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Un Orgullo arcoíris multitudinario planta cara a la extrema derecha

Un pulso al riesgo de dar marcha atrás a las conquistas LGTBI. El Orgullo más reivindicativo de los últimos años toma la calle en Madrid para manifestarse frente a las voces que cuestionan los derechos logrados. Bajo el lema 'Mayores Sin Armarios: ¡Historia, Lucha y Memoria!', una marea arcoíris ha partido casi a las siete de la tarde de Atocha para desembocar a primera hora de la noche en la madrileña plaza de Colón, un espacio cargado de simbolismo en el que se manifestaron Ciudadanos, PP y Vox el pasado febrero y utilizaron durante años los sectores conservadores para defender “la familia natural”.

Minutos antes de que la cabecera de la manifestación echara a andar, los colectivos organizadores, FELGTB y COGAM, han señalado la “intención política” con la que este año se celebra el Orgullo: “Necesitamos parar a la ultraderecha que ha entrado en las instituciones. Les decimos que no vamos a dar ni un paso atrás”, ha dicho Uge Sangil, presidenta de la FELGTB. “No vamos a consentir que haya un retroceso en los derechos LGTBI”, ha completado Carmen Garcia de Merlo, máxima responsable de COGAM.

Ambas van en la cabecera de la marcha junto a activistas históricas del movimiento en una decisión sin precedentes que ha dejado a los partidos políticos a la cola. Tanto Sangil como de Merlo han reivindicado además la necesidad de que se apruebe una Ley estatal LGTBI que ponga fin a la desigualdad de derechos entre comunidades autónomas. Han anunciado también que no se harán la tradicional foto frente a la sede del Ayuntamiento de Madrid al paso de la marcha por Cibeles en protesta por los pactos entre las tres derechas y cómo representación del “muro de contención que tendrá la ultraderecha”, en palabras de Sangil.

El consistorio, en manos del popular José Luis Martínez Almeida en coalición con Ciudadanos y gracias a los votos de Vox, lleva semanas minimizando la presencia del Orgullo en la actividad municipal llegando a censurar parte del mensaje reivindicativo de la campaña y colocando una bandera de España, como exigieron los de Abascal, en el centro de Cibeles, relegando a un lado la arcoíris.

Detrás de la cabecera, una riada interminable de personas camina a ritmo de batucada mientras los márgenes de la calle se abarrotan para ver pasar la manifestación. “¡Cómo mola esto, tía. Es increíble!”, exclama una voz al teléfono desde uno de los lados. Purpurina, color, música y alegría marcan el paso de una marcha que tiene múltiples banderas, no solo la arcoíris. También la bandera trans, la de las mujeres lesbianas o las de las personas asexuales (que no sienten atracción sexual hacia otras personas) se ven con frecuencia.

Gabri, de 33 años, camina junto a su madre María Rosa, de 63, mientras de fondo suena el ya mítico himno LGTBI “A quien le importa”, de Alaska. “Venimos todos los años desde 2013. Es aire fresco para nosotras porque se respira un ambiente de libertad que no hay en otro sitio”, explica María Rosa. Ambas vienen de un pueblo asturiano llamado Candás. Con voz tímida pero firme, Gabri, que es asexual reivindica visibilidad de su identidad dentro del colectivo LGTBI.

Emilio coordina y da indicaciones al bloque de familias y menores trans que camina al grito de “la transexualidad no es una enfermedad”. Padre de un chico no binario de 22 años, señala, como la mayoría de asistentes, el carácter combativo que este año reviste a esta cita anual: “No vamos a permitir que vuelvan a meter a nuestros hijos en el armario”, denuncia mientras critica que “los derechos LGTBI, que son derechos humanos, sean moneda de cambio para las negociaciones políticas”. Y es que Vox ha puesto en comunidades como Madrid o Murcia la derogación de las leyes LGTBI como requisito para posibilitar presidencias conservadoras.

Los partidos, a la cola y Ciudadanos, escoltado

Con este mismo espíritu y la vista puesta en la memoria de los mayores, la marcha congrega a miles de personas venidas de todos los puntos de España y a decenas de colectivos: asociaciones de familias homoparentales, de personas trans, de personas con discapacidad, de jóvenes o de migrantes y refugiados. Un abanico de diversidad que este año ha relegado a los partidos políticos (y a las empresas) a la cola de la manifestación. El objetivo es reforzar la reivindicación y homenajear a las activistas históricas que nos han traído hasta aquí y que sujetan la pancarta de cabecera en detrimento de los políticos presentes en esa posición otras veces.

