Desde hace dos meses las comunidades buscan a los vacunados con Janssen para ponerles una dosis de refuerzo. El trabajo no está siendo sencillo, puesto que la fórmula de Johnson & Johnson, concebida como una vacuna monodosis, se utilizó para grupos heterogéneos de personas que, por alguna circunstancia, pudieran tener mayores dificultades de acceso al sistema sanitario, como podía ser el caso de temporeros o personas sin hogar. Por un lado, pudo recibir Janssen población general mayor de 40 años. Por otro, al tratarse de una inyección de una sola dosis, también se ofreció a colectivos vulnerables como migrantes sin regularizar, personas en situación de calle, pacientes psiquiátricos o internos de prisiones. La variedad de perfiles y de edades de las personas que recibieron este fármaco es uno de los principales obstáculos de la estrategia de recuerdo de Janssen.
Por el momento, según los datos diarios de vacunación ofrecidos por el Ministerio de Sanidad, tan solo el 65,1% de las personas que se vacunaron con Janssen tienen puesta su dosis de recuerdo. El retraso se debe “al perfil de las personas que se vacunaron con esa vacuna”, explica Inmaculada Cuesta, componente del grupo de trabajo de la Estrategia de Vacunación frente a la COVID-19 y secretaria de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (ANENVAC). “En la mayoría de las comunidades autónomas, se utilizó para personas que tenían dificultades de acceso bien por temas laborales, como temporeros, o para migrantes”, añade la experta.
“El perfil de la gente a la que se vacunó con Janssen de alguna manera favorece a que ahora no tengan prisa, entre comillas, para recibir la dosis de recuerdo porque siguen teniendo dificultad de acceso cuando se trata de migrantes, transeúntes o personas que duermen en la calle”, reconoce la vacunóloga. A esta circunstancia se suma, continúa Cuesta, el caso de las personas más jóvenes que pudieron recibirla (esto es población general mayor de 40 años) y que no tienen la misma percepción de riesgo que personas vulnerables o más mayores. “Aquí en Aragón se utilizó para personas indigentes o que vivían en la calle”, resume.
La dosis de Janssen se puso, sobre todo, a personas de entre 40 y 50 años, comenta la experta y, según los datos de Sanidad, el número que ya se ha puesto la dosis extra cae en los tramos de edad más bajos. Así, se puede observar que la tasa aumenta a medida que aumenta la edad. Entre los mayores de 70 años, un 89,3% de las personas ya cuenta con el pinchazo de refuerzo. El porcentaje disminuye hasta el 85,9% para los mayores de 60 años. Entre los mayores de 50 solo son el 71,4% de los casos y, finalmente, entre los mayores de 40 únicamente han acudido a por la segunda inyección el 58,5%.
Ómicron, otra demora para las dosis extra
Ómicron, explica Cuesta, también ha podido suponer un nuevo obstáculo para el ritmo de esta etapa de la vacunación. “Con la cantidad de contagios que estamos teniendo… al menos se recomienda esperar cuatro semanas después de haber tenido la enfermedad, eso también contribuye a que vaya a ralentí”.
Que la comunidades hagan llamamiento “es fundamental”, dice la experta. “A la hora de establecer criterios para hacer un llamamiento para las dosis de refuerzo, primero van los más vulnerables, los más mayores; después se fue bajando la edad; luego un grupo prioritario eran las personas vacunadas con AstraZeneca, con pauta homóloga y, finalmente, las personas vacunadas con Janssen”, clasifica Cuesta.
En total, en España recibieron Janssen 1,97 millones de personas mayores de 40 años y, hasta la fecha, han recibido la segunda dosis cerca de 1,3 millones. ¿Quién falta por vacunarse con el refuerzo de Johnson & Johnson? ¿Ha fallado esta estrategia?
