Asociaciones de padres, juristas o iglesias: cerca de 500 colectivos combaten el feminismo en Europa
Cerca de 500 movimientos y organizaciones operan en al menos 30 países de Europa para combatir al feminismo y los derechos LGTBI. Varias fundaciones feministas -Calala, Lunaria y Alquimia, que actúan como fondos que apoyan económicamente proyectos, asociaciones e iniciativas- han elaborado una investigación en la que detectan los actores, discursos y estrategias que se dedican a alentar el fundamentalismo político y “antigénero” y a atacar activistas en el continente. Entre ellos, asociaciones de padres, colectivos de juristas, iglesias o lobbys. Movimientos diversos, dice el informe, que sin embargo “están interconectados” y son capaces de unirse puntualmente para hacer campañas conjuntas.
La heterogeneidad de lo que la investigación denomina “conservadurismo ultra” permite a estos movimientos y colectivos moverse en distintos ámbitos, locales y transnacionales, religiosos y seculares, gubernamentales y de la sociedad civil. “Pueden ser grupos de la sociedad civil, líderes mediáticos, iglesias o políticos populistas o de extrema derecha”, señalan, grupos todos ellos que luchan “contra la introducción de legislación progresista”.
El informe clasifica a estos movimientos y organizaciones en dos tipos: los más institucionales y los que funcionan como movimientos. Y señala a la Iglesia Católica, cuyo papel, apunta, es fundamental para la difusión del discurso contra la llamada 'ideología de género'. ¿De dónde sacan su financiación? La investigación apunta a dos frentes: por un lado, organismos estadounidenses vinculados al Congreso Mundial de las Familias y a la Alianza en Defensa de la Libertad; por otro, grupos conservadores prorrusos.
Los actores no institucionales son muy variados. Las autoras hablan de organizaciones no gubernamentales locales o nacionales que, bajo el lema de la defensa de la familia, promueven un discurso antiderechos y tratan de frenar avances legislativos. Lo mismo sucede con determinados movimientos o agrupaciones, como Love Against Homosexualism, La Manif Pour Tous o el español HazteOír, que cuenta con una rama latinoamericana (CitizenGo).
También asociaciones de madres y padres que en distintos países se oponen a la educación sexual y en igualdad. Ese frente, el de la educación sexual, es una de las grandes batallas de los sectores ultra en todo el mundo, apuntan. Con el lema de proteger a la infancia y utilizando en ocasiones bulos y noticias falsas que vinculan la educación sexual o los colectivos LGTBI a la pederastia o el porno extienden un discurso que bloquea los avances.
Algo parecido sucede con el derecho al aborto: muchos de estos grupos no institucionales instigan el acoso en las clínicas, tratan de influir en los comités de bioética de los hospitales y fomentan un discurso favorable a la objeción de conciencia.
Litigios estratégicos
Otras organizaciones, en este caso de juristas, se dedican al litigio estratégico para llevar a los tribunales casos que puedan servir para obtener sentencias favorables a sus intereses pero también para atosigar a activistas y colectivos con denuncias judiciales. Una de ellas es la española Abogados Cristianos, que ha sido muy activa en sus demandas contra organizaciones feministas y LGTBI por ofender los sentimientos religiosos.
Dos de las organizaciones de juristas más influyentes en Europa que menciona la investigación son el European Centre Law and Justice y la Alliance Defending Freedom, “de origen estadounidense, que han estado vinculadas con la administración Trump”. “Han intervenido en docenas de casos judiciales europeos durante la última década: se han opuesto a la adopción por parte de personas del mismo sexo, han apoyado a médicos y empresas que se niegan a brindar servicios a mujeres y personas LGTBIQ+ y, en al menos siete casos, han presentado argumentaciones legales en apoyo a las posiciones del Gobierno polaco en tribunales europeos”, explican.
“Algunas de estas organizaciones están directamente vinculadas a determinadas iglesias, pero la mayoría se declaran independientes y son las que se encargan de la parte más activista de las movilizaciones: convocatorias, campañas mediáticas o en línea, recogida de firmas, foros públicos, trabajo de lobby e, incluso, gestionan sus propios medios de comunicación”, señala el informe.
En cuanto a los lobbys, el informe asegura que las iglesias y organizaciones religiosas, especialmente católicas y protestantes, han mantenido más reuniones políticas en Bruselas que grandes empresas como Google o la tabacalera Phillip Morris. Más allá de esas reuniones, representantes de iglesias y algunas de sus estructuras son actores que apoyan “las narrativas y políticas antigénero y anti-LGBTIQ+, ya sea en forma de carta pastoral, discursos públicos o declaraciones durante eventos religiosos”.
Parlamentos y tribunales
Sobre los actores institucionales, la investigación señala a partidos políticos de extrema derecha o populistas que se oponen expresamente a los avances feministas y de derechos LGTBI, pero también a los partidos con más representación parlamentaria y cuyos discursos no son tan explícitos. Las autoras mencionan, por ejemplo, la Reagrupación Nacional en Francia, el Partido Liberal Austríaco o Demócratas de Suecia.
“En Europa del Este, los actores institucionales han conseguido aún más poder y las narrativas y acciones anti-LGBTIQ+ cuentan con el apoyo abierto de gobiernos –Polonia y Hungría– e incluso de presidentes de la nación, como Andrzej Duda en Polonia (...) Los comités parlamentarios, donde distintos partidos se unen con objetivos comunes, también pueden funcionar como destacados agentes antigénero, como sucede con el polaco Alto a la Ideología de Género o el Comité de la Familia, la Mujer y la Infancia de la Duma rusa (Korolczuk, 2014). En el Parlamento ucraniano, los actores políticos antiderechos se integran en el caucus Valores, Dignidad, Familia”, subrayan. Algunos tribunales, fuertemente politizados, están también involucrados en esta lucha por el “conservadurismo social”
Las noticias falsas, los bulos, las teorías de la conspiración son, junto al ataque online, judicial o mediático, algunas de las estrategias más habituales de todos estos actores. Dos de los bulos más repetidos: que en Escandinavia el incesto es legal o que Alemania incluye “las caricias” en el programa de estudios de las escuelas infantiles.
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