Los resultados electorales del pasado domingo no han azotado únicamente el tablero político, también ha desestabilizado a algunos sectores profesionales, a la espera de conocer qué papel va a tener Vox en algunos gobiernos autonómicos. “Hay un clima muy tenso y de preocupación”. Así resume Rafael Martínez, secretario de Educación Pública de Comisiones Obreras (CCOO) de la Comunitat Valenciana, el ambiente que se ha respirado esta semana en las aulas valencianas.
En esa comunidad, el PP necesita el apoyo del partido liderado por Santiago Abascal para volver a la Presidencia de la Generalitat ocho años después. El líder autonómico de la formación ultraderechista, Carlos Flores, ya ha anunciado que los populares tendrán que pagar un peaje por el apoyo de sus 13 diputados en la votación de la investidura. Ni harán “regalos” ni aceptarán “chantajes”.
“Vox ha tenido una acción bastante concreta para que el profesorado esté en alerta”, indica Martínez, sobre la actuación del partido de extrema derecha desde que tiene representación en las instituciones parlamentarias. El señalamiento y la denuncia pública a los docentes “ha ido haciendo mella hasta el punto de que el profesorado se plantea tener cuidado con determinados temas porque saben que hay padres y madres que se presentan en los centros educativos exigiendo explicaciones”. Estas quejas de las familias, algo que “antes no era una práctica común”, se han ido extendiendo en los centros, añade el portavoz autonómico de CCOO.
Veto parental propuesto por el centro
La sensación de autocensura entre el profesorado no ha aterrizado en las aulas únicamente por la influencia que Vox pueda tener en gobiernos autonómicos. Los docentes consultados explican que lleva ya varios años presente, coincidiendo con la irrupción de un discurso reaccionario entre un sector minoritario de los alumnos, pero que suele tener voz e influencia en las clases. “Se respira cierto clima de miedo por la reacción de las familias a ciertas actividades”, reconoce Alicia, orientadora de un instituto público de la zona sur de la Comunidad de Madrid. Entre sus compañeros, dice, constata algo de temor a que clases sobre sexualidad y diversidad LGTBI se perciban entre los padres “como un adoctrinamiento o una cuestión ideológica” y no como asuntos de Derechos Humanos.
Hay un sector de padres que son muy reacios a tratar ciertos temas, como las clases de educación sexual
Por ahora, al programar estas charlas no se ha encontrado con numerosas ocasiones en las que algunas familias quieran desmarcar a sus hijos de talleres de este tipo. “Nos ha pasado en dos ocasiones”, indica. En esos casos, y para evitar problemas con las familias, se ha acordado que los niños no acudiesen amparados en la excusa y el pretexto de que estaban enfermos. Son casos muy reducidos teniendo en cuenta el volumen del centro, al que acuden diariamente mil alumnos.
En otros centros, como en el Instituto de Educación Secundaria (IES) Arquitecto Ventura Rodríguez, ha sido el equipo de orientación el que ha optado por incluir en este tipo de actividades un veto parental. Como desveló elDiario.es, este centro, situado en Boadilla del Monte, el segundo municipio con más renta per cápita de la Comunidad de Madrid y en el que arrasa la derecha –Vox y el PP acumularon el 75% del voto en las elecciones autonómicas–, ofertó a los padres vetar la presencia de sus hijos en una charla contra el acoso y sobre diversidad e igualdad de género que formaba parte del currículo.
“Nos hemos encontrado con situaciones un poco violentas”
La formación vetada fue impartida por el colectivo Cogam. Esta asociación que, además de brindar talleres educativos realiza estudios sobre la situación de la LGTBIfobia en las aulas, alertó en 2022 de que el nivel de prejuicios entre el alumnado “ha ido aumentado” en los últimos tres años. Según la medición elaborada por esta organización, se ha reducido el porcentaje de estudiantes que Cogam identifica como ‘nada prejuiciosos’, pasando del 48% en 2019 al 29,38% en 2022; mientras ha aumentado en diez puntos el parámetro de estudiantes ‘algo prejuiciosos’ –del 10,2% al 21,6%– y en siete el de ‘bastante prejuiciosos’ – del 3,4% al 10,45%–. Los datos se limitan únicamente a la Comunidad de Madrid.
