El galardón de mayor prestigio mundial tiene rostro de hombre. Así lo corroboran los datos: desde 1901, año en que comenzaron a entregarse los Nobel, las mujeres representan un 5,28% del total de premiados. La brecha de género se ha reducido en los últimos años, sin embargo, ellas siguen siendo una minoría.
Desde 2004, el número de mujeres que han recibido un Nobel no llega a la veintena. Una realidad que, en opinión de las expertas, evidencia que “vivimos en un sistema de dominación masculina, en el que el parámetro de medida sigue siendo el hombre”.
Los Premios Nobel fueron concebidos como forma de homenajear a personas u organizaciones que realicen contribuciones, investigaciones o descubrimientos de relevancia. Sin embargo, de acuerdo con las cifras, las mujeres están lejos de alcanzar el mismo reconocimiento público que sí disfrutan ellos. A lo largo de la historia se han concedido 567 premios a 862 personas y a 25 organizaciones (uno mismo puede entregarse a varias personas y algunas de ellas han recibido más de uno). Solo 47 mujeres han sido galardonadas con uno en alguna de las seis categorías (Física, Química, Medicina, Literatura, Paz y Economía), frente a 815 hombres.
Begoña Marugán, profesora de Sociología del Género en la Universidad Carlos III de Madrid, relaciona directamente esta brecha de género, que también está presente en los españoles Premios Príncesa de Asturias, donde las mujeres representan un 10% del porcentaje total de premiados, con “la existencia de un modelo dominante, que es el masculino”. Este modelo, describe Marugán, “es el que identifica la consecución del éxito a través de la competición y el autoritarismo y minusvalora otras características, asociadas socialmente a las mujeres, como el diálogo o el consenso”.
El “techo de cristal”
Sin embargo, los datos de los Premios Nobel chocan con una evidencia: al menos en Europa y, según el último informe She Figures 2012 de la Comisión Europea, las mujeres representan el 59% de las personas licenciadas. A pesar de ello, las cifras sobre su presencia en la universidad dibujan una pirámide: 40% de profesoras, 20% de catedráticas y solo una rectora. Unos datos que también se repiten en otros ámbitos (en los consejos de las empresas del Ibex, las mujeres representan un 17% de los miembros).
En opinión de Sara Sánchez, fotógrafa e investigadora en materia de historia de las mujeres, esto demuestra que las mujeres “se siguen enfrentando al llamado techo de cristal que merma las posibilidades de tener una carrera profesional al más alto nivel”. Para Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, esto se debe a “las desigualdades existentes en el mercado laboral y a la falta de conciliación personal, familiar y laboral a la que las sociedad las somete”.
Una mujer premiada en Economía
Dos años después de comenzar a otorgar el Nobel, Marie Curie se convirtió en la primera mujer en recibir uno. Fue el de Física, aunque compartido con dos hombres. En 1911 recibiría también el de Química, pasando a ser la única mujer que lo ha obtenido en más de una ocasión. Las dos categorías, junto a Economía, siguen siendo un territorio vedado para ellas. De hecho, habría que esperar hasta 2009 para que una mujer fuera galardonada con un Nobel de Economía: Elinor Ostrom, año en que también se lo dieron a Oliver E.Williamson.
Marta Macho, doctora en Matemáticas y editoria del blog Mujeres con ciencia, lo atribuye al hecho de que “las disciplinas científicas se perciben en muchas ocasiones como campos en los que la genialidad y la inteligencia juegan un papel fundamental que se relaciona con roles masculinos”. A mediados de este mes de junio, el premio nobel de medicina Tim Hunt abogó por la separación por sexos en los laboratorios porque “te enamoras de ellas, ellas se enamoran de ti y, cuando las criticas, lloran”.
Acabó dimitiendo, pero los comentarios provocaron un aluvión de críticas en la red social twitter y una campaña puesta en marcha por científicas de todo el mundo. Por otro lado, comenta Macho, “la investigación ha relegado a muchas mujeres que han trabajado en ciencia a papeles secundarios y las ha invisibilizado”. “Constantemente se alude a lo listos que son los chicos y a lo trabajadoras que son las chicas”, comenta.
Unos roles que ya comienzan a manifestarse en la infancia. De hecho, según el informe sobre Igualdad de Género en la Educación publicado este año por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), las chicas son mejores en lectura y los chicos en matemáticas. Esta brecha de género, que de acuerdo con el estudio se ha ensanchado en los últimos años, no es para Stefan Kapferer, secretario general adjunto de la OCDE, “un problema innato”, sino de las diferentes “expectativas” que recaen sobre unas y otros.
Los Nobel demuestran esta tendencia: Literatura, Paz y Medicina son las categorías en las que más premiadas hay. Algo que las expertas atribuyen a varios factores, entre los que destaca que “a las mujeres se les ha relegado tradicionalmente al ámbito de cuidadoras”. Sara Sánchez sostiene que son campos en los que está más aceptada la presencia femenina. “Es significativo que en la Inglaterra victoriana aumentó el número de mujeres que se dedicaban a la escritura debido al encierro doméstico que sufrían. La separación de esferas entre público y privado no les dejaba otros campos intelectuales para desarrollar”, ejemplifica.
Sin embargo, “se ha avanzado mucho en materia de igualdad de género”, coinciden las expertas, “aunque aún queda mucho por hacer”. Analizado el periodo que comprende de 2004 a 2014, han recibido un Nobel 16 mujeres y 110 hombres. La cifra sigue siendo baja, pero “las ideas feministas han calado en la sociedad y, al menos, hemos conseguido llamar la atención sobre esta injusticia”, aclara Marugán. No obstante, “queda corresponsabilizar a todas las partes para que las mujeres puedan llegar a los mismos lugares y puestos que los hombres”, opina Besteiro.