Quim Sabrià se lanzó a la aventura americana con una idea en la cabeza y mucha ilusión, pero la misma cantidad de incertidumbre. Casi tres años después, su herramienta la utilizan dos millones de personas, ha conseguido una inversión de 800.000 dólares y el Gobierno de EE UU le ha concedido un visado excepcional que se otorga a personas “con habilidades extraordinarias” y que se encuentran “en la más alta esfera de su campo de habilidad” (el O1). Es la confirmación del éxito. Lo particular de la historia de Sabrià, barcelonés de 27 años, es que Ezpuzzle, la startup que fundó junto a otros tres socios, se dedica a la innovación en el sector educativo. Y es aquí que se empieza a hablar de una trayectoria diferente.
Edpuzzle es una herramienta gratuita, en formato web o app, que permite personalizar vídeos ya existentes en plataformas de internet como Youtube o Khan Academy, la mayor plataforma del mundo de aprendizaje online, para utilizarlos en clase. El maestro puede recortar el vídeo, insertar preguntas o cortes de voz propios para adaptarlo a sus necesidades. “Los alumnos deben prestar atención, contestar preguntas, etc. El vídeo deja de ser una actividad pasiva para convertirse en interactiva”, explica Sabrià. Y, componente básico para la tarea docente, la herramienta devuelve toda esa información al profesor, que puede hacer un seguimiento individualizado de cada alumno. Sabrá qué alumno necesita más ayuda, cuál avanza más, qué preguntas han fallado, etc.
Como sucede a menudo con los emprendedores, la idea de Sabrià surgió a partir de necesidades propias. Cuando era profesor de matemáticas en un instituto de Badalona intentaba innovar en clase, probar cosas diferentes. “Hacía vídeos, intentaba que los niños aprendiesen a su ritmo con Youtube y que, si les interesaba un tema, supieran buscar información por su cuenta para que, si encontraban algo que les interesaba en la vida, no se quedaran parados”, recuerda. Pero su plan no acabó de funcionar. “Fue un fracaso. Los alumnos se conectaban a Facebook, no miraban los vídeos o no les prestaban atención”, explica. Y no tenía manera de saber si realmente los estaban viendo.
Dos millones de alumnos
Charlando con otro profesor de Inglaterra se dio cuenta de que no estaba solo con este problema. Y vio la luz. Como tenía planeado marcharse a EE UU a continuar su formación o buscar un trabajo, decidió realizar un pequeño cambio de rumbo y tirarse a la piscina junto a sus tres socios, ingenieros de telecomunicaciones e informática. Consiguieron presentar la idea a una “incubadora” con sede en Silicon Valley —un fondo de inversión que se dedica a invertir en proyectos innovadores y a abrir puertas a los equipos de trabajo que apoyan a través de formación y contactos—, les gustó y a trabajar. Sabrià, humilde, se empeña en destacar que aunque la idea original fuera suya, “el 99% del desarrollo” se debe a sus tres socios. Hasta hoy, la plataforma ha superado las expectativas y llega a 160 países y dos millones de alumnos.
Este exprofesor justifica el éxito de Edpuzzle por el momento que vive la educación. “Por primera vez, todos nos damos cuenta de que hay un desfase, y no sólo tecnológico”, explica. “Que haya clases de innovación en empresas, que se hable de la inteligencia emocional o las inteligencias múltiples demuestra que la gente empieza a ver que falta algo, que la sociedad cambia pero la educación, que debería ser la gasolina de la sociedad, está desfasada”, argumenta.
Y no solo por la falta de tecnología en las aulas, también por el uso que se hace de ella. “Todo el mundo lo ve. Los alumnos, por supuesto. Los padres, los directores, empiezan a darse cuenta de que hace falta un impulso en las aulas”, sostiene apoyado en su propia experiencia. Para innovar en clase, él se tuvo que buscar la vida con el margen que le daba su director de departamento. No culpa a los docentes. “Están sedientos de innovación y cansados de dar clase como hace años. Saben qué necesitan”, remata.
De ADE a maestro
Los inicios no fueron tan sencillos. Sabrià es licenciado en Administración y Dirección de Empresas, y tras licenciarse obtuvo el Máster en Formación de Profesorado. Con un buen currículum académico, en la universidad no acabaron de entender —ni aprobar— que decidiera dedicar sus esfuerzos a la docencia, lo que demuestra en su opinión “la imagen del profesor que hay en España”. Pero él tenía claro que quería “aprovechar estos años e invertirlos en algo que tuviera un impacto real en la sociedad”. Su paso por el instituto con un perfil de alumnado muy complejo, caracterizado por su alta conflictividad y altas tasas de absentismo, le permitió llegar donde está hoy.
¿Por qué se fue a EE UU? ¿No habría sido posible crear Edpuzzle en España? “Creo que no habría funcionado”, responde. “Hay varios factores que lo explican. Por ejemplo, el punto de partida. La incubadora nos dio 100.000 euros por el 6% de la empresa y formación con profesionales que han pasado por las grandes compañías del mundo como Yahoo! Hasta los profesores y alumnos de las escuelas que visitábamos nos daban consejos y grandes ideas. En Silicon Valley, la cultura de innovación se respira por todos lados”, asegura.
Para el futuro queda apuntalar la herramienta para continuar la expansión. Y volver al aula algún día. “Ahora que mi función es visitar escuelas, hablar con profesores y responsables de innovación, y me enseñan todo lo que están probando en clase, me dan ganas de hacerlo yo con mis alumnos. Es una nostalgia imposible de perder”, cierra.