La caída del consumo de tabaco en España impulsada por la pandemia continúa en 2021, aunque mucho más suave. Los últimos datos del Observatorio de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) revelan que hay 8,8 millones de fumadores, de los cuales 7,85 son diarios y el resto, ocasionales. Se reducen tanto unos como otros respecto a 2020, con 8.236 personas que consumen tabaco (diaria o esporádicamente) menos en España. Una bajada del 0,1%.
El descenso es mucho menos pronunciado que el que se produjo en el primer año de pandemia. Con el confinamiento, dejaron de consumir tabaco más de 780.000 personas (un 9%). Sin embargo, los fumadores esporádicos subieron ligeramente: de 921.667 a 929.474. Los datos de 2021 son positivos en la medida de que es el primer año desde 2017 en el que se reducen, aunque sea poco, todos los tipos de consumidores de tabaco.
Las cifras se publican cuando el Ministerio de Sanidad está ultimando un plan integral contra el tabaco hasta 2025, una herramienta con la que pretende reformar la ley antitabaco de 2010 tras constatarse que ha perdido efecto diez años después. Los primeros años con la norma en vigor el número de fumadores al año caía a buen ritmo. Después, los descensos se acortaron hasta que finalmente se produjo un repunte de consumidores en 2018 y 2019.
Los hombres fuman más entre los 25 y los 34 años, según los datos de 2021, mientras que la mayor concentración de mujeres fumadoras se da entre los 45 y los 54 años. Los hombres, en todo caso, siguen siendo más fumadores en todas las edades y hay un 12% de jóvenes entre 15 y 24 años que consumen a diario, frente al 16% de media en toda la población.
El humo en las terrazas no es inocuo
La principal novedad de la reforma que quiere impulsar Sanidad, según los documentos de trabajo conocidos hasta ahora, es la ampliación de la prohibición de fumar en ciertos espacios al aire libre. La ley actual solo incluye los entornos escolares y sanitarios y los parques infantiles como zonas exteriores libres de humo. La Asociación Española contra el Cáncer (AECC) advierte de la urgencia de esta reforma porque “no hay que fumar para estar afectado por el tabaco”.
En el 95% de las terrazas hay niveles de nicotina perjudiciales para la salud: "Tenemos la idea preconcebida que al aire libre el humo se va, pero no se esfuma, se queda en las estructuras y sigue haciendo daño
De los ocho millones de fallecidos al año en el mundo a causa del tabaco, un millón “no ha encendido un cigarrillo”, ha explicado Sebastián del Busto, responsable del área de prevención y promoción de la salud de la organización, en un desayuno organizado por la entidad con el que la AECC pretende presionar para agilizar los tiempos de las modificaciones legales ante la llegada de un periodo electoral en 2023.
Según datos de la organización, en el 95% de las terrazas hay niveles de nicotina perjudiciales para la salud. “Tenemos la idea preconcebida de que al aire libre el humo se va, pero no se esfuma, se queda en las estructuras y sigue haciendo daño”, ha señalado del Busto. La AECC considera que lo prioritario en los espacios al aire libre es proteger a los menores para evitar que sean fumadores pasivos. Un 70% están expuestos al humo ambiental, el 40% en espacios exteriores, lo que multiplica los riesgos de desarrollar cáncer, aumenta un 50% las infecciones de oído, un 30% las infecciones respiratorias y un 20% las crisis asmáticas.
La incógnita es cuán ambicioso será el Gobierno en la actualización de la ley. La previsión es poner en marcha un plan integral hasta 2025 en las próximas semanas con cuatro objetivos: los espacios sin humo, la fiscalidad, la protección del medio ambiente y la mejor coordinación entre ministerios, sociedades científicas y asociaciones, aunque en la ley, asegura la AECC, solo se incluirá previsiblemente la arista relacionada con los espacios al aire libre. Para la fiscalidad haría falta otra norma.
No es el espacio, sino a quién tienes al lado
Las organizaciones, como el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (que integra a 40 sociedades científicas) y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica ven receptividad institucional para nuevos espacios libres de humo en la hostelería, las paradas de autobús, los andenes de trenes y también los estadios deportivos o las playas. “Ya no se puede fumar en terrazas con techo y paredes, eso ya lo pone en la ley de 2010, pero no se vigila y no se sanciona. Queremos que esta reforma defina bien los espacios”, asegura Yolanda Fernández, directora de Incidencia Política de la AECC. Y pone como ejemplo las dudas sobre cuál es el perímetro que hay que respetar alrededor de los colegios o el hecho de que en las universidades –salvo que haya regulaciones específicas del campus como en la Carlos III de Madrid– se pueda fumar en las instalaciones exteriores. “¿Qué pasa con las colas cuando vamos a un evento público?”, se pregunta, yendo un paso más allá.
La organización, idealmente, toma el ejemplo de las islas Baleares como espejo en el que mirarse, donde se ha prohibido fumar en la vía pública si hay gente cerca. “No es el espacio, sino a quién tienes al lado”, ha insistido Fernández.
Fumar también depende de la clase social
La pandemia permitió dar un paso de gigante en la estrategia de salud pública contra el tabaco. El Consejo Interterritorial de Salud acordó liberar las terrazas de humo para evitar la transmisión del coronavirus, aunque la medida no se cumple en todas las comunidades por igual. Según la encuesta anual sobre tabaquismo de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc), tres de cada cuatro personas mantendría la prohibición y seis de cada diez vetaría también fumar en la calle. La medida sería aceptada por el 40% de los fumadores, revela una encuesta de la misma sociedad.
La Asociación Española contra el Cáncer espera que la reforma sea un vehículo para igualar el derecho a no estar expuesto al tabaco en todos los territorios. En algunas ciudades, por ejemplo, consumir cigarrillos ya está prohibido en las playas.
Sin embargo, todavía hay fuertes factores sociales y geográficos que determinan el nivel de consumo, como la clase social o el lugar de procedencia. Según datos del Observatorio de la AECC, Extremadura (25%) y Murcia (24%) son las dos comunidades con un mayor porcentaje de población fumadora. “Coinciden con los territorios que son más productores de tabaco”, interpreta la entidad.
Por otro lado, el consumo entre aquellos de estratos sociales inferiores es casi el doble que en personas con mejor situación económica. El porcentaje de fumadores entre directores y gerentes de empresas de más de 10 trabajadores y entre profesionales con licenciaturas universitarias es del 12,56% frente al 22,38% entre la población que trabaja sin cualificación.
Gráficos de Victòria Oliveres.