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Los bosques de los parques nacionales españoles están peor que nunca

Vista de la Caldera de Taburiente.

Raúl Rejón

1 de enero de 2025 21:34 h

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Los 16 parques nacionales de España son “espacios singulares, escasos y desde luego infrecuentes”, según su definición oficial, cuyo objetivo básico es “asegurar la conservación de sus valores naturales”. Sin embargo, uno de esos valores, los bosques que pueblan estos espacios, están ahora peor que nunca, según las últimas evaluaciones de masas forestales realizadas por el Ministerio de Transición Ecológica.

A lo largo de los parques nacionales crecen y se vigilan sabinas –que no paran de empeorar–, pino carrasco –“en significativa mejora”–, pinos negros o pinos canarios –“en situación muy desfavorable”–. También, entre otras especies, alcornoques (cuya defoliación está en máximos), encinas (que está remontando), robles, rebollos, madroños (en situación “muy desfavorable”) y hayas (cuyos indicadores de salud son positivos).

Los indicadores que se controlan, como la defoliación de las copas de los árboles, revelan que estos bosques “continúan en la etapa más negativa de todo el seguimiento”. La peor desde que se tienen registros de su salud (1992), explica el análisis del Ministerio. Sobre todo en las regiones mediterránea y macaronésica (Canarias). En la eurosiberiana “la situación es más favorable”.

La defoliación media en la red de parques nacionales –la pérdida o ausencia de hojas– llegó al 26,8% del arbolado estudiado en 2023. Se trata del dato más elevado de toda la serie 1992-2023 y supera el anterior pico del 26,2%, medido en la temporada 2016-2017. “La situación actual es desfavorable en relación con el valor de referencia o normal en la Red”.

De hecho, solo el 68% del arbolado entra en la categoría de sano. Así que el porcentaje de árboles dañados en 2023 fue el segundo más alto medido en los parques nacionales españoles. Rebasa el límite de tolerancia marcado para esta categoría y el nivel de referencia de la red, lo que muestra “el alcance de la desfavorable situación actual en el conjunto”, concluye el informe.

Esta fase de mal estado generalizado se inició en 2016, y durante estos años se han certificado tres de los cuatro valores más bajos de arbolado considerado sano –junto con el registrado al final de la gran sequía entre 1991 y 1995–. La media del periodo es un 14% inferior a lo considerado normal. También este período reúne los únicos cuatro valores de defoliación media superiores al 25%.

Doñana, Teide, Taburiente

Evolutivamente, mientras que en la etapa 1992-2004 los valores de defoliación más frecuentes fueron un 20% y 21%, con un máximo del 25% en 1995, en el período más reciente (2005-2023) el dato más ampliamente repetido es el 25%, con máximos del 26% de pérdida de hojas.

Los documentos del ministerio dicen que en Doñana la defoliación media de sus bosques ha llegado al 35%, es decir, el “dato más desfavorable” desde que existen registros. En el Teide la pérdida “asciende significativamente” hasta el 45%. Dos tercios de los ejemplares están dañados. En la Caldera de Taburiente (La Palma), los indicadores de salud desfavorable alcanzan “valores máximos”. También presenta un pico negativo los árboles en la granadina Sierra Nevada (un tercio de los árboles monitoreados están dañados).

El principal agente de daño es lo que llaman “agentes abióticos”, que básicamente quiere decir la sequía y el calor. Si se mira la evolución, se constata que esos agentes abióticos son cada vez más responsables de la caída de salud de los bosques, explica el trabajo. De hecho, entre 2016 y 2023, se ha incrementado un 14% respecto al periodo 1996-2004. En otras palabras, el tiempo cada vez más seco y caluroso que está afectando a España fruto del cambio climático deteriora más a los árboles protegidos en los parques nacionales.

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