Una constelación de 19 estrellas de colores decoraban este jueves la calle Alcalá de Madrid, frente a la Consejería de Educación. Una por cada niño que se ha quedado sin plaza en el colegio público Arcipreste de Hita de Fuenlabrada, desde donde se han trasladado más de un centenar de personas ataviadas con sus camisetas verdes. Entre pitos, canciones y bailes, las familias que llevan un mes encerradas en el centro escolar han vuelto a demandar una reunión con la consejera Lucía Figar, para que reconsidere la apertura de un aula para sus hijos.
“Qué pena me da, que niños de tres años no puedan estudiar”, cantaban los manifestantes. Entre ellos, se encontraba Cristina Esteban Cortés, madre de Hugo y Leo, dos de los pequeños que no se han posido matricular en el Arcipreste de Hita. “Estamos aquí porque si nos callamos, van a seguir haciendo lo que quieran”, explica. Mientras, sus padres sostienen las estrellas con los nombres de sus nietos: “Hugo no tiene clase”, “Leo no tiene clase”.
El colegio público tiene dos aulas por cada curso, pero el año pasado la Comunidad de Madrid cerró una de ellas para niños de tres años ante una disminución de la demanda. Este curso, a pesar de una subida en las solicitudes –hasta las 44 como primera opción– la Consejería no ha reabrierto la clase. “Esta vez es una clase, pero dentro de poco puede ser un colegio entero”, dice María, una vecina del municipio madrileño que ha asistido para apoyar a las familias afectadas.
Los congregados lo tienen claro: el encierro continuará hasta que la consejera Lucía Figar apruebe un aula más para el centro. Y eso que los 31 días entre las paredes del colegio pesan. “Estamos pasando las dos únicas semanas de vacaciones que tenemos en el Arcipreste”, afirma Margarita Valdivia Seller, madre de Diego, otro de los pequeños afectados. Su marido, que trabaja de noche, se pasa por el colegio a las seis de la mañana cuando termina su turno. A lo largo del día participan en las actividades del colegio y, por la noche, ella y el niño se van a dormir a casa. “Estamos muy cansados, pero tenemos que continuar”, apunta.
El hijo de Margarita Valdivia forma parte de los seis niños que aún no tienen plaza en ningún centro de Fuenlabrada. El resto, como Hugo y Leo se han matriculado en otros colegios por miedo a quedarse sin poder ir a clase en septiembre. “Aunque hemos firmado un escrito en el que decimos a la Consejería que el aula que queremos es la del Arcipreste”, añade Cristina Esteban.
De momento, la postura del Gobierno regional no ha cambiado. Educación considera que hay plazas suficientes en el resto de colegios públicos de la localidad y que ningún niño se quedará sin asistir a la escuela. Los que permanecen sin centro asignado, lo conocerán en septiembre. Varios portavoces de los congregados este jueves han entregado las más de 3.000 firmas que han reunido a favor de su causa: quieren que sus hijos se formen en el Arcipreste.
La comparación con la escuela concertada
Los colegios concertados han protagonizado muchos de los eslóganes de los manifestantes. Jéssica Gómez, otra madre afectada, que acompañó a eldiario.es en su visita al encierro en Fuenlabrada, guiaba a los niños en una coreografía ensayada. Las menciones a “la pública” se ganaban un paso para delante. Los de la privada, uno para atrás.
Las familias encerradas denuncian que otros colegios concertados, como el Fuenlabrada y el Arcipreste de Hita, tienen concedidas dos aulas con menos solicitudes. La Federación de Asociacion de Padres de Alumnos (FAPA) de Madrid Giner de los Ríos presentó este mes una denuncia en el juzgado de Instrucción de Fuenlabrada contra la consejera Figar, y contra el director del área territorial de Madrid-Sur, Alberto González, por posible prevaricación.
“Para nosotros, que un colegio concertado con 37 solicitudes tenga dos clases y que uno público tenga sólo una, con 44 peticiones, nos parece una prevaricación de libro, pero queremos que lo estime un juez”, argumenta José Luis Pazos, presidente de la FAPA Giner de los Ríos. En su opinión, la decisión de la consejera es arbitraria y perjudica a sabiendas a los afectados. “Les estamos pidiendo lo mismo, ni siquiera más”, añade.
Los sindicatos UGT y Comisiones Obreras también se han posicionado a favor de las familias. “Estamos estudiando posibles acciones judiciales”, afirma Isabel Galvin, de CCOO. Por su parte, Pedro Hernández (UGT) cree que el Gobierno del PP está “sometiendo a la escuela pública a un ERE encubierto”. “Están suprimiendo puestos en los centros públicos y aumentando los conciertos”, continúa el representante sindical. Ambos portavoces consideran que, además, la consejera Lucía Figar no está respetando la “libertad de elección” de colegio, una de las políticas defendidas por su equipo.
El alcalde de Fuenlabrada, Manuel Robles, recuerda que además se está desaprovechando el dinero invertido por su consistorio. “De unos 200.000 euros cuando termine la legislatura”, indica el concejal de Educación, Isidoro Ortega, también presente en la concentración. “Están poniendo en jaque el futuro del colegio”, teme Ortega.
Varios niños levantan la pancarta por “una escuela pública de todos y para todos” cuando los mayores se dirigen a Lucía Figar. La manifestación solo tenía permiso para celebrarse en la acera de enfrente de la Consejería, por lo que las rimas se pronuncian a gritos. Entre los “Sí, se puede” y los “El Arcipreste no se cierra”, Margarita Valdivia resume uno de los objetivos de tanta resistencia: “Procuramos que todo sea lúdico y que nuestros hijos se queden con algo de todo esto”.