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El abandono escolar y el paro de larga duración lastran el ascensor social en España

EFE

París —

España está a la cola en cuanto a progresión social de sus habitantes, según el análisis de la OCDE. Los altos niveles de abandono escolar, el paro de larga duración y la precariedad laboral están detrás del atasco del ascensor social, concluye el estudio.

España se sitúa entre los países con menor movilidad de los países miembros estudiados, en una lista que cierra Portugal y en la que, en el otro extremo, el país modelo es Corea del Sur.

Los autores del estudio vinculan esos pobres resultados con el sistema educativo, y señalan que “pese a las mejoras de los últimos años”, tiene el mayor porcentaje de la Unión Europea de alumnos que abandonan los estudios prematuramente (19,9 % en 2015) y el nivel de competencias es “bajo”, en particular entre los jóvenes.

También apuntan a que la falta de movilidad se puede explicar en parte por el elevado nivel de paro de larga duración y porque muchos de los desempleados que finalmente obtienen un puesto de trabajo a menudo es precario.

Familias con estudios

La movilidad social vinculada al nivel de estudios de los padres es particularmente baja en España si se compara con la OCDE, aunque si se examinan las posibilidades de ascenso en términos económicos el país está por encima de la media.

Mientras que un 69 % de los hijos españoles de padres con estudios superiores van a la universidad, un 56 % de aquellos cuyos progenitores no han llegado al segundo ciclo de la enseñanza secundaria se quedan con un bajo nivel educativo, indicó la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Sin embargo, aunque pueda parecer paradójico por el pobre desempeño del ascensor social en la educación, España es uno de los países con mayor movilidad entre generaciones en términos de ingresos.

Un 28 % de los hijos cuyos padres están entre el 20 % con menores ingresos continuarán en España en la parte baja de la escala social, comparado con el 31 % en la OCDE.

En el otro extremo, un 34 % de los españoles cuyos padres se sitúan entre el 20 % de los más ricos forman parte de esa elite económica, frente al 42 % de media en el “club de los países desarrollados”.

Para que el descendiente de una familia del 20 % con menos recursos llegue al nivel de vida medio en España hacen falta de media cuatro generaciones, frente a las 4,5 de media en la OCDE como conjunto (dos en Dinamarca, tres en Noruega, Finlandia y Suecia, y hasta 6 en Francia, Alemania y Chile y 7 en Hungría).

Y eso pese a que el nivel de desigualdad de ingresos en España es superior al de la organización y al de la inmensa mayoría de sus socios europeos, como Francia, Alemania, Italia, Bélgica y Holanda (con las excepciones del Reino Unido, Portugal, Grecia e Irlanda).

Sin embargo, para una misma persona, las posibilidades de cambiar de grupo en la escala social en términos de ingresos a lo largo de su vida son menores que en la OCDE.

En concreto, un 64 % (frente al 57 % en la OCDE) de quienes se ubican en el 20 % más modesto no logran salir de ahí, mientras que un 72 % (frente al 68 %) de los que componen el 20 % más adinerado consiguen mantenerse en ese estrato privilegiado.