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Los bares, en el punto de mira de Sanidad para tratar de frenar la tercera ola de COVID-19

Clientes en la barra de un bar, durante la pandemia.

Belén Remacha

24 de enero de 2021 21:52 h

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El principal tema de discusión del Consejo Interterritorial del pasado miércoles ha sido la posibilidad de modificar el decreto de estado de alarma para permitir a las comunidades autónomas adelantar el toque de queda antes de las 22.00, una petición de varios gobiernos regionales. Pero Sanidad ha dejado claro que no considera que esa sea la medida más importante para frenar la tercera ola de coronavirus, que ya alcanza una incidencia acumulada de más de 730 casos por 100.000 habitantes. El director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, lo señaló tajantemente el lunes: “Según la evolución de las comunidades que la han aplicado, la medida que ha tenido un impacto mayor en el control ha sido el cierre de los interiores de bares”. “Sé que no es popular” plantear su cierre, añadía el técnico, que nunca antes había señalado tan directamente a esta actividad. Mientras, unas pocas comunidades ya han clausurado la hostelería, y prácticamente todas han restringido su actividad.

Simón decía que no era una medida “popular”, pero en España, un país en el que el sector de la hostelería supone el 6,2% del PIB y emplea a 1,7 millones de personas, y en el que gran parte de la socialización se desarrolla en los bares, se trata, más que de impopular, de una medida difícil. Desde otoño se suceden las manifestaciones de hosteleros, sobre todo desde que algunas comunidades, entre ellas Catalunya, optaran entonces por clausurar bares y restaurantes para ralentizar la segunda ola sin llegar al confinamiento domiciliario. Técnicos epidemiólogos aseguran que la fuerza del sector es grande y los gobiernos se mueven entre los consejos científicos y la presión económica. La patronal de Hostelería de España ha pedido la rectificación o cese de Fernando Simón por las palabras del lunes, que tachan de “criminalización”, pero el técnico no se ha retractado y alude a la “correlación” entre este tipo de medidas y los efectos sobre la curva cuando se han aplicado. Los hosteleros piden al Gobierno más ayudas económicas para salvar locales y puestos de trabajo.

Entre los expertos en salud pública no hay consenso acerca de cómo abordar esta tercera ola de la pandemia. Unos abogan por un confinamiento estricto que pare todo en seco, otros por medidas menos radicales para paliar los efectos socioeconómicos. Pero todos los consultados sí coinciden en que hacen falta medidas más estrictas y en que una opción evidente sería el cierre o limitación extrema de los bares, asumiendo las complicaciones que acarrea. Varios se acogen a un estudio de la revista Nature, que analizó las medidas tomadas entre marzo y abril en 79 territorios para clasificar en un ranking cuáles habían sido las más efectivas en términos epidemiológicos. Concluía que lo que mejor había resultado era “restringir los lugares donde la gente se reúne en cantidades pequeñas o grandes durante un tiempo prolongado, incluyendo tiendas, restaurantes, reuniones de 50 personas o menos y trabajo presencial”. Unas medidas, señalaba el estudio, más eficaces que los cierres de colegios, de fronteras o las cuarentenas nacionales. Otro estudio de la misma revista también apuntaba a los restaurantes, gimnasios y cafés como los lugares más supercontagiadores.

En este sentido, el último informe sobre brotes de Sanidad situaba 7.551 de los 26.753 detectados en toda la pandemia en el ámbito “social”, por delante del familiar y laboral –el teletrabajo sigue siendo solo recomendación en España–. Aunque recordaban que “no se puede afirmar que no se estén produciendo infecciones en determinados ámbitos en los que suele ser complicado identificar la fuente de infección”, como el transporte público.

Mientras, las comunidades se van sumando a esta vía de clausurar establecimientos. Tienen en estos momentos competencias para ello, y no haría falta modificar el decreto de estado de alarma como en el caso de adelantar el toque de queda. Este jueves La Rioja decretó el cierre de toda la hostelería, la Comunitat Valenciana lo hizo el martes y ya está así estipulado en Baleares, Castilla-La Mancha, Extremadura y parte de Euskadi. En otras comunidades como Navarra y Murcia se ha optado por la clausura del interior de los locales. Y en casi todas las regiones el horario de cierre se ha fijado a horarios tempranos. La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, es la más contraria a cerrar bares en el territorio sobre el que manda: “Para arruinar aún más a la hostelería en España, conmigo que no cuenten”. Pero incluso ella este viernes cedió y adelantó su clausura a las 21:00, aunque no los cierra del todo mientras sí prohíbe las reuniones en casas.

