Orgullo Diario Fest

BobPop, sobre la lucha LGTBI: “Lo peligroso es pensar que el objetivo era casarnos y alquilar un adosado, cuando es luchar para conseguir libertades”

BobPop, escritor, columnista y presentador, descubrió que era “marica” (sic). a los 12 años leyendo a Lorca. En un momento en el que los referentes escaseaban, se descubrió a sí mismo entre poesía, personajes de ficción y viejas enciclopedias. En esta entrevista, Roberto Enríquez reconoce el “pecado histórico” de la izquierda en su relación de “desprecio hacia los homosexuales”, pero afirma que esta izquierda ha pedido perdón, al contrario que la derecha, y señala a las mujeres lesbianas y las mujeres y hombres trans como la parte más importante del colectivo: “La gran revolución de este siglo es la revolución trans”. Con él hablamos de pasado, presente y futuro LGTBI en el Orgullo Diario Fest.

Para Enríquez, las personas LGTBI de su generación tenían que demostrar más que cualquier otra persona: “La única forma que tenías de redimirte de ser marica, lesbiana o trans era reflejarte en los referentes de éxito que te mostraban que sí, podías ser gay, pero al menos tú habías llegado lejos en un éxito convencional, primero en el mundo del espectáculo y la cultura y luego en el de los negocios. Tuvimos que pagar un precio muy alto por ser quienes éramos y se nos obligaba a ser mejores que los demás. Teníamos que recorrer un camino extra y las únicas representaciones que veíamos en los medios eran las del éxito o las del drama”.

Para BobPop la lucha de clases y la del colectivo LGTBI están muy unidas: “La gran trampa del neoliberalismo fue encontrarnos perdidos y decirnos que el dinero y el éxito empresarial nos iba a redimir. Eso es lo que fue minando el Orgullo convencional, el que hemos visto en las calles de las grandes ciudades. Fuimos nosotros las víctimas de un sistema que fue muy inteligente para absorbernos. La lucha de clase tiene que estar relacionada con la del colectivo. En la época en la que yo rompí a ser marica, hace veintitantos años, muchos de mis compañeros y compañeras de colegio no tenían que plantearse renunciar a sus privilegios familiares porque sabían que su casa era un refugio. Para los homosexuales y trans de mi generación uno de nuestros objetivos era salir de casa cuanto antes. Y esto significaba abandonar los privilegios, quien los tuviera, para buscarse la vida y poder vivir su vida sin la amenaza de su casa”.

Sin unos referentes en los que poder fijarse, BobPop cuenta que descubrió que era “marica” (sic.) leyendo poesía: “Yo era un niño marica repelente y empollón y la primera señal que recibí fue leyendo a Lorca, con 12 años. Ahí, leyendo 'Poeta en Nueva York', noto que están hablando de mí”. A eso se le añade un sentimiento: “Antes del homoerotismo viví la homoafectividad. Mi afecto hacia los hombres era mucho mayor que el que podía sentir por las chicas. Luego llegó la atracción física, pero primero fue el enamoramiento”.

Aunque hoy las nuevas generaciones tengan más referentes en los que fijarse, para el escritor el hecho de salir del armario sigue sin ser fácil “porque sigue suponiendo un ritual”: “El hecho de que no haya instalada en nuestra sociedad, en nuestra cultura, un momento en el que hombres y mujeres jóvenes les dicen a sus familias quiénes son, qué les gusta y qué desean, como solo nos sucede a los miembros del colectivo, indica que no es algo habitual, es un extra. Todavía seguimos asumiendo como lo natural, lo normal y lo lógico la heterosexualidad, que la damos por sentada. Lo otro es la ruptura de la norma”.

“No es el hecho de salir del armario, sino todo lo que conlleva: pensar si lo haces, si no, cuando es el momento, con quién... Lo que te quita el sueño, lo que te encierra en ti mismo... Estar pendiente de cómo van a reaccionar los demás es muy complicado. No creo que sea fácil para nadie”, cuenta a eldiario.es.

Preguntado por las palabras de Abascal en la tribuna del Congreso en las que pidió a la izquierda que abandonase “su odio histórico a los homosexuales”, BobPop reconoce el “pecado histórico” de la izquierda en su relación de “desprecio hacia los homosexuales”. “El hecho de ser de izquierdas en un momento no te convertía en un ser de luz”. “Entonces se vivía en una sociedad en la que ser homosexual te hacía carga de chantaje, eras un eslabón débil, estar en el armario suponía estar expuesto a que revelasen tu vida privada. Por muy comunistas que fuesen, la gente del partido era machista y producto de su tiempo. La izquierda pasó una época de la que ha pedido perdón, mientras que no creo que ningún partido de derecha ni de ultraderecha haya pedido perdón a los homosexuales”.

Sobre si los derechos alcanzados están en riesgo con el avance de la ultraderecha, BobPop afirma que “está en riesgo pensar que no está en riesgo”. “Lo peligroso es pensar que todo está conseguido. Lo peligroso es que consideremos que la lucha ha terminado y que el objetivo era casarnos, alquilar un adosado y tener un perrete. El objetivo es entender que somos un colectivo muy variado donde tenemos que darnos apoyo y luchar para conseguir más libertades, y no solo las nuestras”.

Para BobPop la parte más invisibilizada del colectivo es la más importante: “la de las mujeres lesbianas y las mujeres y los hombres trans”. La gran revolución de este siglo es la revolución trans. Por eso se están enfrentando a tantos obstáculos y están siendo tan cuestionados, porque están reivindicando muchas cosas que nosotros, como hombres gays, no hemos conseguido. Las mujeres y los hombres trans y las mujeres lesbianas han estado buscando sus derechos y gran parte de lo que hemos conseguido de verdad ha sido gracias a ellos y ellas“.

En medio de un intenso debate en el que parte del feminismo no reconoce a las mujeres trans como mujeres, BobPop afirma que “no puede entender que el feminismo, un movimiento revolucionario y transversal, no quiera contar con mujeres que hayan vivido distintas historias. Es imposible creer que hay un feminismo que ha compartido todo el pasado, toda la opresión. Si algo bueno tiene el colectivo LGTBI y el feminista es que compartimos opresiones, necesidades y sueños desde orígenes muy diferentes. Que haya una parte del feminismo que niegue a las mujeres trans me parece una barbaridad”.