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El arzobispo de Madrid critica veladamente al autobús tránsfobo: “La convivencia no se construye en el insulto”

“Quien difama, quien rompe al otro, manifiesta desprecio a la Humanidad”. El cardenal de Madrid, Carlos Osoro, hizo ayer frente a la polémica de los autobuses tránsfobos de HazteOir durante su intervención en el Fórum Europa. Lo hizo al modo eclesial, sin querer referirse directamente a los ultracatólicos, y remitiéndose a una intervención anterior, la base de su discurso, en la que, citando a Ortega y Gasset, se preguntaba “¿qué nos pasa para no saber lo que nos pasa?”.

Preguntado por HazteOir, el purpurado subrayó que “no entro en autobuses, y me remito a lo que dije antes. ¿Qué nos pasa para no saber lo que nos pasa? Este es el autobús que yo quiero, no quiero otro”. ¿Y qué es lo que pasa, en opinión de Osoro? Que “la convivencia se construye en el respeto, no en la difamación, ni en el insulto, ni en el reírse de los otros. Eso no tiene nada que ver con el Evangelio”, como había dicho antes.

Ante la atenta mirada de Cristina Cifuentes y del padre Ángel, dos de los objetos de ataques de estos grupos ultraconservadores y sus terminales mediáticas, el cardenal de Madrid clamó por construir una sociedad al estilo de Jesús, que “nunca rompió puentes, sino que los construyó; que nunca hizo muros sino que los derribó, para hacernos entender que la humanidad es una gran familia, que necesita todos los días revisar lo que está haciendo”.

Retomando la frase de Ortega y Gasset, Osoro alertó de las “tentaciones de ideologizar la fe, privatizar la Iglesia y su misión, y seleccionar páginas del Evangelio, haciendo un Jesús a nuestra medida”. En lo que se puede intuir como una respuesta a la organización dirigida por Ignacio Arsuaga. HazteOir, desde la llegada de Osoro, tiene prohibido utilizar los templos madrileños para sus charlas o iniciativas, dada la pertenencia de algunos de sus miembros a El Yunque. Osoro denunció que “las ideologías no son la respuesta al hombre para construir una casa común”.

“Profanar la dignidad del hombre es blasfemar a Dios mismo. Cualquier clase de violencia, la que fuere, que no duda en atacar a personas sin ninguna distinción, a imponer chantajes que provocan enfrentamiento, desórdenes, pánicos, que obligan a grupos a favorecer sus planes, no tienen ninguna justificación”, declaró. “Ninguna circunstancia justifica una actividad que no respete al otro, le elimine o se ría de él. Por eso, la infamia, a quien la realiza, siempre es reprobable, y cuando uno se apoya en la religión.... No es la religión que Jesucristo nos enseñó”.

“Quien difama, quien rompe al otro, manifiesta desprecio a la Humanidad. Cuando esto se hace, se puede destruir todo. Es terrible estar en este mundo teniendo como arma el odio. Eso ultraja a Dios”, clamó el arzobispo de Madrid, quien recordó que “debemos crear la cultura del encuentro, no la del descarte”.