El cardenal Osoro, responsable de la diócesis de Madrid, ha decidido tomar las riendas para aclarar la postura de la Iglesia sobre la posible exhumación del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. La opinión eclesial es importante porque está enterrado en la basílica del conjunto monumental, y en ese espacio es la iglesia la competente para dejar entrar en el templo. El purpurado, que esta mañana participaba en un acto sobre refugiados en el Centro Cultural Conde Duque, apuntaba a sus íntimos que no debería haber ningún problema, siempre que la familia Franco estuviera de acuerdo con el traslado.
Pero, ¿quién es la autoridad competente para facilitar el traslado del cuerpo de la iglesia al lugar que quisiera la familia? Distintas fuentes dudan sobre si la capacidad de decisión está en el Arzobispado de Madrid o, en su defecto, en la comunidad benedictina deValle. Son los monjes los que fueron encargados de custodiar el templo con la creación de este conjunto monumental que se construyó para homenajear al bando de Franco. Sin embargo, en el monasterio el silencio es sepulcral. Desde que en abril pasado el presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, echara un rapapolvo al prior del Valle, Santiago Cantera, para permitir los trabajos de exhumación de los hermanos Lapeña, los religiosos no han querido emitir una declaración pública. Tampoco ahora, a pesar de los intentos de eldiario.es.
En todo caso, todavía no se ha comenzado una negociación al uso, pero al menos el Gobierno ya conoce que, por parte del máximo responsable eclesiástico (el Valle de los Caídos está en la diócesis de Madrid, aunque los benedictinos podrían negarse a obedecer a Osoro, en cuyo caso sería Roma la que habría de tomar la decisión), no se pondrían las pegas que se pusieron en 2011, cuando fue el propio cardenal Rouco Varela quien, contra el criterio de la hija del dictador (Carmen Franco, recientemente fallecida), se opuso rotundamente a cualquier intento de traslado de los restos.
En las últimas horas, representantes de víctimas del franquismo han planteado escribir al cardenal Osoro, a la Nunciatura o, directamente, al Papa Francisco, para solicitar la intervención eclesiástica para solucionar un conflicto enquistado durante décadas y que hace imposible una auténtica reparación a las víctimas de la dictadura.
La propuesta que en su día lanzó la comisión a la que Zapatero encomendó la resolución del conflicto (y en la que se encontraba el monje Hilari Raguer), consistía en exhumar los restos de Franco, que a fin de cuentas no fue un “caído” en la Guerra Civil, y depositarlos allí donde decida la familia (se habla del cementerio de Mingorrubio, donde está enterrada Carmen Polo). En cuanto a Primo de Rivera, quien sí murió durante la contienda, sería trasladado al osario común.
Los puristas añaden que la permanencia de las tumbas en el interior de la iglesia contraviene el derecho canónico, que estipula que en el interior sólo podrán ser enterrados papas, obispos o santos.