El asesino de Diana Quer confiesa que la estranguló tras meterla en el coche la noche que desapareció

José Enrique Abuín, detenido por la muerte de la joven madrileña Diana Quer, desaparecida hace año y medio en la Pobra do Caramiñal (A Coruña) cuando regresaba a casa tras una noche de fiesta, ha llevado a los investigadores hasta el cadáver escondido en una nave abandonada de la parroquia de Asados, en Rianxo (A Coruña), a unos 20 kilómetros de donde se le perdió el rastro la madrugada del 22 de agosto de 2016.

El cuerpo estaba sumergido en agua dentro de un hueco en el suelo de cemento del almacén y cubierto con una chapa metálica. El hallazgo se produjo sobre las seis de esta mañana: el juez del caso y agentes de la Guardia Civil localizaron el cadáver durante la inspección de un local industrial en el que estuvo presente el principal sospechoso. La nave, hoy abandonada, se encuentra a unos 200 metros de la casa familiar del detenido, que, según algunas fuentes había trabajado en el bajo cuando aún tenía actividad comercial: llegó a albergar un negocio de muebles y otro de bebidas.

Según fuentes de la investigación, José Enrique Abuín, con varios alias en la comarca -los investigadores lo han bautizado como El Chicle- acabó declarando este sábado ya en presencia de su abogado que él fue quien mató a Diana Quer, después de meterla a la fuerza en su coche aquella noche de agosto. Confesó que la maniató para introducirla en el vehículo, pero que como una vez dentro la joven no dejaba de resistirse, la acabó estrangulando, aseguran fuentes próximas al caso. Abuín ha asegurado a la Guardia Civil que no llegó a abusar sexualmente de la joven. Su relato ante los agentes incluyó el lugar donde escondió el cuerpo. Todo lo anterior lo confesó en el segundo testimonio que prestó en apenas unas horas ante la Guardia Civil tras ser arrestado el pasado viernes. En su primera declaración había relatado que la muerte había sido consecuencia de un accidente, que tras atropellarla con su coche, se asustó y decidió deshacerse del cadáver arrojándolo en la ría de Arousa y que durante un año y medio nunca quiso decir nada. 

Según fuentes próximas al caso, la Guardia Civil nunca dio credibilidad a esa versión. Pesaban algunos antecedentes violentos del detenido, un hombre de 41 años, habitual de los bajos fondos de la comarca de Arousa norte que llegó a ingresar en prisión por sus vínculos con un clan de pequeños narcotraficantes de la zona y algunos episodios de supuestos abusos a una mujer de su entorno. Además, equipos de los Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil habían estado rastreando la ría con embarcaciones durante meses, sobre todo después de que se encontrase en el agua el teléfono móvil de la joven. 

El segundo relato, cuentan quienes conocen de cerca la investigación, fue el definitivo. Las piezas de este sumario, que la Justicia llegó a archivar hace algunos meses, y que la Guardia Civil siguió intentando cuadrar por su cuenta empezaron a encajar a raíz de la denuncia de una joven el día de Navidad en la localidad de Boiro, a unos kilómetros de donde vive el sospechoso. La mujer contó que un hombre había intentado raptarla y meterla en el maletero de su coche amenazándola con un cuchillo pero que sus gritos alertaron a unos testigos y que el captor acabó huyendo en un Alfa Romeo de color gris, a toda velocidad. La descripción física que dio la joven y los detalles del vehículo que aportaron los dos testigos que acudieron a socorrerla casaban con José Enrique Abuín, que estuvo bajo vigilancia de la Guardia Civil desde el primer momento por el caso de Diana Quer, e incluso llegó a ser interrogado. 

Al poco de iniciarse las pesquisas, los agentes del instituto armado repasaron los ficheros de pequeños delincuentes y hombres que tuviesen antecedentes o vínculos de algún tipo con casos de abusos sexuales. Su nombre figura en el sumario, que el juez ha vuelto a reabrir, con una coartada: la que le había proporcionado su pareja y madre de su hija, Rosario Rodríguez. Entonces ella aseguró a los agentes de la Guardia Civil que la noche de la desaparición de Diana Quer, la pasó en compañía de José Enrique Abuín. 

Tras llevar un día detenida como supuesta encubridora del crimen, este sábado la mujer decidió cambiar la versión acompañada por un abogado de oficio. Admitió que la noche de la muerte de Diana Quer no estaba con su pareja y que tampoco lo acompañaba el día de Navidad, cuando supuestamente intentó raptar a la otra joven en Boiro e introducirla en el maletero de su coche. Tras prestar esa declaración ante la Guardia Civil, salió en libertad y las cosas se pusieron muy feas para El Chicle. Otros familiares cercanos que también habían respaldado en un primer momento su versión, se desdijeron. Nadie de su entorno lo acompañó la noche en que se perdió la pista a Diana Quer cuando regresaba a su casa de veraneo tras salir a las fiestas patronales de Poboa.

Además, los postes de telefonía señalaban que un teléfono móvil vinculado al detenido había hecho el mismo recorrido que el de Diana Quer, hasta que este fue arrojado desde el puente de la Autovía del Barbanza a la ría.

El plazo de las 72 horas de detención, el máximo legal, corrió muy despacio para el detenido. Todos los focos de la investigación le apuntaban a él que además desde el día de Navidad había pasado a ser sospechoso de un intento de secuestro de otra joven.

El sábado, tras conocer que se había caído su coartada, acabó admitiendo el crimen. Negó que hubiese cometido algún tipo de abuso sobre la la joven madrileña.

Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado dieron desde el el primer momento a la desaparición de Diana Quer rango de investigación preferente en la que participaron decenas de agentes y expertos en crímenes de distintas unidades de la Guardia Civil.

El caso de la desaparición de Diana Quer, una joven madrileña habituada a pasar sus vacaciones de verano en Arousa en compañía de su madre y su hermana, había desatado una gran alarma ocupando un ingente espacio en la prensa y las secciones de sucesos de los programas de televisión que durante año y medio airearon todo tipo de rumores sobre la familia y los padres, que estaban separados.