La aviación comercial es un gran contaminador. Los gases de efecto invernadero escupidos por los reactores suponen algo menos del 2% del total mundial. Sin embargo, sus emisiones no aparecieron en el acuerdo de París contra el cambio climático firmado en diciembre de 2015. Casi un año después, el sector no admite rebajar su producción de gases y propone que su aportación pase por pagar a terceros que sí hayan reducido su nivel de CO. Les comprará la rebaja en lo que se denomina “derechos de emisión”: lo que esos terceros no han contaminado, lo contaminarán los aviones.
La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) ultima en Montreal (Canadá) un acuerdo “voluntario” para “contener” sus emisiones de dióxido de carbono. La previsión es que sus niveles se cuadrupliquen para 2050 llegando a los 1.800 millones de toneladas. “Un ritmo insostenible”, según lo ha calificado la coalición ambiental formada por la Unión Europea, México y las Islas Marshall en su carta de adhesión.
Pero el sector no prevé reducir su producción de gases. De hecho, calcula que el consumo de combustible se multiplicará por 2,8 a 3,9 en 2040 respecto a los niveles de 2010. Así que ha preparado un “acuerdo voluntario” para “compensar” el exceso de contaminación. ¿Qué exceso?
El documento no pone restricción alguna hasta 2020. Entonces, tomará ese momento como punto de referencia para sacar una media. Y a partir de ese año, los millones de toneladas que superen esa cantidad serán por los que el sector de la aviación pague. Comprará la posibilidad de producir más gas a aquellos que sí hayan recortado sus emisiones reales. Al resultado de esta contabilidad a base de talonario se le llama “crecimiento neutro de carbono”.
El responsable de la campaña de cambio climático de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz, analiza que “este sistema de alcanzar el pico de emisiones dentro de cuatro años y luego recurrir a mecanismos de mercado para compensar es estar muy lejos de ser ambiciosos”. El esquema diseñado por la OACI implica que los operadores tendrán cero toneladas de carbono que compensar económicamente en 2020. Para 2025 entre 142 y 174 millones y en 2035, el exceso de CO se irá a entre 443 y 596 millones de toneladas.
La factura por no rebajar las emisiones de sus aeronaves no es muy cara, según los propios cálculos de la OACI. Su sistema supondrá entre un 0,2% y un 0,6% de los ingresos del sector en 2020 (entre 1.300 y 5.300 millones de euros dependiendo del precio de la tonelada de CO). Para 2035 la horquilla llegaría a 0,5%-1,4%. Solo en exenciones fiscales a la hora de comprar el combustible para sus flotas, las compañías acumulan unos 58.000 millones de euros.
Un 83% de la actividad aérea
Los gases de efecto invernadero se acumulan en la atmósfera y devuelven buena parte de la radiación solar a la superficie de la Tierra. Eso es lo que recalienta el planeta (continentes y océanos) y eleva la temperatura global. La base del cambio climático.
En 2016, las mediciones de la Organización Meteorológica Mundial y la NASA han ido batiendo récords. Cada mes, desde enero a septiembre, ha sido el más cálido desde que arrancaron los registros científicos en 1880.
El próximo 7 de octubre termina la 39ª asamblea de la OACI que debe ratificar en la ciudad canadiense este acuerdo. Hasta el momento, 63 estados se han comprometido a rubricarlo, lo que supone el 83% de la actividad aérea.
El documento tiene un valor histórico, ya que es la primera vez que la aviación comercial afronta algún mecanismo para atenuar el cambio climático causado por su negocio. Sin embargo, el director de Aviación y Marina de la organización internacional Transport & Enviroment, Bill Hemmings, opina que, desde el punto de vista medioambiental, “no podemos transitar a una economía sin carbono si uno de los grandes emisores de CO no participa de ello y confía directamente en que otros hagan el esfuerzo”.