Los bares, donde más casos se rastrean

Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), plantea que hay margen para tomar medidas entre lo actual y el confinamiento domiciliario: “Si adelantas el toque de queda y reduces los lugares donde hay alta transmisión, esto es, locales de juego, de ocio y donde se come y se bebe, no es tan diferente a nivel de riesgo de lo que supone un confinamiento domiciliario. Y un confinamiento domiciliario afecta más en otros aspectos, también a la desigualdad”.

Opina parecido Pedro Gullón, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE): “Quizá la palabra confinamiento ya está un poco vacía, aunque es verdad que aporta sensación de gravedad. Pero impedir todo comercio no esencial sería prácticamente lo que en Portugal o Alemania están llamando ya confinamiento. Entre no hacer nada y llegar a confinar en casa hay margen de medidas, y cerrar bares es una importante, complicada y valiente. Confinar del todo otra vez sería durísimo y, si finalmente se tiene que llegar a algo así, creo que no nos puede pillar sin haber cerrado los bares”.

De que los bares son lugares de más riesgo que otros no tienen dudas los expertos. Además de estudios como el de Nature, citan la propia experiencia. “Por muy bien que lo haga el sector hostelero –comienza Gullón–, es complicado por las propias características de la actividad: te quitas la mascarilla para comer y beber, te sueles reunir con gente no conviviente, es difícil mantener la ventilación adecuada, hay riesgo de que estés cerca del de la mesa de al lado”. Y añade: “Los brotes propios en los bares son muy difíciles de detectar y rastrear, pero cuando se rastrea a la gente contagiada y se les pregunta dónde han estado esos días, lo más común es que marquen que han estado en bares”.

Daniel López Acuña, ex director de Acción Sanitaria de la OMS y asesor frente a la pandemia en Asturias, sí es partidario de un confinamiento “temprano, severo y corto, con excepciones para paseos, escuelas y laborales” que corte en seco la escalada de contagios, pero, si “por la obstinación” gubernamental no se permite cambiar el estado de alarma para ello, sí considera que sería un buen paso clausurar la hostelería. El motivo: “Lo que sí sabemos es que una parte considerable de los contagios se da en espacios cerrados no domiciliarios, esto es, en bares. Más que en domicilios”, como apuntaba Sanidad. Esto no quiere decir que “sea lo único que funcione”, porque las medidas anti-COVID, describe, “se van agregando entre ellas y suelen operar de manera sinérgica”. Pero sí puede tener ahí “un impacto fuerte”.

Debe haber compensaciones, y ya es tarde para cerrar solo interiores

El cierre de bares debe ir acompañado, comentan todos los expertos con los que ha hablado elDiario.es, de “compensaciones”, porque entienden también que la situación para el sector, tras casi un año de pandemia, ya es insostenible. “Pero las medidas no se deben tomar por populares o impopulares, no a estas alturas, que se trata de salvar vidas”, defiende Acuña. El argumento de que Madrid consiguió reducir en otoño los casos sin tomar esta decisión “se acabó” en el momento en el que la transmisión ha vuelto a crecer y en esa comunidad vuelve a situarse por encima de la media, piensa el exdirectivo de la OMS. Precisamente, por el mismo motivo: qué funcionó y qué no funcionó en un momento dado puede deberse a diversos factores, por ejemplo el momento en el que se tomaron las acciones.

Y dado que el mayor riesgo está en los interiores, ¿tendría sentido, a estas alturas del invierno, plantear otra acción intermedia como el cierre de interiores, pero no de terrazas? Javier Padilla, médico especializado en Salud Pública, planteaba que podría ser un “0% aforo en hostelería de interiores, 75% en exteriores”, con inspecciones de cumplimiento. Pedro Gullón contesta que eso es algo “que se debería hacer previamente. Primero interiores, y si la cosa sigue subiendo, exteriores. Pero esto es algo que sirve de manera genérica para la pandemia. Creo que ahora en la mayoría de comunidades ya estamos para cerrar al completo la hostelería”. Daniel López-Acuña también responde: “Hay terrazas y terrazas, y comportamientos y comportamientos; todos hemos visto muchas congestionadas y con gente sin mascarillas. Si tuviésemos la capacidad de mantener los aforos y las distancias, quizá con eso se reduciría notablemente. Pero creo que actualmente seguir con medidas a medias no nos ayuda”.

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