El epidemiólogo Mario Fontán no cree que la estrategia haya errado. “Era muy difícil vaticinar en ese momento, porque los datos en los ensayos clínicos y de efectividad eran muy buenos, decir que dentro de tantos meses íbamos a tener una variante que a lo mejor cambiaba un poco el escenario de las vacunas, sobre todo frente a la infección y no frente a la enfermedad grave”, argumenta. Para Fontán, la decisión se tomó “en un determinado momento, con la disponibilidad de vacunas que había y teniendo en cuenta que estos colectivos podían tener mayores problemas de acceso sanitario”.
“Si hubiéramos dispuesto en ese momento de todas las vacunas del mundo y diseñado estrategias que se focalizaran en captar a estas personas en el corto y medio plazo pues a lo mejor también hubiera sido una buena estrategia”, añade.
Migrantes, marineros, cooperantes
Las comunidades que van a la cola de esta tarea son Andalucía, que solo ha logrado inyectar esta segunda dosis al 48,9% de su población; Baleares, que tiene una cifra similar y Catalunya, que ha superado este martes el 50%. Asturias, Galicia, Navarra, Cantabria, La Rioja, Extremadura y Castilla y León superan el 80%.
Desde la Consejería de Salud y Familias andaluza, explican que la vacuna Janssen “no se administró para la población general y se reservó para casos especiales, como personas sin hogar, migrantes o estudiantes de erasmus andaluces que se iban al extranjero”. Para esta segunda vacuna, indican, se han hecho “varios llamamientos públicos”, aunque no se tiene previsto realizar una campaña específica.
En Baleares, sostienen desde el Govern, Janssen se utilizó en gran parte “para vacunar a aquella población en la que había dificultad para asegurar que se pudiera poner una segunda dosis, entre la cual se encontraban marineros, cooperantes y otras personas difíciles de localizar”. Según explican, el retraso en la vacunación de recuerdo puede achacarse también a que “parte de la población diana tiene COVID-19 y no se puede vacunar, y a que otra parte ha rechazado esa dosis de refuerzo”.
En el caso de Catalunya, la secretaria de Salud Pública, Carmen Cabezas, ha explicado que fueron de los que más usaron Janssen porque la comunidad “tiene un tipo de industria de trabajos que a veces necesitan personas que viene de forma temporal” y era más difícil que se pusieran dos dosis.
“Entre nuestros usuarios no hay problema”, explica Gonzalo Caro, coordinador de Relaciones Institucionales de Hogar Sí. Su organización trabaja con un modelo que se basa en vivienda y eso hace que las personas que participan estén “muy conectadas con los mismos servicios públicos que el resto de la ciudadanía”. “Pero sí que es verdad que hay muchas personas en situación de sinhogarismo, alrededor de un 20%, que no tienen tarjeta sanitaria”, critica.
En un primer momento, la monodosis de Janssen supuso una gran ventaja en la carrera hacia la inmunización en un contexto de escasez de vacunas y de urgencia. Ahora, se necesita una dosis de recuerdo. “La explicación científica para el caso de las personas que recibieron la vacuna de Janssen es que, a la vista de los estudios de efectividad, es decir, de cómo se ha comportado la vacuna en el mundo real, la protección se ha ido perdiendo”, responde Cuesta, que añade que estas personas podrían estar “más desprotegidas que otras personas que no recibieron dicha vacuna”.
La edad de la persona y el tiempo que haya pasado desde que recibió la primera dosis de Janssen serían los dos factores a tener en cuenta a la hora de valorar las posibles consecuencias de no inyectarse una dosis de recuerdo, señala el epidemiólogo Mario Fontán. En todo caso, el científico asegura que, una vez que una persona ya tiene una vacuna, aunque parece que esto ha cambiado algo con respecto a las anteriores variantes, “cierto grado de protección parece que se mantendría”. Las dosis de refuerzo para la población general “parece que está viniendo muy bien” ante la irrupción de ómicron, añade Fontán, sobre todo, “para la enfermedad más leve”. Para la enfermedad más grave, comenta, “todavía faltan más datos”.
Con información de Angy Galvín, Pau Rodríguez y Antonio Morente.