Otra investigación académica, acotada a los institutos de Secundaria de la provincia de Valencia, concluye que “la mayor parte del alumnado (79,28%) manifiesta una actitud positiva ante la orientación sexual y no se consideran personas homófobas”. Sin embargo, en el día a día las conductas amparadas por LGTBIfobia tienen más presencia en las aulas. “Cuatro de cada diez alumnos han sido testigos de alguna o muchas discriminaciones hacia alumnado homosexual en su instituto”, según el análisis publicado en en 2022 en la Revista de Estudios Socioeducativos, editada por la Universidad de Cádiz.
“Nos hemos encontrado con situaciones un poco violentas”, explica Sara Guilló, técnica de Educación de Cogam. En su labor diaria, los técnicos de esta organización han afrontado dificultades al impartir formaciones sobre diversidad sexual e igualdad. Cuenta cómo se tuvieron que marchar de un centro, sin impartir el taller, debido al “nivel de agresividad con el que reaccionó el alumnado”.
Discusiones en grupos de WhatsApp de padres
En esa misma línea, Martínez relata las quejas, e incluso coacciones, que reciben algunos de sus compañeros. “Me llaman directores y docentes a los que los padres les exigen que les hablen en español y no en valenciano”, subraya. Y también describe actitudes y comportamientos homófobos. “Esto que le estás diciendo a los niños les va a llevar a ser maricones”: este es otro de los comentarios que le han transmitido al portavoz autonómico de CCOO alguno de sus compañeros.
La presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (CEAPA), María Capellán, confirma que algunas formaciones sobre asuntos que han entrado en la agenda ultraconservadora –feminismo o sexualidad– generan polémica y enfrentamientos en los chats de WhatsApp de las familias. “Hay un sector de padres que son muy reacios a tratar ciertos temas, como las clases de educación sexual”, apunta.
Este debate ha llegado a los grupos de padres. En un caso cercano a Capellán, una madre puso el siguiente mensaje: “No se puede consentir, les van a dar una charla para enseñarles cosas que no deben saber. Los que opinéis como yo, ponédmelo por privado para quejarnos”. El efecto fue el contrario al esperado y promovido por la progenitora impulsora del veto. La mayor parte de padres se posicionaron a favor de esa formación. Aún así, la presidenta de CEAPA lamenta que grupos minoritarios se erijan “en defensores de la verdad absoluta sin preguntar al resto de padres si comparten” su decisión.
Esta tendencia también ha sido advertida por el portavoz de CCOO en la Comunitat Valenciana, que ha detectado que “la extrema derecha está empezando a participar en AMPAS [asociaciones de padres y madres]”, sobre todo, en esa región, y en particular en Alicante, para reivindicar cuestiones vinculadas al castellano.
El temor al señalamiento también está presente. Una profesora del colegio La Salle en Palma llegó a recibir amenazas de muerte tras un enfrentamiento con unos alumnos por la presencia de la bandera de España coincidiendo con el Mundial de Fútbol de Qatar. El claustro había acordado antes del comienzo del campeonato colocar la insignia únicamente los días en que hubiera partido y ese día el combinado español no disputaba ningún encuentro, por lo que la maestra pidió que se retirase. El conflicto fue escalando. Salió de las aulas, saltó a la agenda de los medios y al Parlamento balear. Asimismo, lobbies ultraconservadores como HazteOir y Abogados Cristianos han perseguido contenidos educativos que incluyen educación sexual o temática LGTBI.
Autocensura por el “miedo” a debates sobre la bandera de España
El conflicto de La Salle impactó en el instituto público en el que da clase Pedro, ubicado en Ibiza. Algunos alumnos optaron por desmarcarse de las instrucciones dadas por el centro. “Se dijo que no se podían traer banderas, pero tenías todos los días polémicas por las banderas. Y cuando se te ocurría decir que no podían traerlas, alguno se violentaba y te decía que su padre le había dicho que no se la podías quitar”, recuerda este docente, que confirma que en su entorno existe autocensura por el “miedo a este tipo de debates” en las clases y a la reacción de las familias.
“Siempre hay algún alumno que el 8 de marzo [Día Internacional de la Mujer] tiene un comportamiento fuera de lugar y está el miedo a que vengan a decirte que estás adoctrinando. Mucha gente decide que da su temario y no se mete en esas cosas”, apunta Pedro. En Arriondas (Asturias), Mercedes también se siente cuestionada por sus alumnos al abordar temas feministas y defiende que entre sus compañeros hay dos formas de afrontar la ola reaccionaria que está impulsada por un sector del alumnado, unos “se comprometen” y otros “esquivan el problema”.
