilidad”. También servirían para incentivar “la adaptación al cambio climático”.
“No los pondré en marcha porque no ayudan a nuestra competitividad”, justificó Mazón, a la estela de los argumentos apuntados por la investigación de William F. Lamb.
“En la Comunidad Valenciana ha habido una negación y un retardismo bastante acusados en los discursos que han precedido o acompañado a las medidas adoptadas en el último periodo de gobierno regional”, analiza Rogelio Fernández Reyes, autor del informe para ECODES Aproximación a la contraargumentación ante el negacionismo y el retardismo climáticos. También, añade, cabría analizar “las medidas no tomadas en anteriores legislaturas ante los terrenos inundables ocupados”.
Las decisiones anticlima de actual Gobierno autonómico de Carlos Mazón también han fulminado la Agencia Valenciana de Cambio Climático. Primero redujo su presupuesto de 400.000 a 2.000 euros para este año. Y después, ha dispuesto derogar por ley el organismo a partir del 31 de diciembre de 2024.
“El retardismo es tan sutil que también nos acompaña como ciudadanos en nuestros hábitos cotidianos”, sintetiza el investigador Fernández Reyes. “Con responsabilidades bien diferenciadas, es preciso integrar el reconocimiento del cambio climático evitando el retardismo en los discursos y en la toma de medidas lo más pronto posible”, zanja.