Las víctimas de Billy el Niño lamentan que no se le haya sentado en el banquillo: “Se ha muerto y nos quedamos sin haber obtenido justicia”
“No es un día nada feliz”, es la primera frase que apunta Luis Suárez-Carreño al coger el teléfono y ser preguntado por la muerte del policía franquista Antonio González Pacheco, alias 'Billy el Niño'. Suárez Carreño presentó la primera querella por torturas contra este agente Dirección General de Seguridad. “Su sadismo y su crueldad eran vocacionales”, relató en una entrevista con eldiario.es, rememorando las actuaciones sufridas durante su detención entre 1970 y 1973.
“A pesar de que hay gente que me ha planteado en una primera reacción que su muerte es una noticia positiva, creo que es muy malo para las víctimas y muy malo para la sociedad española”, añade. Su demanda no ha prosperado en ningún tribunal español y actualmente está a la espera de presentarla ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU.
“Se ha muerto y nos quedamos sin haber obtenido justicia. Los distintos gobiernos que hemos tenido no han facilitado las cosas para que pudiéramos sentar en el banquillo a este torturador”, replica Felisa Echegoyen, que también denunció el 'trato especial' del expolicía franquista. “Mi querella ya estaba en el comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, ahora no sé qué va a pasar”, añade.
Las torturas denunciadas por Echegoyen se remontan a su detención en 1974, cuando militaba en la Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Según relató a esta redacción, durante tres días estuvo detenida en la Dirección General de Seguridad (DGS) “sometida a palizas y golpes” hasta que le “dio un ataque” y fue atendida por un médico. “Ahí dejaron de torturarme físicamente, pero no psicológicamente, eso siempre”, afirmó.
Echegoyen lamenta que González Pacheco no haya dado explicaciones sobre sus actuaciones durante el franquismo ante un tribunal. “En este país parece ser que lo que prima es la impunidad. Se está premiando a los que hicieron barbaridades. Los gobiernos son colaboradores de ello”, apunta.
Una sensación compartida por Suárez Carreño, que recuerda que el agente de la Dirección General de Seguridad ha muerto con las distinciones que recibió por su expediente policial. “Es un criminal al que se le ha permitido vivir en libertad, con medallas, con condecoraciones, dobles o triples pensiones del Estado. Se ha estado paseando con total impunidad por este este país, al menos durante los últimos 10 años, en lo que hemos dado testimonios sobrados de sus crímenes”, apunta.
“Su impunidad, la de todo el aparato represor de la dictadura, sigue siendo una de las asignaturas pendientes de la democracia. No podremos reconocernos como hombres y mujeres libres hasta que el Estado resuelva definitivamente la verdad, la justicia y reparación para todas las víctimas del franquismo”, ha apuntado Willy Meyer, otro de los denunciantes de malos tratos por parte de expolicía, en un artículo de opinión publicado tras la muerte de 'Billy el Niño'.
El exagente franquista ha fallecido con las distinciones acarreadas por la obtención de cuatro medallas policiales, que han llegado a aumentar un 50% su pensión. El Ejecutivo de Pedro Sánchez se comprometió a retirarle estas condecoraciones, pero las dificultades de actuar retroactivamente ante la normativa que lo regula se lo impidió.
eldiario.es accedió en exclusiva a la hoja de servicios del agente más temido del franquismo. Un expediente que había sido secreto hasta entonces y que revela que el Estado gratificaba con reconocimientos públicos y premios en metálico la detención y represión de estudiantes y comunistas.
“No le deseo la muerte a nadie, porque la muerte es una tragedia, pero sí que deseo que los criminales sean juzgados. Si no son juzgados es una lacra para la sociedad. Si vivo en una sociedad que no aplica la justicia, me considero estafado e incómodo”, sentencia Suárez Carreño.
Rosa García Alcón fue detenida en 1975 por la Brigada Político Social, mientras estudiaba Medicina. “Billy el Niño me pegaba como un loco, me gritaba 'puta, guarra', yo era una niña de 18 años”, recordó en una entrevista. Esta actuación marcó su futuro porque tuvo que comenzar a vivir en la clandestinidad. “Me cambió la vida. Desde la detención ya no podía estar en casa de mis padres porque estaba expuesta a que la Policía viniera a buscarme cada vez que quisiera”, explicó.
Para esta mujer la muerte de González Pacheco no supone un punto y final en su búsqueda de reparación. “Él no era el único torturador, ni el único responsable de estas atrocidades, por encima de él estaban sus jefes, entre ellos [Rodolfo] Martín Villa. Seguiremos intentando conseguir ese derecho que reconoce la justicia internacional y que aquí se nos niega”, apunta.
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