Ante frecuentes mensajes antifeministas, tránsfobos y homófobos, Pedro reconoce que ha llegado un momento en el que “obvia” algunos de los asuntos que generan polémica porque no puede “estar” peleándose con “sus alumnos todos los días”. En el instituto de Javier, en la Comunidad de Madrid, “la norma no escrita” consiste en “no entrar al trapo” y no afrontar estos debates. “Estás para enseñar tu materia y no para discutir de política con nadie”, apunta, aunque reconoce que hay unos límites. “Si hay exaltaciones filofascistas, les llamo la atención”, apunta el profesor.
“Cosas raras en la cabeza”
Desde algunos sindicatos ratifican la tendencia advertida por los docentes entrevistados, fuentes de CGT Andalucía sostienen que los profesores están “desamparados” por el aumento de “comportamientos racistas, xenófobos, machistas y fascistas”. Esta dinámica, que consideran que ha despuntado en los últimos dos o tres años, ha provocado “miedo” entre algunos docentes. Sin embargo, sus compañeros de CSIF en la misma autonomía no tienen constancia de problemas de este tipo en centros públicos.
Siempre hay algún alumno que el 8M comportamiento fuera de lugar y está el miedo a que vengan a decirte que estás adoctrinando. Mucha gente decide que da su temario y no se mete en esas cosas
El profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León Enrique Javier Díez, que ha estudiado cómo se aborda en los libros de texto y en las aulas el temario vinculado a la Guerra Civil y al franquismo, advertía que “el pin parental de Vox ha conseguido que el profesorado empiece a autocensurarse para no tener problemas, para que no les denuncien”, tal y como explicó hace un mes en conversación con esta redacción.
En Baleares, el sindicato STEI ha recibido alrededor de una decena de quejas –“no llegan a 20”– y señalamiento a centros por asuntos vinculados a la bandera nacional o al castellano. “Los centros nos suelen pedir que estos casos no trasciendan para no verse en los periódicos”, indica Lluís Segura, portavoz autonómico de la organización.
Los miércoles en el instituto en el que trabaja Cristina, situado en el norte de Madrid y con alto nivel de diversidad entre sus alumnos, se celebran los ‘recreos diversos’. El contenido de alguna de esas actividades ha sido reprochado por varias familias. “Ha habido problemas en dos cursos de Secundaria”, cuenta esta docente, que está al frente de la Jefatura de Estudios del centro. Las recriminaciones se produjeron después de que se impartiesen unos talleres “muy blancos”, donde se explicaba a “niños de 12 o 14 años” que “no tienen que dar explicaciones” a sus parejas sobre “cuándo entran o salen” o sobre la ropa que llevan. “Las familias vinieron a decirle a la tutora que qué era eso de adoctrinar y que le habían metido a sus hijos unas cosas raras en la cabeza”, reseña Cristina.
El papel de la dirección del centro
En su centro han optado por reafirmar este tipo de contenidos, a pesar de algunas críticas recibidas. La jefa de estudios cuenta que su proyecto educativo trabaja “de manera transversal los Derechos Humanos y eso tiene que ver con el feminismo, el antirracismo y la libertad sexual”. Así responde a los padres que le piden explicaciones, aunque entiende que las quejas de familias pueden alterar la política educativa en otros institutos. “Si te pilla desprevenido o con poca experiencia, hay gente que entra en ese juego o se autocensura”, apunta.
Ante toda la oferta que hay para trabajar en tutorías, se opta por temas más inocuos que consideran que no les van a dar problemas
De la misma manera se posiciona Alicia. Ante el temor a que los padres se quejen, en clases como las tutorías “se opta por temas más inocuos que consideran que no van a dar problemas”. Charlas sobre técnicas de estudio o convivencia se afrontan como más inofensivas que aquellas en las que se tratan contenidos sobre sexualidad y diversidad LGTBI.
Al abordar el programa educativo, el papel de la dirección de los centros es fundamental. Así lo refrenda Mar, que ha pasado por varios institutos públicos de la Comunidad de Madrid y explica la diferencia entre tener una agenda feminista en la que se organicen actividades el 8M o el 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, o no tenerla y no dar importancia a esos días, ni explicar por qué son relevantes. Los docentes entrevistados advierten, además, de que se encuentran cuestionamientos de postulados feministas entre sus propios compañeros de claustro.
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