Representantes del PSOE municipal como Pepu Hernández, el candidato a la presidencia a la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo o el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska han acudido a la convocatoria. También han acudido la secretaria de Feminismos y LGTBI de Podemos, Sofía Castañón, y el secretario general del partido morado, Julio Rodríguez. Equo, Más Madrid y Pacma también tienen representación en el Orgullo de este año.

Pero la presencia que más polémica ha generado es la de Ciudadanos, que ha sido vetado de las carrozas de la manifestación por sus pactos con Vox. El grupo ha tenido que ser escoltado por la Policía y ha abandonado la marcha después de que decenas de personas intentaran bloquear el avance de los miembros de la formación, que han sido abucheados. “¡Idos con los de Vox!” o “Ciudadavox” son algunas de las consignas que algunos participantes les han gritado. Poco antes, varias mujeres vestidas como las criadas de 'El cuento de la criada', la distopía de Margaret Atwood, han salido al paso de la pancarta de Ciudadanos para recriminarles sus pactos con Vox, informa Aurora Santos-Olmo.

Tras semanas intentando salir del paso a las críticas y reivindicándose como defensores de los derechos LGTBI, varias caras conocidas de la formación han encabezado el grupo del partido naranja, entre ellas, Inés Arrimadas, Patricia Reyes, Miguel Ángel Gutiérrez, Ignacio Aguado o Marta Rivera de la Cruz.

“Ni un paso atrás”

Una hora antes del comienzo de la manifestación, el paseo que la recorre ya estaba tomado por banderas arcoíris y grupos de amigos, colectivos sociales y familias disfrutan del tradicional ambiente festivo de la marcha. Fanny ha venido con su mujer y sus dos hijos pequeños y esperan junto a sus vecinas, también madres de dos niños, a que llegue el resto de compañeras. “Somos unas cuantas madres lesbianas. Es la primera vez que venimos con nuestros hijos precisamente porque creemos que es urgente visibilizar que hay diferentes tipos de familias y todas tenemos los mismos derechos”, dice sobre el discurso abiertamente homófobo de Vox.

Sobre el auge de la extrema derecha apunta a que siente “miedo” cuando escucha las declaraciones de los representantes de la formación y señala lo que aún queda por lograr: “Las mujeres lesbianas estamos menos visibilizadas. Ahí todavía queda mucho por hacer”. Fanny asegura que la discriminación hacia las familias homoparentales, que van en la manifestación en una zona especial para menores, justo detrás de la cabecera, es “institucional” y también “social”. “Cuando sales de tu entorno más cercano te das cuenta”, dice.

Si hay un símbolo que se repite entre los asistentes, además del arcoíris, es el llamado Gaysper, el fantasma con los colores LGTBI que se ha apropiado como símbolo el colectivo y que fue usado por Vox el día de las elecciones generales de abril. Sol, una mujer lesbiana de 48 años que ha venido con su novia y parte de su familia, lo lleva en su camiseta. “Nos querían llevar a la Casa de Campo –dice en referencia a las declaraciones de Ortega Smith–, pero aquí estamos. Hay que tomar la calle y estar, esa es la solución: rellenar todo este hueco”, exclama mirando a su alrededor.

Pasadas las 21.00 horas, la cabecera ha comenzado a subir al escenario situado en la madrileña plaza de Colón para leer el manifiesto. Un texto que recuerda lo que aún queda por lograr, echa la vista atrás y lanza un aviso: “Ante un pasado lleno de discriminación, de odio y de violencia, un pasado oscuro, un tiempo gris al que la extrema derecha y sus aliados quieren devolvernos y un ostracismo al que quieren enviarnos, no vamos a ceder, no vamos a dar ni un paso atrás”, han leído los activistas. El manifiesto ha reivindicado la despatologización de la transexualidad y ha querido recordar a “quienes no han llegado hasta hoy” por haber sido víctimas de la represión y el hostigamiento por su orientación o identidad.

Además, han celebrado el avance social de los últimos años, pero a su vez han señalado que “no todo el colectivo ha avanzado a la misma velocidad” y han apuntado a que seguirán reivindicando el fin de las terapias de conversión, el fomento de la educación en diversidad y la defensa de las familias y del “derecho a ser, a amar y a expresarnos en libertad”. “Porque tenemos memoria, no consentiremos ni un solo ataque más a nuestra dignidad, por decencia democrática, tampoco permitiremos ni un solo paso atrás en nuestros derechos”.